De la cerveza al champagne: las bebidas alcohólicas que nacieron en un convento

Leer más

¿Cómo acompañar a alguien que perdió la fe tras una tragedia?

Cuando una tragedia sacude la vida, también puede sacudir la fe. Expresar el dolor con autenticidad, incluso con reclamos a Dios, puede ser el primer paso para sanar el corazón y reencontrarse con Él.

30 julio, 2025
¿Cómo acompañar a alguien que perdió la fe tras una tragedia?
La oración puede surgir desde el reclamo o la tristeza: Dios escucha incluso el clamor del corazón roto. Foto: Especial

¿Dónde estaba Dios cuando más lo necesitaba? ¿Por qué, si soy buen cristiano, me castigó? ¿Por qué me abandonó? Estas preguntas suelen surgir en medio del dolor, cuando la tristeza y el sentimiento de abandono se mezclan con la necesidad urgente de encontrar sentido a una tragedia.

Sin embargo, estas expresiones no son necesariamente señales de una pérdida de fe, sino manifestaciones profundamente humanas de una razón nublada por el sufrimiento, explica Mons. Pedro Agustín Rivera, párroco del templo Santo Niño de Jesús “Limosnerito”, en la Ciudad de México.

El sacerdote, quien es responsable de la Comisión de Liturgia y Espiritualidad de la Arquidiócesis de México, subraya que la fe no es un asunto de emociones, sino un acto de la razón. Pero ante una desgracia, la persona no puede razonar con claridad, porque el dolor lo desborda. “Cuando uno sufre, deja de pensar y empieza sólo a sentir”, afirma.

Consolar a quien pasa por un duelo
“Dios nunca rompe su alianza contigo, aunque tú te hayas soltado de su mano”, recuerda Mons. Pedro Agustín Rivera. Foto: CETAC.mx

¿Cómo acompañar a alguien que sufrió una tragedia?

En estos casos, lo más importante es la presencia silenciosa y compasiva. “A veces, lo mejor que podemos ofrecer es nuestro hombro para llorar y una escucha atenta. No se trata de dar consejos, ni frases hechas, sino de estar”, dice el sacerdote.

Y es que, como él mismo advierte, hay palabras que hieren más que consuelan. “Decirle a alguien que ‘ya le tocaba morir’ o ‘ya vendrá otra persona’ puede hacer mucho daño. La persona no necesita correcciones, necesita compañía y silencio”.

Asegura que una vez que el dolor emocional ya disminuyó se pueden usar palabras teológicas, como por ejemplo algunos versículos de la Biblia o Salmos como el 23:4 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo” y el Salmo 34:18 “El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón”. Estas citas pueden brindan consuelo y recuerdan que Dios está presente en el dolor. 

“Dios no nos abandona”

Mons. Pedro Agustín recuerda con claridad el caso de una mujer que, en medio de la pandemia, perdió a su madre, luego a su esposo y finalmente a su hijo, todo en un periodo muy breve. “Era una mujer de fe, de oración, que vende quesadillas en su puesto y es parte del consejo parroquial. Su testimonio es que Dios le dio la fortaleza para sostenerse. En su caso, la palabra de Dios sí encontraba tierra fértil”.

Pero también menciona otras historias, comenta Mons. Pedro Agustín. “Una vez recibí una carta desde Italia. El remitente me contaba que, aunque había sido bautizado, ya no practicaba su fe. Me decía: ‘Dios me dio la posibilidad de viajar por el mundo, pero en Italia ya no vivo mi fe como antes’”.

El sacerdote recuerda que, en su carta destacó que en sus viajes visitaba iglesias y siempre encontraba alguna imagen que lo tocaba profundamente y lo llevaba a su casa. En uno de esos viajes, dice el sacerdote, al volver a casa, recibió la noticia de que su madre había fallecido. Le dolió tanto no haber estado con ella que, lleno de rabia, retiró todas las imágenes religiosas de su casa, excepto la de la Virgen de Guadalupe, que permanecía en la recámara de su mamá.

“El muchacho en su carta me dijo que a veces entraba a ese cuarto solo para sentir que estaba cerca de ella. Al principio, lo hacía desde el dolor y el coraje, pero poco a poco, algo nuevo comenzó a nacer en su interior… una fe distinta, más profunda, que lo fue reconectando con Dios”.

Frente al sufrimiento, muchas personas se preguntan: “¿Dónde estaba Dios cuando ocurrió esto?” y la respuesta de Monseñor Pedro Agustín es “Dios está siempre al lado del que sufre. Incluso cuando nosotros lo olvidamos, Él nunca se olvida de nosotros. Lo que pasa es que el sentimiento de dolor nos hace pensar lo contrario”.

La medicina del alma es la fe
La medicina del alma es la fe

¿Qué pasa si le reclamo a Dios?

Reconocer el dolor con autenticidad también forma parte de la oración. “Uno puede decirle a Dios: ‘Estoy enojado contigo’. Esa es una oración válida. Dios no quiere máscaras; quiere un corazón sincero, incluso si está roto”, afirma Mons. Pedro Agustín Rivera. Para él, orar no significa repetir fórmulas, sino entablar un diálogo real, incluso cuando nace del desconcierto o la queja.

La oración puede ser, entonces, un reclamo desde la herida, no como signo de irreverencia, sino como un acto de confianza. En medio del sufrimiento, es legítimo expresar a Dios el enojo, la tristeza o la incomprensión. Lo esencial es no callar lo que se siente, porque Dios acoge cada lágrima y escucha incluso cuando el alma no encuentra palabras.

Mons. Pedro Agustín recuerda que Dios nunca es indiferente al sufrimiento humano. “Dios oye tu clamor, tu angustia, el grito del oprimido”, afirma, evocando el relato bíblico de Moisés. Incluso expresiones nacidas del dolor —como las de Job, que rozan el sinsentido o la rebeldía— son escuchadas con ternura. Porque Dios no busca discursos perfectos, sino corazones que, a pesar de todo, se atreven a volver a Él.

Finalmente, invita a quienes han perdido la fe a no cerrar el corazón a la posibilidad del reencuentro. “Dios nunca rompe su alianza con nosotros. Incluso si tú te has soltado de su mano, Él sigue ahí. No pierdas la esperanza. Llora todo lo que tengas que llorar, pero cuando termines, recuerda que Dios también está a tu lado”.



Autor

Periodista con más de 20 años de trayectoria, titulada de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. A lo largo de su carrera ha colaborado en reconocidos medios nacionales como Milenio, El Gráfico de El Universal, Revista Alto Nivel y Desde la fe, entre otros. Su trabajo se ha enfocado en temas sociales, culturales y de interés humano, con un compromiso constante por informar con profundidad y sensibilidad.