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¿Cómo aparece la flora nociva en los templos?

Hoy inició el "Seminario sobre las plagas de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Prevención, control y erradicación", una gran iniciativa.

1 marzo, 2021
¿Cómo aparece la flora nociva en los templos?
Pbro. Salvador Barba.
POR:
Autor

Es sacerdote diocesano y director de la Dimensión de Bienes Culturales de la Arquidiócesis Primada de México. Actual párroco en la iglesia de San Pío Décimo en la Ciudad de México. 

Este lunes inició el “Seminario sobre las plagas de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Prevención, control y erradicación”, que reunió en la propia catedral a un grupo reducido de especialistas –debido a la pandemia–, y de forma virtual a muchas otras personas preocupadas por el estado que guarda este histórico recinto.

El seminario fue organizado por la Coordinación Nacional de Conservación del INAH y autoridades Eclesiásticas de la Catedral, con el apoyo de la A.C. La Catedral Buena Noticia.

Este primer día participaron, entre otros especialistas, la maestra María del Carmen Castro, responsable de la Coordinación Nacional de Conservación del INAH, y el Dr. Pablo Torres Soria, investigador titular de la Coordinación, quienes  se refirieron a  las plagas, la flora nociva que hay en la Catedral de México y en otros templos de la ciudad.

Y es que, las plagas que afectan a nuestros templos e iglesias, y en general del Patrimonio Histórico y Cultural, a nuestros Monumentos, tanto los bienes inmuebles, como a los bienes muebles que contienen, son  un problema poco atendido y muy nocivo, que debemos verlo desde una visión general de la conservación y mantenimiento de nuestros monumentos históricos, que partiendo de la experiencia y atención en la Catedral de México, ayudan a todos, incluso a nuestros edificios y hogares que no son Patrimonio Histórico.

Las plagas llegan por diferentes medios. La flora, por ejemplo, llega a colonizar por el viento (las semillas llevadas por el aire), las aves en su cuerpo y sus excrementos, las hormigas, las abejas… van de la mano. Tenemos hasta jacarandas; plantas endémicas y de muchas regiones, árboles, arbustos, yerbas perennes y anuales, en todos lados. Incluso en las gárgolas, que están obstruidas por tierra y hojarasca, junto con humedad, son lugares que favorecen la flora nociva.

Las esporas y semillas se quedan ancladas en grietas, fisuras, muros y oquedades de los monumentos; en las gárgolas y donde haya un espacio, se anclan. Llegan de lugares cercanos y distantes, de los jardines, atrios y plazas. Se va dando una simbiosis entre la estructura del inmueble y la flora nociva, y hay que tener mucho cuidado si se quiere atender o erradicar.

Por ejemplo, si se seca, se cae el muro. Hay muchos ejemplos en nuestros edificios.  Al intervenir debemos tener mucho cuidado para evitar un desplome, lo mismo al afectar la cimentación y el montaje y al recurrir a personal especializado, mano de obra capacitada;  cuidar  los procesos con una buena asesoría.

Hay que tener cuidado en las juntas, grietas y fisuras, con una acción preventiva y a tiempo, como barrer azoteas y destapar caídas de agua para los temporales de lluvia. La flora nociva, cuando ya está anclada en los edificios, no es lo sólo lo que se ve, son las raíces las que generan los daños pues se extienden sobre los muros y grietas. Algunas plantas tienen raíces muy expansivas y aceleran la destrucción de estructuras, aparentemente sólidas, como la jacaranda y el pirul.

Las plantas aprovechan lo que hay, tierra y agua acumulada, la hojarasca. Algunas plantas se anclan en las cornisas –ficus- y las raíces buscan anclarse, van creciendo y ampliando las grietas. Las hierbas perennes son explotadoras de humedad, brotan y nacen donde siempre hay humedad; las hierbas anuales, las semillas nacen, crecen, mueren y producen semillas, que vuelven a hacer brotas más plantas para el próximo ciclo.

Otros tipos de flora nociva, los pastos zonas porosas y húmedas; las yerbas del borracho, el pasto carretero, musgos, helechos. Plantas hepáticas, son superficiales, hay que analizar, conservan humedad y ayudan, hay que preguntar al biólogo y al restaurador, pues van de la mano. Lo que se retire se tiene que hacer con mucho cuidado. Los líquenes son difíciles de erradicar, requieren mucho tiempo y no son tan dañino, a veces son los que mantienen consolidado el edificio; quitarlos no es conveniente. Crecen a la luz solar. Pueden ser fijados y consolidados. No es quitar por quitar, se trata de consolidar, si no, ¡mejor no!

El mantenimiento preventivo nos va a ayudar para evitar la flora nociva y dañina; sellando las grietas podemos evitar árboles y plantas en nuestros monumentos. Si no se intervienen bien es mejor dejarlos, puede ser contraproducente; buscar asesorías de expertos del INAH, específicamente de la Coordinación de Conservación.

 

*El P. Salvador Barba es el enlace para la Reconstrucción de los Templos de la Arquidiócesis Primada de México y Director de la Dimensión de Bienes Culturales de la misma Arquidiócesis.

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Autor

Es sacerdote diocesano y director de la Dimensión de Bienes Culturales de la Arquidiócesis Primada de México. Actual párroco en la iglesia de San Pío Décimo en la Ciudad de México.