¿Por qué el diablo le teme a la Virgen de Guadalupe?
Una imponente coincidencia en dos visiones: los testimonios de un exorcista y un Papa reiteran la fuerza del amor de Nuestra Señora de Guadalupe en la defensa de sus hijos… Y su capacidad de hacer huir al demonio.
El demonio le teme a la Virgen María y retrocede de manera especial ante la mención de una advocación en particular: la Virgen de Guadalupe, frente a la que tiene menos poder y huye. Así lo acreditan las enseñanzas del exorcista italiano Sante Babolin y las declaraciones de un pontífice que coinciden sólidamente con esa visión.
En un impactante testimonio que recuerda episodios de una lucha contra el diablo, el sacerdote le comentó a Desde la fe (2023) que aquel le había revelado un profundo odio contra la Madre de Dios, concretamente con el nombre de la Virgen de Guadalupe, patrona de México y Emperatriz de las Américas.
Lo dijo al abordar uno de sus crudos encuentros con el Malo durante la práctica de un exorcismo, labor a la que lo encomendó su obispo, aunque para entonces mostraba un brillante desempeño en el ramo académico en el que se desempeñaba en un principio.
El padre Babolin explicaba que en medio de un ritual a un muchacho italiano con el que buscaba la expulsión del demonio, inspirado por el tiempo durante el cual vivió en México, incluyó en sus oraciones el nombre de la querida advocación latinoamericana.
Según el testimonio documentado por Desde la fe, el exorcisto habría dicho en aquella ocasión:
—Por la Santísima Virgen María, Guadalupe Tonantzin…
A lo que el joven italiano respondió violentamente y con furia en los ojos:
—Tonantzin no: Coatlicue…
(Coatlicue era una diosa azteca sedienta de sacrificios humanos)
Asombrado por la reacción del Diablo ante la invocación a Guadalupe, continuó el exorcismo depositando su confianza en la Virgen María y repitió la orden de expulsión con la Guadalupana hasta que la voz en el poseído pronunció con iracunda rabia:
— Prima di Lei, tutto era mio lí. (Antes de Ella, todo esto era mío allá, refiriéndose a México) .
Al final del rito del exorcismo, el famoso exorcista italiano le preguntó al joven si conocía México y que pronunciara Coatlicue, pero resultó evidente que el joven no tenía la menor idea de lo que le hablaba.
El sacerdote falleció en febrero de 2023, pero su impactante testimonio está más actual que nunca y tiene una relevancia excepcional.
El papa Francisco y María de Guadalupe
Por su parte, el papa Francisco mencionó en al menos un par de ocasiones públicas, que el diablo le tenía un especial rencor a la Virgen de Guadalupe. E incluso dijo, aclarando que se trataba de su opinión, que el Diablo le tiene “bronca a México” por esa razón.
Estimaba el pontífice que muchos de los ataques del mal a México estaban derivados de esa animadversión. La razón, indicó en una oportunidad: “Creo que el diablo no le perdona a México que Ella haya mostrado ahí a su hijo”.
No obstante, el Santo Padre dejó claro también que la Madre de Dios supera en poder al diablo y que precisamente por eso, a él no le queda más remedio que huir cuando un exorcista pide su auxilio.
Dijo también que todos “se sienten hijos de la que trajo al salvador”, Nuestra Señora de Guadalupe, quien, insistió, “¡destruyó al demonio!”.
“¿Acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”
El 12 de diciembre de 2024, al celebrar a la Virgen María de Guadalupe en una solemne misa, el papa Francisco recordó una frase muy particular de la Madre de Dios desde la Basílica de San Pedro.
Afirmó que el misterio guadalupano es para venerar a la Virgen. Y dijo que en las dificultades y los momentos felices de la vida, la Morenita nos dice: “No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?”.
Es la misma frase que usaba el exorcista al retomar las palabras que le dijo la Virgen de Guadalupe a san Juan Diego y que continúan de la siguiente forma: “¿Acaso no estás bajo mi sombra, bajo mi amparo? ¿Acaso no soy yo la fuente de tu alegría? ¿Qué no estás en mi regazo, en el cruce de mis brazos? ¿Por ventura aún tienes necesidad de cosa otra alguna?”
La bellísima conversación culmina con una frase que resuena en nuestro corazón hoy más fuerte que nunca: “¡Por favor, que ya ninguna otra cosa te angustie, te perturbe!”.