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Testimonio Vocacional: Mi historia vocacional comenzó a los tres años

¡Hola, hermanos!, soy Héctor Arturo Hernández Zecua, tengo 18 años y estoy en la etapa del Curso Introductorio. Ingresé al Seminario Conciliar de México desde la etapa del Seminario Menor, y me gustaría compartir con ustedes mi historia vocacional. Ésta inicio a una edad muy temprana, cuando tenía 3 años de edad; cierto día en […]

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¡Hola, hermanos!, soy Héctor Arturo Hernández Zecua, tengo 18 años y estoy en la etapa del Curso Introductorio. Ingresé al Seminario Conciliar de México desde la etapa del Seminario Menor, y me gustaría compartir con ustedes mi historia vocacional.

Ésta inicio a una edad muy temprana, cuando tenía 3 años de edad; cierto día en que observaba al sacerdote de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, al momento de la Consagración me dije: “Yo quiero ser como ese padrecito”. Aunque después se me fue olvidando ese momento. A los 6 de edad había cambiado de decisión; ahora lo que quería era ser Presidente de México, e iba a la explanada de la Delegación Iztacalco para estudiar ahí la Constitución Política.

Hice mi Primera Comunión el 8 de diciembre del 2006, en la Parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la colonia Ramos Millán. Al recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo sentí un pequeño cosquilleo, y recordé aquel día tan significativo a mis 3 años de edad. Mi corazón estaba inquieto por aquél recuerdo tan hermoso.

Busqué en muchas parroquias la manera de prestar mis servicios en lo que fuera, pero no había tanto auge de niños monaguillos, mucho menos catequistas. Sin embargo, por esos días un compañero de la primaria me dijo: “Acompáñame a mi Catecismo, en la Rectoría del Espíritu Santo”. Fui con él y conocí a un buen sacerdote, el P. Guillermo Barba Mojica –hoy Coordinador de los Exorcistas de la Arquidiócesis de México–, y tuve la oportunidad de servir como monaguillo y catequista desde los 9 hasta los 15 años.

Al inicio acomodaba las sillas para la Misa. Uno domingo de aquellos le pregunté al él qué se necesitaba para ser sacerdote, y me dijo todos los requerimientos. Desde ahí, todos los domingos le preguntaba lo mismo, hasta que, como a la cuarta vez, me preguntó: “¿Quieres ser sacerdote?”. Le respondí que sí. Entonces me dijo: “Terminando la secundaria irás al Seminario Conciliar de México”. Y así fue. Ingresé al Seminario Menor en el año 2014. Y concluí ahí mis estudios en el 2017. Fue una hermosa experiencia. Llevé un discernimiento vocacional, aprendí a orar con la Liturgia de las Horas, y a compartir experiencias.



Ahora hermanos, como he señalado, estoy en la etapa del Curso Introductorio, bajo patrocinio de “Santo Tomás de Aquino”. Es una etapa muy diferente; jugamos futbol y basquetbol. Ya no estudiamos los conceptos de la preparatoria, sino otros de preparación para el Seminario Mayor, recibimos formación relacionada con la pastoral parroquial, hacemos visitas a las vicarías y participamos como grupo en la Asamblea Arquidiocesana.

Si tú, querido hermano lector, sientes esa espinita de la vocación sacerdotal, yo te invito a que te acerques con nosotros, o acudas a la Oficina Vocacional, que se encuentra en el Seminario Conciliar de México; el P. Rubén Alanís, Promotor Vocacional, te orientará. No tengas miedo al llamado que Dios te hace. Vive la maravillosa experiencia de la formación sacerdotal.

¡Que Dios te bendiga, y ora por las vocaciones sacerdotales!





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