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COLUMNA

Cielo y tierra

4 virtudes de los buenos maestros

Tener fe ofrece un ‘plus’ a cualquier actividad que realicemos, porque sitúa dicha actividad en una perspectiva de eternidad.

14 mayo, 2022
4 virtudes de los buenos maestros
Las virtudes de los buenos maestros. Foto: Especial.
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Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años. 

Hay quien piensa que la fe es algo que se practica sólo un ratito los domingos en Misa, pero en la Biblia se nos pide vivir nuestra fe, es decir, que en la vida cotidiana nuestra fe ilumine nuestra vida y la de quienes nos rodean (ver Mt 5, 16; Stg 2, 14-26).

Hablamos sobre esto en un grupo parroquial, comentamos que tener fe da un ‘plus’ a cualquier actividad porque la sitúa en perspectiva de eternidad, como camino de santidad, y permite vivir no sólo enfocados a lo mundano y material.

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Alguien puso como ejemplo el caso de los maestros, y se comentó cuánto ayuda en su profesión tener fe, pues a diferencia de los que se atienen a sus solas capacidades y frágiles fuerzas, aquellos saben que cuentan con la invaluable ayuda de la gracia de Dios, la intercesión de María y de incontables santos (en especial de los que fueron maestros), así como la luz y guía de la Palabra de Dios y las enseñanzas de la Iglesia.

Concluíamos que los maestros que tienen fe, suelen destacar por 4 virtudes:

  1. Conocen a sus alumnos

Para ellos los alumnos no son simples nombre en una lista, a la que hay que añadirles los números de las calificaciones para cubrir el expediente, sino seres humanos, hijos e hijas de Dios, creados a Su imagen y semejanza, a quienes Él se los ha encomendado para enseñarles no sólo la materia de estudio, sino virtudes y valores.

Tomando como ejemplo al Buen Pastor, que conoce a sus ovejas (ver Jn 10,14), se las ingenian para saber todo lo que pueden sobre sus alumnos, sus circunstancias, las dificultades que enfrentan, sus fortalezas y debilidades, para poder ayudarles a afianzar las primeras y superar las segundas.

  1. Aman a sus alumnos

Jesús dijo que a diferencia de los pastores asalariados, a los que no les importan sus ovejas, el Buen Pastor las ama (ver Jn 10, 11-13). Siguiendo este ejemplo, como los maestros creyentes buscan imitar a Jesús, se esfuerzan por amar a sus estudiantes, es decir, por desear y procurar su verdadero bien, lo cual implica dar a cada uno la atención y el cuidado que necesite, sin favoritismos ni fobias, con la misma buena voluntad hacia todos.

  1. Oran y se sacrifican por sus alumnos

Los maestros creyentes saben que por sí mismos no pueden hacer por sus alumnos lo que querrían, que necesitan encomendárselos a Dios, que Él puede intervenir en sus vidas para bien, animarlos a desarrollar sus dones y virtudes, sostenerlos en sus dificultades y ayudarlos a salir adelante. Recurren también a la intercesión maternal de María y de los santos.

A los alumnos, el saber que su maestro no sólo los instruye y califica, sino que ora por ellos, suele impactarlos; no sólo los hace saberse amados por él, sino que los mueve a reflexionar en que no están solos ni dependen sólo de sus propias capacidades; los anima a volver la vista hacia Dios y a encomendarse a Él. Supe de un maestro que al terminar las clases se iba caminando a su casa rezando el Rosario por sus alumnos. En época de exámenes algunos estudiantes se le unían, pero luego ya no sólo en esa época, sino todos los días, se les veía rezar juntos.

Y conscientes de que la oración es más eficaz cuando se le une algún sacrificio, los maestros creyentes no dudan en ofrecer a Dios por sus alumnos, pequeñas renuncias y mortificaciones. Viene a la mente el ejemplo de san Juan Bosco. A sus alumnos los conmovía tanto que él se sacrificara por ellos, que se esforzaba por no defraudarlo.

  1. Corrigen con verdad y caridad

Los maestros creyentes no se limitan a poner taches o palomitas, sin interesarse en las razones por las que algún estudiante va mal. Saben que un día habrán de entregar cuentas a Dios de estas almas que le ha confiado, así que se esfuerzan por buscar los medios para que sus alumnos logren comprender sus enseñanzas y también les señalan sus faltas, no para humillarlos o avergonzarlos, sino para ayudarlos a corregirlas.

Este domingo los maestros festejan su día. Oremos por ellos, que sepan ser hombres y mujeres de fe, que ejerzan su profesión de la mano de Jesús y de María.

Aquí puedes encontrar una oración por los maestros: Ediciones 72

 


Autor

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.