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¡México está sufriendo, pero está vivo!

21 septiembre, 2020
Resulta difícil mantener el optimismo y vivir con alegría, cuando el dolor ha llegado de improviso a tantas familias. El panorama mundial es poco alentador, pero en México es aún más alarmante. Las notas y escenas que nos presentan los noticieros, nos muestran un país polarizado y golpeado por la violencia, por el crimen organizado, por las injusticias sociales, por la corrupción, por la creciente pobreza, por la demagogia del gobierno y por las muertes provocadas por una pandemia que no logra contenerse y ha vestido de luto a tantas y tantas familias. A pesar de las muchas crisis que en diferentes épocas hemos vivido, los días patrios revestían de alegría y orgullo a los mexicanos que, con una sorprendente capacidad de resiliencia puesta a prueba tantas veces, han hecho del “Cielito lindo” “ay ay  ay ay,  canta y no llores…”  un himno y un modo de vida. Este septiembre fue diferente, no fue sólo por la ausencia de los tradicionales festejos en las plazas principales de las ciudades y pueblos, ni por el aislamiento al que nos somete la pandemia…  el cansancio, la desilusión, el hartazgo y la muerte han herido profundamente a nuestras familias y se comienzan a resquebrajar los cimientos de la esperanza que a pesar de las adversidades se mantenían sólidos. Hoy más que nunca se hace urgente el compromiso y la acción por la reconstrucción de un México que, más allá de su territorio y sus gobiernos, se ha forjado a través de una historia donde la Fe ha estado presente en los ideales de sus verdaderos héroes y ha sido el cimiento de sus familias ahora tan atacadas por ideologías y leyes adversas. Si queremos un México de paz, habrá que comenzar a construirla desde nuestros propios hogares, nuestro entorno y nuestra comunidad, respetando la propia vida y la de los demás con la corresponsabilidad de cuidarnos unos a otros, de la pandemia, de la violencia y de la injusticia. Si bien nuestros problemas son muchos, muchas son también nuestras fortalezas, por mencionar solo algunas: La familia como institución y su labor educadora que da como fruto el arraigo de los valores que aún siguen prevaleciendo y formando buenos ciudadanos. El compromiso social de miles de mexicanos que no nos gusta el presente y por eso nos comprometemos al trabajo constante por un mejor futuro en favor de la vida, la familia, la educación, los derechos humanos; es decir, por la construcción de la Civilización del Amor. Una Iglesia viva que está presente, activa y cercana al dolor y las necesidades de sus fieles. ¡México está sufriendo, pero está vivo! Y de la misma manera en que acompañó a sus hijos dolientes a través de la historia, en el Virreinato, la Independencia o la Cristiada, la Virgen de Guadalupe está aquí con nosotros diciéndonos en estos momentos de desolación: “¿Qué pasa, el más pequeño de mis hijos? ¿a dónde vas, a dónde te diriges?” “¿No estoy aquí, yo que soy tu madre? ¿no estás bajo mi sombra y resguardo? ¿no soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?" Porque Ella quiso quedarse con nosotros, porque somos una nación forjada con la sangre de héroes que lucharon por la libertad y mártires que dieron su vida por la patria, y porque Cristo fuera su Rey, somos una nación privilegiada. Que el sufrimiento que hoy vivimos no nos arrebate la fe y la alegría de ser mexicanos y la esperanza de un México mejor. *Consuelo Mendoza García es ex presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia  y presidenta de Alianza Iberoamericana de la Familia. ¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx  o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775 Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.

Resulta difícil mantener el optimismo y vivir con alegría, cuando el dolor ha llegado de improviso a tantas familias.

El panorama mundial es poco alentador, pero en México es aún más alarmante. Las notas y escenas que nos presentan los noticieros, nos muestran un país polarizado y golpeado por la violencia, por el crimen organizado, por las injusticias sociales, por la corrupción, por la creciente pobreza, por la demagogia del gobierno y por las muertes provocadas por una pandemia que no logra contenerse y ha vestido de luto a tantas y tantas familias.

A pesar de las muchas crisis que en diferentes épocas hemos vivido, los días patrios revestían de alegría y orgullo a los mexicanos que, con una sorprendente capacidad de resiliencia puesta a prueba tantas veces, han hecho del “Cielito lindo” “ay ay  ay ay,  canta y no llores…”  un himno y un modo de vida.

Este septiembre fue diferente, no fue sólo por la ausencia de los tradicionales festejos en las plazas principales de las ciudades y pueblos, ni por el aislamiento al que nos somete la pandemia…  el cansancio, la desilusión, el hartazgo y la muerte han herido profundamente a nuestras familias y se comienzan a resquebrajar los cimientos de la esperanza que a pesar de las adversidades se mantenían sólidos.

Hoy más que nunca se hace urgente el compromiso y la acción por la reconstrucción de un México que, más allá de su territorio y sus gobiernos, se ha forjado a través de una historia donde la Fe ha estado presente en los ideales de sus verdaderos héroes y ha sido el cimiento de sus familias ahora tan atacadas por ideologías y leyes adversas.

Si queremos un México de paz, habrá que comenzar a construirla desde nuestros propios hogares, nuestro entorno y nuestra comunidad, respetando la propia vida y la de los demás con la corresponsabilidad de cuidarnos unos a otros, de la pandemia, de la violencia y de la injusticia.

Si bien nuestros problemas son muchos, muchas son también nuestras fortalezas, por mencionar solo algunas:

La familia como institución y su labor educadora que da como fruto el arraigo de los valores que aún siguen prevaleciendo y formando buenos ciudadanos.



El compromiso social de miles de mexicanos que no nos gusta el presente y por eso nos comprometemos al trabajo constante por un mejor futuro en favor de la vida, la familia, la educación, los derechos humanos; es decir, por la construcción de la Civilización del Amor.

Una Iglesia viva que está presente, activa y cercana al dolor y las necesidades de sus fieles.

¡México está sufriendo, pero está vivo! Y de la misma manera en que acompañó a sus hijos dolientes a través de la historia, en el Virreinato, la Independencia o la Cristiada, la Virgen de Guadalupe está aquí con nosotros diciéndonos en estos momentos de desolación: “¿Qué pasa, el más pequeño de mis hijos? ¿a dónde vas, a dónde te diriges?” “¿No estoy aquí, yo que soy tu madre? ¿no estás bajo mi sombra y resguardo? ¿no soy yo la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?”

Porque Ella quiso quedarse con nosotros, porque somos una nación forjada con la sangre de héroes que lucharon por la libertad y mártires que dieron su vida por la patria, y porque Cristo fuera su Rey, somos una nación privilegiada. Que el sufrimiento que hoy vivimos no nos arrebate la fe y la alegría de ser mexicanos y la esperanza de un México mejor.

*Consuelo Mendoza García es ex presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia  y presidenta de Alianza Iberoamericana de la Familia.

¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx  o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775

Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.





Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. 

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