¿Es posible esperar la paz en México hoy?

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COLUMNA

La voz del Obispo

¿Es posible esperar la paz en México hoy?

“Cuando la justicia vacila, la paz se convierte en un espejismo. Fortalecer la verdad y la equidad es el camino hacia la auténtica reconciliación”

3 noviembre, 2025

La paz constituye un anhelo profundo y permanente en todos los mexicanos, aún y cuando la realidad que enfrentamos tiende a quitarnos la esperanza, este anhelo de paz persiste como una convicción profunda de que sí es posible. 

El Papa León XIV, viendo los escenarios de violencia generalizados por el mundo entero, no dudó en expresar su propio anhelo al compartirnos en sus primeras palabras: “quiero una paz desarmada y desarmante”. ¿Es posible hoy sostener la esperanza de la paz en México? ¿A quién le corresponde construir esta paz? 

La realidad que enfrentamos desafía nuestra fe y nuestra esperanza: la Violencia desatada por el crimen organizado que se ha infiltrado en diversas experiencia cotidianas del país, amenazando en diversas regiones la libertad de trasladarnos, la posibilidad de desarrollar nuestras actividades comerciales, la posibilidad de vivir sin amenazas constantes. Esta situación se suma a la desigualdad social, la corrupción institucionalizada en tantas experiencias sociales, la polarización política y las amenazas a la dignidad humana. 

Sobre estos desafíos sociales el Papa León XIV ha señalado: “Cuando la justicia vacila, la paz se convierte en un espejismo. Fortalecer la verdad y la equidad es el camino hacia la auténtica reconciliación”.

¿Quién es el responsable de construir la paz en nuestro país? ¿Será solo el gobierno el que tenga que cumplir su tarea para que nuestros anhelos alcancen a realizarse? 

Ciertamente los gobiernos federales, estatales y municipales, en sus tres niveles, son responsables de guardar el Estado de Derecho y garantizar el ejercicio pacífico de nuestros derechos y libertades. Sin embargo, ninguna fuerza pública sería suficiente para guardar la paz si los ciudadanos no cooperan con cumplir las leyes, respetarse mutuamente y construir juntos, mediante el diálogo, la convivencia pacífica. En pocas palabras, el gobierno no puede suplir lo que nos toca a los ciudadanos y más aún, ¡el gobierno está conformado por ciudadanos!

¡Requerimos de la participación de todos para construir la paz! 

Desde las familias que promuevan en su seno comunidades de diálogo, encuentro y respeto; pasando por las escuelas que eduquen a ciudadanos comprometidos cívica y socialmente, respetando las leyes y comprometiéndose con la comunidad; hasta los movimientos sociales, los partidos políticos, los ambientes empresariales y las comunidades religiosas, que impulsen la conciencia ciudadana del respeto a la dignidad humana, la solidaridad y el compromiso de todos en la construcción de la paz.

Nuestra esperanza esta puesta en el Señor, pues fuimos creados por Dios para hacer el bien, para respetarnos y crecer juntos como hermanos. Es Él quien nos da la inteligencia, la compasión y la conciencia para vivir con plenitud el sueño de Dios sobre la humanidad: que todos aprendamos a convivir como hijos de un mismo Padre y hermanos entre nosotros.

 “La paz nace del corazón dispuesto a amar sin medida, a perdonar sin reservas y a construir puentes donde antes hubo muros.” Papa León XIV