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COLUMNA

Cielo y tierra

El Espíritu Santo en la Biblia

¡Celebra en casa Pentecostés!, es la oportunidad de recordar los momentos en que fue decisiva la acción del Espíritu Santo en la Iglesia.

9 junio, 2019
POR:
Autor

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años. 

¿Celebras en casa Pentecostés? ¡Es el cumpleaños de la Iglesia!, ¡es el aniversario de aquel día feliz en el que por primera vez los Apóstoles predicaron a Jesús Resucitado! Vale la pena organizar una comida, festejarlo de manera especial.

Y también conviene hacer oración, en familia o individual, para recordar momentos, a lo largo de la historia, en los que fue decisiva la acción del Espíritu Santo en la Iglesia, y pedirle que como actuó entonces, intervenga hoy en nuestra existencia.

El Espíritu Santo en la creación del mundo (ver Gén 1,2) Espíritu Santo, que aleteabas sobre las aguas en la creación del mundo, cuando todo era caos, aletea sobre nuestras sobre nuestros temores, inseguridades, angustias. Arregla el caos en nuestra vida, créanos de nuevo, haznos criaturas nuevas.

Los profetas anunciaron al Espíritu Santo y profetizaron inspirados por Él (ver Ez 11,19-20) Espíritu Santo, anunciado por los profetas, transforma nuestro corazón apocado y danos como a ellos una fe firme y valiente, para que seamos capaces de dar testimonio del Señor, sin importar la oposición o dificultades que enfrentemos.

El Espíritu Santo fecunda el vientre de María (ver Lc 1,35) Espíritu Santo: Tú que engendraste en María al Salvador, haznos creyentes fecundos, abiertos a Tu acción y capaces de dar abundantes buenos frutos.

El Espíritu Santo inspira a Isabel (ver Lc 1,41-42) Espíritu Santo que moviste a Isabel a reconocer a su Señor en el seno de María, y a Juan saltar de júbilo, danos sensibilidad y gozo para descubrir las diversas maneras como el Señor viene a nuestro encuentro.

El Espíritu Santo mueve a Simeón a ir al Templo (ver Lc 2,25-28) Espíritu Santo, que sostuviste a Simeón, a pesar de su avanzada edad, firme en la esperanza de contemplar al Mesías, líbranos de nuestros desánimos y depresiones, ayúdanos a saber, como Simeón, que nunca es demasiado tarde para encontrarnos con Dios.

Juan anuncia que Jesús bautizará con el Espíritu Santo (ver Lc 3,16) Espíritu Santo, infunde en nosotros la misma humildad que tenía Juan. Que sepamos desaparecer para que el Señor sea reconocido, que sepamos ser sólo señales en el camino que conduzca a otros hacia Él.

El Espíritu Santo desciende sobre Jesús cuando Juan lo bautiza (ver Lc 3,22;) Espíritu Santo, renueva en nosotros todas los dones y gracias que recibimos en nuestro Bautismo. Que sepamos vivir siempre agradecidos por tenerlos y dispuestos a ejercerlos.

El Espíritu Santo lanza a Jesús al desierto (ver Lc 4,1;) Espíritu Santo, cuando enfrentemos tentaciones, ayúdanos a superarlas, como Jesús, con ayuda de la Palabra y de la oración, y tomados firmemente de la mano del Señor.

Jesús inicia Su ministerio público, con la fuerza del Espíritu Santo (ver Lc 4,14. 16-19;) Espíritu Santo, inspíranos, como a Jesús, a proclamar la Buena Nueva, a liberar a los oprimidos, a vendar los corazones rotos, a anunciar y construir el Reino del Señor.

Jesús promete que el Espíritu Santo hablará por nosotros. (ver Lc 12,11-12) Espíritu Santo, ayúdanos a recordar que no estamos solos, que Tú nos sostienes, iluminas, nos dices qué decir y hacer. Ábrenos a Tu voz, que sepamos reconocerla, escucharla, amarla y dejarnos mover por ella.

Jesús promete que el Espíritu Santo nos guiará a la Verdad (ver Jn 14,16-17; 16,13;) Espíritu Santo, vivimos en un ambiente dominado por la mentira, no nos dejes desviarnos de la Verdad, no nos dejes caer en la confusión, creer los engaños que promueve un mundo guiado por el desmedido afán de dinero, de poder y de placer. Rescátanos, ilumínanos, condúcenos.

El Espíritu Santo desciende sobre María y los apóstoles (ver Hech 1,14; 2,1-4;) Espíritu Santo, Tú que en Pentecostés hiciste nacer la Iglesia, liberaste a los apóstoles del temor, y les diste la capacidad de hablar lenguas nuevas, libéranos también a nosotros de nuestros miedos, de nuestras inercias y ataduras, y danos también la capacidad de hablar las lenguas siempre nuevas de la fe, la esperanza y la caridad.

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Autor

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.