Trump y la fecundación in vitro
Únicamente ser concebidos a través del acto conyugal corresponde a nuestra dignidad humana. El hombre es imagen de Dios, que es amor
Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital
Aunque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, por su oposición al aborto ha demostrado ser pro vida, el pasado martes firmó una orden ejecutiva que ordena al Gobierno ampliar el acceso a la fecundación in vitro (FIV) y reducir los costes del tratamiento de fertilidad. La FIV consiste en combinar óvulos y espermatozoides en una placa de laboratorio para crear un embrión para las parejas con dificultades para concebir.
Es claro que el gobierno de Trump está a favor de la vida y la familia, y eso hay que reconocerlo. Las imágenes de Elon Musk con niños en sus brazos en la oficina oval y de JD Vance acompañado de sus hijos pequeños en sus viajes, es una manera de incentivar que las familias tengan más hijos. Sin embargo la FIV es una manera inmoral de dar estímulo a la fertilidad y a ello se opone la enseñanza de la Iglesia Católica.
Mientras que los métodos anticonceptivos significan sexo sin hijos, muchas técnicas de reproducción asistida –FIV entre ellas–, significan hijos sin sexo. El significado del amor, el matrimonio y la vida, exige que el vínculo entre el sexo y los bebés nunca se separe, independientemente de las circunstancias.
El principio moral básico de la Iglesia respecto a las tecnologías de reproducción asistida es el siguiente: si una determinada intervención médica ayuda al abrazo sexual entre el hombre y mujer, a fin de lograr su fin natural, puede ser moralmente aceptable, incluso loable. Pero si la técnica reemplaza a las relaciones sexuales como medio por el cual se concibe al niño, no está en consonancia con la intención de Dios para la transmisión de la vida humana.
Separar la concepción del abrazo sexual entre el hombre y la mujer no sólo provoca otros males futuros, sino que es contrario a la dignidad del niño, la dignidad de los esposos, de su relación y de nuestra condición de criaturas.
La FIV obtiene el esperma, generalmente, por medio de la masturbación, lo cual es moralmente ilícito. Se producen además un exceso de vidas humanas que son destruidas por el aborto, congeladas para usos posteriores o intencionalmente cultivadas en granjas para hacer experimentos médicos; se crea una mentalidad eugenésica que discrimina seres humanos al no tratarlos a todos con la misma dignidad y respeto. También se presta al tráfico de gametos, al congelamiento para ser implantados en otras mujeres distintas a la madre y a que nazcan eventualmente hijos sin padre.
Únicamente ser concebidos a través del acto conyugal corresponde a nuestra dignidad humana. El hombre es imagen de Dios, que es amor. Nuestro origen y último destino es el amor, y por ello solamente concierne a nuestra dignidad humana ser concebidos por un acto de amor que es expresión de la imagen de Dios. Este acto es el acto conyugal entre marido y mujer cuando ellos se convierten en una sola carne.
Los seres humanos merecemos ser tratados como personas. Todos fuimos regalo de Dios para nuestros padres y para el mundo. Con la FIV, el niño no es el fruto del amor conyugal sino el resultado de un procedimiento técnico que trata al niño como producto que se obtiene, en vez de persona que se ama. Para quienes están involucrados en la FIV, se crea, de manera consciente o inconsciente, una actitud despersonalizada hacia el niño. A los productos se les trata con procesos de control de calidad. Los padres que acuden a la FIV suelen gastar miles de dólares en ello. ¿Qué sucede si su “producto” sale defectuoso, si no tiene la estatura o el color de la piel que deseaban para él?
Por estos y otros motivos, la Iglesia Católica, considera la FIV como moralmente incorrecta. El gobierno de Donald Trump podrá querer incrementar las tasas de natalidad, lo que es deseable y loable también. Pero la única manera de asegurar que se respete la dignidad de todo niño es que los esposos entiendan y vivan el significado de la sexualidad y nunca busquen traer un niño al mundo que no sea a través del acto conyugal.
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