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La Iglesia de los paseantes del Centro

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  • El templo de San Francisco el Grande es punto de visita para nacionales y extranjeros, quienes hallan entre sus muros un momento para encontrarse con Dios.

Melva Navarro

¿El turismo puede ser una puerta para el encuentro con Dios?, Fray Antonio Huerta, rector de la iglesia de San Francisco el Grande en la calle de Madero, considera que las decenas de visitantes nacionales y extranjeros que a diario entran para admirar este edificio religioso tal vez logran un momento de apreciación y cercanía con lo espiritual.

“Este templo es un lugar muy bonito y les inspira, finalmente son turistas, vienen, ven, toman sus fotos y se van”, explica, “otros son gente que ya está cercana a Dios y aprovecha su visita para confesarse o participar en la Eucaristía”.

El hecho de que la iglesia esté en una de las principales calles peatonales del Centro Histórico, rodeada de negocios y oficinas, hace que no tenga una comunidad fija, sin embargo, este grupo de feligreses que ‘va de paso’ le da un toque peculiar, son los que salen de sus oficinas y entran a persignarse o confesarse, así como los que regresan cuando tienen oportunidad.

“Me parece que hay una mística especial”, comenta Blanca Macías, feligresa que vive al sur de la ciudad, pero que acude al templo cuando visita el Centro Histórico, “para mí, Dios está en todas partes, pero en particular siento una conexión impresionante con esta iglesia”.

La diversidad de sus visitantes también se ejemplifica en las limosnas, donde además de los pesos mexicanos llega a mezclarse algún dólar, un real brasileño o un peso colombiano. Los días de mayor asistencia suelen ser los domingos, en que también el Centro Histórico se llena de paseantes y los servicios que se brindan son la confesión y la celebración de la Misa.



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“Lo que podemos hacer por ellos es que nuestras homilías, nuestras celebraciones, estén bien hechas”, explica Fray Huerta, quien asegura que el sacramento de la Reconciliación tiene gran peso en esta iglesia, pues atrae a mucha gente, por lo que siempre que hay Misa, hay al menos un confesor.

Si bien San Francisco el Grande destaca por su belleza, aún falta mucho por difundir. “Quién entra dice ‘qué maravilla’, pero no sabe que todo esto tiene 70 años”, comenta el padre. Y es que, si bien el templo formó parte del principal convento franciscano del siglo XVI, después sufrió tres reedificaciones, la última en 1716. Y los tesoros culturales en su interior son aún más recientes, su retablo es de 1956 y sus óleos murales se terminaron en 1969.

Ya sea por historia, curiosidad o devoción, las personas llegan y muchas se quedan, como Jesús Becerra, feligrés que, atraído por el origen franciscano del templo, ha asistido durante 30 años. Este 4 de octubre, la capilla celebrará la fiesta de San Francisco de Asís, que incluirá una Misa con mariachi a las 7:30 horas, degustación de alimentos al término de la Eucaristía de 12:00, y la presencia de la Orden de los Dominicos.





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