Velas en la Basílica de Guadalupe. 11 de diciembre de 2020. Foto: María Langarica.
¿Cómo pedirle o rezarle a la Virgen de Guadalupe? La respuesta a esta pregunta la encontramos en el relato que nos cuenta las apariciones de la Virgen de Guadalupe; se llama “Nican Mopohua”, que en náhuatl quiere decir “Aquí se cuenta”.
Si te interesa leer el relato completo puedes hacerlo dando clic sobre el nombre: Nican Mopohua
Pues bien, en este relato, la Virgen de Guadalupe se presenta a sí misma como madre de Dios, en específico de Nuestro Señor Jesucristo, y más adelante también le hizo ver a Juan Diego, el vidente que llevó su mensaje, que ella era también su madre.
Las frases más significativas son: “¿No estoy yo aquí que soy tu madre?… ¿No estás en mi regazo y corres por mi cuenta? Estas preguntas y la sanación del tío Juan Bernardino fueron una prueba muy clara de quién era ella, y la finalidad para qué pedía que se le construyera una casita sagrada.
Así es que a ella nos podemos dirigir, ni más ni menos, como nos dirigimos a una madre. Con cariño, con confianza, con respeto y amor.
Historia de la Virgen de Guadalupe.
La Virgen de Guadalupe conoce que hemos pasado por muchos problemas, que en las familias muchas veces hay falta de trabajo, falta de salud y muchos conflictos entre hermanos y entre generaciones.
Juan Diego, por ejemplo, quiso enfrentar en soledad la grave enfermedad de su tío, y por ello le daba la vuelta al cerro para no perder tiempo con la Señora del cielo, pero ella le salió al encuentro porque esa actitud de aislamiento no le favorecía a él.
Como buena madre, ella nos corregirá si es necesario, nos hará ver que muchos de los sufrimientos que pasamos han sido provocados por nosotros mismos y que para alcanzar la verdadera salud es necesario cambiar para bien.
Madrecita mía de Guadalupe, madre de Jesucristo verdadero Dios,
vengo a ti como hijo amado a visitarte y a poner todos mis pesares y alegrías delante de ti.
Las cosas buenas que nuestro Padre Dios nos ha dado las agradecemos,
las cosas difíciles y dolorosas también,
pero te pedimos que nos cubras con el manto de tu intercesión para que las cosas tristes,
como la enfermedad, las peleas y carencias económicas pasen
y podamos vivir contentos sirviendo a Dios, a Ti y a nuestros hermanos. Amén.
Cada semana reza, en familia o con amigos o con tu comunidad en la iglesia
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