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COLUMNA

Comentario al Evangelio

La ley y la responsabilidad de hacer servicio comunitario

Velar por los demás, en especial por quienes menos tienen, es tarea de todos.

16 febrero, 2020
La ley y la responsabilidad de hacer servicio comunitario
Jesús con sus discípulos.

Cumplimiento de la Ley (Mt 5,17-37)

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud. Yo les aseguro que antes se acabarán el cielo y la tierra, que deje de cumplirse hasta la más pequeña letra o coma de la ley. Por lo tanto, el que quebrante uno de estos preceptos menores y enseñe eso a los hombres, será el menor en el Reino de los cielos; pero el que los cumpla y los enseñe, será grande en el Reino de los cielos. Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos (…)

¿La ley y la responsabilidad de hacer servicio comunitario

El capítulo quinto del evangelio de Mateo, lo recordamos seguramente por el discurso del monte: las Bienaventuranzas; así como Moisés regresa del Sinaí, con las tablas de la ley, Jesús enuncia la nueva ley, los preceptos del Reino que Él mismo ha venido a dar, ya no con la mediación de terceros, sino es Él mismo quien se pronuncia.

Y esas leyes, esos preceptos, comienzan por decir: bienaventurados, felices, los pobres de espíritu, los que lloran, los misericordiosos, los que trabajan por la paz; los perseguidos por causa de la justicia. Dichosos todos aquellos, porque se rigen por otros principios, diferentes a quienes quieren subyugar, mandar, gozar siempre, vengarse; los que mediante la violencia, la guerra, la separación, quieren imponer la paz, entre los pueblos.

Leer: ¿Qué es ser discípulo de Dios?

Sin embargo, esta ley que Jesús propone y que Él mismo dice, no va en contra de los antiguos preceptos judíos. La ley de Moisés, ha quedado “superada” por estos principios, ha de cumplirse, pero se tendrá que ir más allá si se busca ser perfecto.

Es decir, no basta con no matar, con adorar a Dios, con no meterse con la pareja del vecino, sino que hay que amar, hay que perdonar, hay que buscar ayudar al hermano que está en desgracia, hay que proteger al indefenso y curar las heridas del desvalido.

En los tiempos recientes, me percato cómo se defiende a quien es más fuerte y se deja sólo al indefenso, cómo impunemente la gente se fuga y continúa haciendo el mal, parece que retrocedemos en el tiempo y llegamos a donde el más fuerte acababa con los más débiles, ¿dónde está entonces el progreso de la humanidad, si no evolucionamos para cuidar de los más pequeños?

Creo que es una tarea que atañe a todos, no sólo al gobierno o a la Iglesia. Velar por los demás, especialmente por quienes menos tienen o quienes son más débiles, debería ser la agenda de cualquier asociación civil, de cualquier comunidad de fe, de cualquier jefe de Estado y de cualquier fiel cristiano también; es por eso que cumplir la ley y hacerla cumplir es lo que juramos al asumir alguna responsabilidad de servicio comunitario.

Es también por esa razón que el hecho de no cumplir con esa noble y colosal tarea, a unos nos hace caer en la conciencia de que pecamos y que de ello depende nuestra salvación, nuestra felicidad en este mundo; mientras que, a otros, la misma conciencia y la patria se los ha de pedir y demandar.