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 página 4 L’OSSERVATORE ROMANO domingo 23 de enero de 2022
 Con muros no se edifica la única familia humana
VIENE DE LA PÁGINA 3
espinados, con el pretexto de defender la seguridad o un estilo de vida. Esto no se puede.
Por eso, agradezco a todos aquellos, personas y gobiernos, que se esfuerzan por garantizar acogida y protección a los migrantes, haciéndose cargo tam- bién de su promoción humana y de su integración en los países que los han acogido. Soy consciente de las dificul- tades que algunos estados encuentran frente a flujos ingentes de personas. A nadie se le puede pedir lo que no pue- de hacer, pero hay una clara diferencia entre acoger, aunque sea limitadamen- te, y rechazar totalmente.
Es necesario vencer la indiferencia y re- chazar la idea de que los migrantes sean un problema de los demás. El re- sultado de semejante planteamiento se ve en la deshumanización misma de los migrantes, concentrados en los centros de registro e identificación —hotspot—, donde acaban siendo presa fácil de la delincuencia y de los traficantes de se- res humanos, o por intentar desespera- dos planes de fuga que a veces culmi- nan con la muerte. Lamentablemente, también es preciso destacar que los mismos migrantes a menudo son trans- formados en armas de coacción políti- ca, en una especie de “artículo de nego- ciación”, que despoja a las personas de su dignidad.
En esta sede, deseo renovar mi gratitud a las autoridades italianas, gracias a las cuales algunas personas pudieron ve- nir conmigo a Roma desde Chipre y Grecia. Se trató de un gesto sencillo pero significativo. Al pueblo italiano, que sufrió mucho al comienzo de la pandemia, pero que también ha de- mostrado alentadores signos de recu- peración, dirijo mis mejores votos, pa- ra que mantenga siempre el espíritu de apertura generosa y solidaria que lo distingue.
Al mismo tiempo, considero de funda- mental importancia que la Unión Eu- ropea encuentre su cohesión interna en la gestión de las migraciones, como la ha sabido encontrar para hacer frente a
las consecuencias de la pandemia. Es necesario, en efecto, dar vida a un siste- ma coherente e integral de gestión de las políticas migratorias y de asilo, de modo que se compartan las responsa- bilidades en la recepción de migrantes, la revisión de las solicitudes de asilo, la redistribución e integración de cuantos puedan ser acogidos. La capacidad de negociar y encontrar soluciones com- partidas es uno de los puntos de fuerza de la Unión Europea y constituye un modelo válido para afrontar con visión los retos globales que nos esperan.
Las migraciones, sin embargo, no con- ciernen sólo a Europa, aunque se vea especialmente afectada por los flujos provenientes de África y Asia. En estos años hemos asistido, entre otras cosas, al éxodo de los prófugos sirios, al que se han agregado en los últimos meses los que huyeron de Afganistán. Tam- poco debemos olvidar los éxodos ma- sivos que afectan al continente ameri- cano y que crean presión en la frontera entre México y Estados Unidos de América. Muchos de esos migrantes son haitianos que huyen de las trage- dias que han golpeado su país en estos años.
La cuestión migratoria, como también la pandemia y el cambio climático, muestran claramente que nadie se pue- de salvar por sí mismo, es decir, que los grandes desafíos de nuestro tiempo son todos globales. Por eso, es preocu- pante constatar que, frente a una ma-
yor interconexión de los problemas, vaya creciendo una mayor fragmenta- ción de las soluciones. Con frecuencia se observa una falta de voluntad de querer abrir ventanas de diálogo y se- ñales de fraternidad, y esto termina por alimentar más tensiones y divisiones, así como una sensación generalizada de incertidumbre e inestabilidad. Es necesario, en cambio, recuperar el sen- tido de nuestra común identidad como única familia humana. La alternativa sólo es un creciente aislamiento, mar- cado por exclusiones y clausuras recí- procas que de hecho ponen aún más en peligro la multilateralidad, que es ese estilo diplomático que ha caracteriza- do las relaciones internacionales desde el final de la segunda guerra mundial. Hace tiempo que la diplomacia multi- lateral atraviesa una crisis de confian- za, debida a una reducida credibilidad de los sistemas sociales, gubernamen- tales e intergubernamentales. A menu- do se toman importantes resoluciones, declaraciones y decisiones sin una ver- dadera negociación en la que todos los países tengan voz y voto. Este desequi- librio, que hoy se ha vuelto dramática- mente evidente, genera una falta de aprecio hacia los organismos interna- cionales por parte de muchos estados y debilita el sistema multilateral en su conjunto, reduciendo cada vez más su capacidad para afrontar los desafíos globales.
El déficit de eficacia de muchas organi-
  





















































































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