¿Quiénes son los nuevos diáconos de la Arquidiócesis de México 2025?

La Arquidiócesis Primada de México se prepara para la ordenación de nuevos diáconos transitorios, quienes recibirán este ministerio el próximo martes 18 de junio en la Basílica de Guadalupe.

Cuatro seminaristas culminaron su etapa de formación en el Seminario Conciliar de México y asumen su ordenación diaconal como una preparación inmediata al sacerdocio. Como diáconos transitorios, estarán llamados a proclamar el Evangelio, asistir en la liturgia, realizar obras de caridad y servir al Pueblo de Dios con entrega generosa.

Los nuevos diáconos son: Jorge Fernando García Aceves, Luis Ignacio Lozano Cobos, Jorge Saúl Salazar Romero, todos Cruzados de Cristo Rey y Diego José Zepeda Martínez y estos son sus perfiles.

Jorge Saúl Salazar Romero

Tiene 32 años, originario de la Ciudad de México; su vocación surgió en unas misiones de Semana Santa, cuando estaba por iniciar la carrera de Ingeniería en Metalurgia y Materiales. Inspirado por el testimonio del sacerdote español Jorge Loring y acompañado por la oración a la Virgen María y San José, Jorge descubrió el llamado de Dios al sacerdocio.

“Cuando les dije a mis padres de mi vocación, mi mamá mostró dudas, pero finalmente me apoyaron, y me mostraron se respaldo. De hecho mi padre siempre me dijo ‘lo que decidas aquí estoy para apoyarte'”.

Como futuro sacerdote, Jorge Saúl Salazar Romero desea orientar su ministerio hacia el acompañamiento de los jóvenes y de los matrimonios, convencido de que una familia sana comienza con un matrimonio fortalecido. Reconoce que ser sacerdote hoy vale la pena porque se trata de salvar almas y vivir una entrega plena a Dios y a su pueblo. Se inspira en santos como Santa Teresita del Niño Jesús y la beata Concepción Cabrera de Armida, cuya espiritualidad lo ha marcado profundamente. Una frase que lleva en el corazón dice: “En la medida que tú amas, está la medida de tu alegría”.

Jorge Fernando García Aceves

Originario de Tepatitlán, Jalisco, tiene 27 años y es uno de los seminaristas que recibirán la ordenación diaconal el próximo 18 de junio. Su vocación nació al ver el testimonio de un sacerdote de su comunidad, cuyo ejemplo de entrega y servicio despertó en él el deseo de seguir a Cristo. Aunque al principio sus padres reaccionaron con desconcierto, con el paso del tiempo reconocieron la autenticidad de su llamado y hoy lo apoyan con alegría. La primera vez que usó el alzacuello, Jorge lo vivió como signo de entrega, servicio y apertura al amor de Dios.

“Como sacerdote deseo orientar mi ministerio a los jóvenes y al ámbito universitario. Estoy convencido de que las nuevas generaciones buscan un amor profundo y verdadero”. Reconoce que el camino vocacional ha tenido desafíos, especialmente en lo académico y en la convivencia fraterna, pero también ha sido una oportunidad de crecimiento.

Su vocación se inspira en San José y en San Alberto Hurtado, quien decía: “Hay que gastarse como un cirio que se entrega por Cristo”. Jorge anhela ser recordado como un hombre entregado al servicio de Dios y de su pueblo.

Diego José Cepeda Martínez

Tiene 32 años y es originario de la Ciudad de México, descubrió su vocación sacerdotal a la mitad de su carrera de Ingeniería Industrial en el IPN. El testimonio de su párroco, el padre Rubén Sandoval, marcó profundamente su camino, así como una experiencia con personas en situación de calle que lo llevó a preguntarse si podía servir a Dios con su vida. Aunque sus padres se sorprendieron al inicio, hoy lo apoyan con alegría al ver la autenticidad de su entrega.

“Deseo ser párroco y acompañar a mi comunidad con compromiso y pasión, manteniendo una profunda amistad con Jesús en el sagrario y una formación constante para responder a los desafíos actuales”, señala. Diego inspira su vocación en la Virgen de Guadalupe y considera que todos tienen un llamado en la vida y encontrarlo es una aventura que comienza en el corazón. Añade que para él, ser sacerdote es “entregar la vida completita, apasionadamente, para dar vida a otros”.

Luis Ignacio Lozano Cobos

Originario de la Ciudad de México, Luis encontró su llamado al sacerdocio cuando ya era ingeniero en Tecnologías de la Información y había trabajado durante cinco años en el sector profesional. “Fue en una inesperada peregrinación vocacional, bajo la lluvia y sin saber exactamente a dónde iba. Al ver a los sacerdotes animando a los jóvenes y a la gente, dije: ‘Yo quiero esa alegría que ellos tienen’, y ese fue mi llamado”.

Luis Ignacio, de 36 años, viene de una familia de educadores, y no es casual que uno de sus grandes anhelos como futuro sacerdote sea enseñar y acompañar a los jóvenes en su encuentro con Cristo. “Nuestro gran tesoro es ser hijos de Dios”, afirma con convicción, y confiesa que su madre, en silencio, lo había consagrado a la Virgen desde pequeño sin imponerle ningún camino.

Profundamente influido por San Gregorio Magno y su idea de que un deseo santo creció con el tiempo, Con alegría sencilla, incluso al contar chistes, defiende que el sentido del humor es una forma de testimonio, porque “si estamos alegres, es porque alguien sostiene esa alegría, incluso en tiempos difíciles”.

Su mensaje para quienes temen comprometerse es claro: “Dios no quiere que fracasemos, sino que seamos felices. ¿Por qué no hacer la prueba?”. A quienes sienten inquietud, les invita a confiar: “Comprometer nuestra libertad con algo grande puede dar frutos maravillosos”.

Luis Ignacio será ordenado diácono transitorio en la Basílica de Guadalupe, lugar que considera una bendición y un signo de amor maternal de María. “Mi ‘sí’ a Dios es considerado por muchos como tardío, pero para mi fue a tiempo perfecto y en manos del único que llama con certeza y ternura”.