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El Papa Francisco propone 3 pasos para descubrir la vocación

ACI PrensaEn un mensaje dirigido a Obispos, sacerdotes, consagrados y fieles de todo el mundo con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el próximo 22 de abril de 2018, el Papa Francisco recordó que “nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina” y por […]

ACI Prensa

En un mensaje dirigido a Obispos, sacerdotes, consagrados y fieles de todo el mundo con motivo de la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el próximo 22 de abril de 2018, el Papa Francisco recordó que “nuestra vida y nuestra presencia en el mundo son fruto de una vocación divina” y por eso es necesario un proceso de discernimiento que ayude a descubrirla.

En el marco de la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a los jóvenes, “en particular a la relación entre los jóvenes, la fe y la vocación”, que se celebrará en el próximo mes de octubre, el Pontífice reflexionó sobre tres conceptos: escucha, discernimiento y vida.

“En la diversidad y la especificidad de cada vocación, personal y eclesial, se necesita escuchar, discernir y vivir esta palabra que nos llama desde lo alto y que, a la vez que nos permite hacer fructificar nuestros talentos, nos hace también instrumentos de salvación en el mundo y nos orienta a la plena felicidad”, señaló el Santo Padre.

Escuchar

Francisco afirmó que “la llamada del Señor no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana”. Destacó que “Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad. Así puede ocurrir que su voz quede silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que llenan nuestra mente y nuestro corazón”.

Por ello, es necesario “prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu”.

El Pontífice explicó que para poder escuchar esa llamada del Señor hay que abrirse, salir de uno mismo. “Si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros”.

Ahora bien, reconoció que esa actitud de escucha, “es hoy cada vez más difícil, inmersos como estamos en una sociedad ruidosa, en el delirio de la abundancia de estímulos y de información que llenan nuestras jornadas”. Por ello invitó a la contemplación, a “reflexionar con serenidad sobre los acontecimientos de nuestra vida y llevar a cabo un fecundo discernimiento, confiados en el diligente designio de Dios para nosotros”.

Discernir

“Cada uno de nosotros –explicó el Papa Francisco– puede descubrir su propia vocación sólo mediante el discernimiento espiritual”. Insistió en que “la vocación cristiana siempre tiene una dimensión profética”.

Afirmó que “hoy tenemos mucha necesidad del discernimiento y de la profecía; de superar las tentaciones de la ideología y del fatalismo y descubrir, en la relación con el Señor, los lugares, los instrumentos y las situaciones a través de las cuales Él nos llama. Todo cristiano debería desarrollar la capacidad de ‘leer desde dentro’ la vida e intuir hacia dónde y qué es lo que el Señor le pide para ser continuador de su misión”.

Vivir

En el mensaje, Francisco destacó la necesidad de asumir la vocación, una vez descubierta, sin rezagarse: “¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado (a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración) a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora”.

“El Señor sigue llamando hoy para que le sigan –aseguró–. No podemos esperar a ser perfectos para responder con nuestro generoso ‘aquí estoy’, ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da”.