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5 de diciembre: la Iglesia celebra a San Sabas, “el Santificado”

Descubre quién fue San Sabas, fundador de monasterios en Tierra Santa y ejemplo de humildad, penitencia y servicio.

5 diciembre, 2025
5 de diciembre: la Iglesia celebra a San Sabas, “el Santificado”
¿Quién fue San Sabas? Te contamos su vida marcada por oración, desierto, milagros y servicio a los más pobres.

A veces la vida está marcada por conflictos desde la infancia, pero hay quienes, en lugar de responder con enojo, transforman sus heridas en caminos de santidad. San Sabas es uno de esos hombres.

Abandonó comodidades, renunció a su herencia familiar y eligió lo esencial: la oración, el sacrificio y la misericordia. Su historia nos habla de reconciliación, servicio y profunda entrega a Dios.

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¿Quién fue San Sabas?

Sabas nació en Turquía en el año 439 d. C. Siendo pequeño, su padre —comandante del ejército— tuvo que ausentarse, dejándolo bajo el cuidado de un tío. Su familia no quería hacerse cargo de él ni educarlo, lo que provocó tensiones constantes. Tras varios conflictos, terminó viviendo con otro tío, quien exigía a la familia una compensación económica por cuidarlo, situación que agravó las disputas.

Desde niño, Sabas fue pacífico, por lo que decidió apartarse y refugiarse en un monasterio, donde comenzó su vida espiritual, destacando como monje ejemplar.

Arrepentida, su familia intentó recuperarlo, pidiéndole administrar sus bienes; pero Sabas ya no tenía interés en lo material. Se trasladó a Jerusalén, donde aprendió de los monjes de la región. Cerca de ellos construyó su propia celda y se entregó a la oración, la penitencia y la caridad.

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Un hombre de trabajo y misericordia

Además de su vida ascética, Sabas trabajaba largas horas elaborando canastos que vendía para alimentar a enfermos y ancianos. Con su herencia mandó construir dos hospitales, demostrando que la santidad también se vive desde el servicio.

Después emprendió un retiro de cuatro años en el desierto, sin hablar con nadie. Cuando regresó, comenzaron a buscarlo monjes que deseaban ser guiados por él. Así fundó una comunidad que llegó a tener 150 monjes cerca del Mar Muerto. Allí mismo plantó palmeras que alimentaban y daban sombra a quienes vivían en el monasterio.

En una ocasión, San Eutimio (monje muy austero) lo invitó a vivir 40 días de Cuaresma en el desierto donde ayunó Jesús. Sabas casi perdió la vida por la sed, pero San Eutimio oró y encontró una fuente de agua que lo salvó.

Desde entonces, Sabas repitió ese retiro penitencial muchas veces: fue un ejercicio de fortaleza física y espiritual.

San Sabas, líder de monjes y defensor de la fe

Al cumplir 50 años fue ordenado sacerdote y nombrado jefe de todos los monjes de Tierra Santa. Fue guía de grandes santos, entre ellos San Juan Damasceno y San Teodoro.

Viajó a Constantinopla tres veces para pedir ayuda para los cristianos de Palestina. En su primera visita, lo rechazaron por su aspecto humilde; sin embargo, cuando el emperador supo quién era, lo mandó llamar. Sabas pidió que no se apoyara a los herejes, protección para los monasterios y ayuda para las necesidades de Tierra Santa.

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Su muerte y el legado que permanece

San Sabas murió el 5 de diciembre de 532, a los 94 años. Su monasterio, ubicado cerca del Mar Muerto, sigue existiendo y es uno de los más antiguos del mundo.

Se cuenta que la fuente milagrosa aún brota agua, y que las palmeras que él sembró continúan alimentando y resguardando a los monjes que viven en el lugar.



Autor

Lic. en Lengua y literaturas hispánicas por la UNAM, con experiencia en edición digital y redes sociales. Ha sido editora de los sitios web Padres e hijos, Cocina Fácil y colaborado en National Geographic y Muy Interesante. Actualmente es editora en la Diócesis de Azcapotzalco y es reportera en Desde la Fe.