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 domingo 23 de enero de 2022
L’OSSERVATORE ROMANO
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 riesgo de un avance grave de la enfer- medad.
Por lo tanto, es importante que se con- tinúen los esfuerzos para inmunizar a la población lo más que se pueda. Esto requiere un múltiple compromiso a ni- vel personal, político y de la comuni- dad internacional en su conjunto. En primer lugar, a nivel personal. Todos tenemos la responsabilidad de cuidar de nosotros mismos y de nuestra salud, lo que se traduce también en el respeto por la salud de quien está cerca de no- sotros. El cuidado de la salud constitu- ye una obligación moral. Lamentable- mente, cada vez más constatamos có- mo vivimos en un mundo de fuertes contrastes ideológicos. Muchas veces nos dejamos influenciar por la ideolo- gía del momento, a menudo basada en noticias sin fundamento o en hechos poco documentados. Toda afirmación ideológica cercena los vínculos que la razón humana tiene con la realidad ob- jetiva de las cosas. En cambio, la pan- demia nos impone una suerte de “cura de realidad”, que requiere afrontar el problema y adoptar los remedios ade- cuados para resolverlo. Las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, sino que representan ciertamente, jun- to con los tratamientos que se están de- sarrollando, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad. Por otra parte, la política debe com- prometerse a buscar el bien de la po- blación por medio de decisiones de prevención e inmunización, que inter- pelen también a los ciudadanos para que puedan sentirse partícipes y res- ponsables, por medio de una comuni- cación transparente de las problemáti- cas y de las medidas idóneas para afrontarlas. La falta de firmeza decisio- nal y de claridad comunicativa genera confusión, crea desconfianza y amena- za la cohesión social, alimentando nuevas tensiones. Se instaura un “rela- tivismo social” que hiere la armonía y la unidad.
Por último, es necesario un compromi- so global de la comunidad internacio- nal, para que toda la población mun- dial pueda acceder de la misma manera a los tratamientos médicos esenciales y a las vacunas. Lamentablemente, se constata con dolor que, en extensas zo-
nas del mundo, el acceso universal a la asistencia sanitaria sigue siendo un es- pejismo. En un momento tan grave pa- ra toda la humanidad, reitero mi llama- miento para que los gobiernos y los en- tes privados implicados muestren sen- tido de responsabilidad, elaborando una respuesta coordinada a todos los niveles (local, nacional, regional y glo- bal), mediante nuevos modelos de soli- daridad e instrumentos aptos para re- forzar las capacidades de los países
Las vacunas no son instrumentos mágicos de curación, sino que representan ciertamente, junto con los tratamientos que se están desarrollando, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad
más necesitados. Me permito exhortar, en particular, a los estados que se están esforzando por establecer un instru- mento internacional sobre la prepara- ción y la respuesta a las pandemias, ba- jo el patrocinio de la Organización Mundial de la Salud, para que adop- ten una política de desinteresada ayu- da mutua, como principio clave para que el acceso a instrumentos diagnósti- cos, vacunas y fármacos esté garantiza- do a todos. Asimismo, sería convenien- te que instituciones como la Organiza- ción Mundial del Comercio y la Orga- nización Mundial de la Propiedad In- telectual adecuen sus propios instru- mentos jurídicos, para que las reglas monopólicas no constituyan ulteriores obstáculos a la producción y a un acce- so organizado y coherente a los trata- mientos a nivel mundial.
Queridos embajadores:
El año pasado, gracias también a la fle- xibilización de las restricciones dis- puestas en el 2020, tuve ocasión de re- cibir a muchos jefes de estado y de go- bierno, además de diversas autorida- des civiles y religiosas.
Entre los múltiples encuentros, quisie-
ra mencionar aquí la jornada del pasa- do 1 de julio, dedicada a la reflexión y a la oración por el Líbano. Al querido pueblo libanés, azotado por una crisis económica y política difícil de reme- diar, deseo renovar hoy mi cercanía y mi oración, mientras espero que las re- formas necesarias y el apoyo de la co- munidad internacional ayuden al país a permanecer firme en su identidad co- mo modelo de coexistencia pacífica y de fraternidad entre las diversas reli- giones ahí presentes.
Durante el año 2021, también pude reanudar los viajes apostólicos. En el mes de marzo tuve la alegría de visitar Irak. Quiso la Providencia que esto su- cediera como un signo de esperanza después de años de guerra y terroris- mo.
El pueblo iraquí tiene derecho a re- cuperar la dignidad que le pertenece y a vivir en paz. Sus raíces religiosas y culturales son milenarias: Mesopota- mia es cuna de civilización; fue de allí de donde Dios llamó a Abrahán para dar inicio a la historia de la salvación. Después, en septiembre, visité Buda- pest para la clausura del Congreso Eu- carístico Internacional; y, luego, Eslo- vaquia. Fue una oportunidad de en- cuentro con los fieles católicos y de otras confesiones cristianas, como tam- bién de diálogo con los judíos. Del mismo modo, el viaje a Chipre y Gre- cia, del que conservo vivos recuerdos, me permitió profundizar los vínculos con los hermanos ortodoxos y experi- mentar la fraternidad entre las diversas confesiones cristianas.
Una parte conmovedora de este viaje tuvo lugar en la isla de Lesbos, donde pude constatar la generosidad de quie- nes trabajan para brindar acogida y ayuda a los migrantes, pero sobre todo vi los rostros de muchos niños y adul- tos alojados en los centros de acogida. En sus ojos está el cansancio del viaje, el miedo a un futuro incierto, el dolor por los propios seres queridos que de- jaron atrás y la nostalgia de la patria que se vieron obligados a abandonar. Ante estos rostros no podemos perma- necer indiferentes ni quedarnos atrin- cherados detrás de muros y alambres
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