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COLUMNA

Pregúntale al padre

¿Cómo saber si alguien me hizo brujería y cómo eliminarla?

"¿Cómo saber si me han hecho brujería?" "¿Puedo evitar que surta efecto?", son muy recurrentes en muchas personas.

23 junio, 2024
¿Cómo saber si alguien me hizo brujería y cómo eliminarla?
Una pregunta común que muchas personas se hacen es: ¿Me están haciendo brujería? Esto suele surgir como respuesta a situaciones difíciles o males que están experimentando.Foto: Pixabay
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Maestro Normalista. Licenciado en Filosofía y Teología, Mtro. en Teología, Lic. Pontificio en Teología Sacramentaria. Canciller de la Diócesis de Xochimilco, Exorcista miembro de la AIE, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas de la Diócesis de Xochimilco. Párroco de “El Padre Nuestro”. Profesor de Teología de la Iniciación Cristiana, de Teología de la Eucaristía, de Teología del Matrimonio, de Semiótica, de Síntesis Teológica y varios Seminarios Teológicos. 

“¿Cómo saber si me han hecho brujería?” “¿Puedo evitar que surta efecto?”, son preguntas muy recurrentes en muchas personas. El sacerdote Alberto Medel se ha encontrado con numerosas almas angustiadas por estas preocupaciones. Ante ello, redactó la siguiente información:

Si te preguntas si estás bajo un hechizo o cómo evitar que la brujería lanzada contra ti surta efecto, estás basando estas inquietudes en una idea errónea. Al creer que la brujería tiene algún tipo de poder real, te estás aferrando a una falsa percepción que es crucial dejar atrás.

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Cuando trato con personas que dicen estar embrujadas, mi primera batalla la debo librar con la terrible ignorancia que les permite creer esas patrañas. Cuando me refiero a “ignorancia”, no me refiero sólo a “falta de conocimientos”, sino a la falta de fe.

Se cree que las cartas actúan como herramientas para conectar con energías o entidades espirituales, y así obtener información sobre el futuro. Foto: Pixabay

La fe no es “creer lo que se me ocurre” por muy bien intencionado que sea, la fe es creerle a Jesús, a su Evangelio, a su presencia entre nosotros que se perpetúa para cada generación a través de la Iglesia y de los sacramentos, por lo tanto la ignorancia de la que hablo no se quita con los muchos conocimientos racionales, sino con el encuentro con la persona de Jesucristo, el único capaz de disipar todas nuestras tinieblas.

Así que, para liberarnos de esas ideas supersticiosas tan arraigadas en nosotros, necesitamos acercarnos a Jesús, escuchar su enseñanza y vivir en comunión con Él. ¿Esto como se hace? Con los medios que el Señor nos dejó: siendo parte viva de la Iglesia, el único camino cierto que nos conduce a la salvación, con la escucha y vivencia de su palabra y con la fuerza que nos otorga a través de los sacramentos. Con esto en nuestra vida, estamos garantizando la vivencia plena de la fe y, por lo tanto, la protección que necesitamos contra todos los peligros de alma y cuerpo.

¿Cómo saber si me han hecho brujería?

Nunca lo sabrás, a menos de que encuentres algún objeto “embrujado”.

Los muñecos de vudú canalizan energía hacia una persona al representar simbólicamente al objetivo del practicante, permitiéndole influir en esa persona de alguna manera. Foto: Pixabay

¿Cómo evitar que la brujería surta algún efecto?

Esta pregunta simplemente no debería de existir, pues partiendo de la idea clara que la brujería no tiene ningún poder, simplemente no habrá ningún efecto, por lo que no tienes que hacer nada para protegerte.

No obstante, no hay que subestimar la brujería. A pesar de carecer de cualquier poder real, quienes la practican siguen una serie de rituales y creencias con la esperanza de obtener beneficios.

El demonio aprovecha la ignorancia de los crédulos para aparentar tener poder y cumplir sus peticiones. Es por esto que tanto los brujos como sus seguidores afirman su efectividad. Como mencioné anteriormente, nuestro primer paso debe ser disipar la oscuridad de la ignorancia en las personas, iluminándolas con la Palabra de Dios y fortaleciéndolas mediante la gracia de los sacramentos.



El demonio aprovecha la ignorancia de los crédulos para aparentar tener poder y cumplir con sus peticiones. Foto: Pixabay

Cuando observamos a tantos católicos que se identifican como tales solo por costumbre, sin vida interior, sin oración ni conocimiento de la palabra salvadora, y que alternan entre invocar a Dios y buscar ayuda de brujos y chamanes, o entre visitar a nuestra Madre de Guadalupe y recurrir a limpias o lecturas de cartas, esta falta de fervor espiritual es el terreno fértil para ideas supersticiosas arraigadas profundamente en ellos. Es precisamente esta superstición, no el poder real de la brujería como ya hemos señalado, lo que da fuerza a estas prácticas. Esta situación atormenta a las personas y puede llevarlas a cometer actos desesperados, incluyendo atentar contra sus propias vidas o las de otros.

Si sabemos que alguien nos ha hecho brujería, no temamos, estamos bajo la mano providente del único que tiene poder, que es Dios, y sin temor alguno, desechemos objetos maleficiados destruyéndolos, sea con el fuego o rompiéndolos y tirándolos a la basura. También se pueden llevar al sacerdote exorcista para que los sustraiga del dominio del demonio y los deseche de las formas que él sabe.

No debemos temer, nunca, especialmente cuando estamos en las manos de Dios. Es el pecado, y únicamente el pecado, el que nos induce a dudar. Sin embargo, incluso cuando pecamos, podemos arrepentirnos y regresar a Dios. ¿No será que vivimos tan alejados de Dios, más de lo que estamos dispuestos a reconocer, que por eso sentimos miedo y permitimos que creencias supersticiosas crezcan en nosotros hasta aprisionarnos?

Desmitificando la brujería: primera carta a los Corintios

Para exponer el punto que me parece fundamental, me voy a basar en una forma de actuar por parte de san Pablo en su primera carta a los corintios (10, 14-33). San Pablo aborda con los corintios el problema de comer o no la carne inmolada a los ídolos. Antes de dar la enseñanza cierta sobre ese asunto, Pablo desestima que esa carne sacrificada tenga algo de especial, pues, para san Pablo, los ídolos a los que fueron ofrecidos simplemente no existen, son nada, tan es así que Pablo no se detiene a hacer una explicación sobre los ídolos, simplemente al ser nada, los ignora por completo.

Leer: Si la ‘magia blanca’ busca el éxito y la prosperidad, ¿por qué está prohibida?

De esta manera Pablo le quita cualquier halo de singularidad a esa carne, no está maldita por el hecho de haber sido sacrificada a un ídolo, porque simplemente fue ofrecida a nadie. Sin embargo, Pablo no ignora el sentido que tiene el sacrificio y la comida de la víctima sacrificada, la cual adquiere un valor simbólico, de modo que, todos aquellos que creen en el ídolo al que se sacrificó entran en una especie de “comunión” con el ídolo y si un cristiano, aunque consciente que esa víctima fue sacrificada a nadie y por lo tanto la comida no tiene nada, el simbolismo que tiene puede llegar a confundir, tanto a los que creen en el ídolo (pensando que el cristiano al comer está de acuerdo con ellos), como a los cristianos y a otros que no son capaces de comprender del todo, por ello san Pablo dice que “todo es lícito, mas no todo es conveniente, todo es lícito, mas no todo edifica” (v. 23).

Y añade: “si un infiel los invita (a comer) y ustedes aceptan, coman todo lo que les presente sin plantearse cuestiones de conciencia, mas si alguien les dice ‘Esto ha sido ofrecido en sacrificio’, no se lo coman, a causa del que lo advirtió y por motivos de conciencia” (vv. 27-28). Y culmina diciendo: “Por tanto, ya coman, ya beban o hagan cualquier cosa, háganlo todo para gloria de Dios” (v. 31).

Las preguntas que dan título a este escrito parten de un supuesto equivocado. Así como san Pablo desestima la existencia de los ídolos y por lo tanto que lo sacrificado a ellos no tiene algo de especial, como mágico o sobrenatural, igualmente debemos de tratar a la brujería, es nada, es charlatanería, es basura, por lo tanto, pensar que esas expresiones de la ignorancia humana y de su pretensión soberbia, tengan algún tipo de poder, es un gran error.








Autor

Maestro Normalista. Licenciado en Filosofía y Teología, Mtro. en Teología, Lic. Pontificio en Teología Sacramentaria. Canciller de la Diócesis de Xochimilco, Exorcista miembro de la AIE, Maestro de las Celebraciones Litúrgicas de la Diócesis de Xochimilco. Párroco de “El Padre Nuestro”. Profesor de Teología de la Iniciación Cristiana, de Teología de la Eucaristía, de Teología del Matrimonio, de Semiótica, de Síntesis Teológica y varios Seminarios Teológicos. 

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