El abrazo como lugar seguro en la familia

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El abrazo como lugar seguro en la familia

Abrazar es mucho más que un gesto: es una manera de decir “te amo”, “aquí estás a salvo”. Conoce por qué los abrazos son esenciales para padres e hijos.

POR  DLF
8 noviembre, 2025
El abrazo como lugar seguro en la familia
En un mundo acelerado, un abrazo se convierte en refugio. Descubre cómo este gesto sencillo tiene el poder de sanar, reconectar y recordarnos que somos amados.

En un mundo que avanza tan rápido, donde las exigencias, el cansancio y las pantallas parecen ocupar cada momento del día, un abrazo se vuelve un acto medular para vivir. No es solo un gesto bonito, es un recordatorio de que pertenecemos a un lugar donde podemos descansar y sentirnos seguros.

Un abrazo es en realidad, uno de los lenguajes más complejos que tenemos los seres humanos para transmitir lo que a veces las palabras no alcanzan a decir. Dentro de un abrazo ocurren procesos invisibles pero poderosos: nuestra respiración se sincroniza, los músculos se relajan, el latido se vuelve más estable y, sin darnos cuenta, empezamos a sentirnos acompañados.

 Neurocientíficamente se sabe que el contacto físico libera oxitocina, la hormona del amor, el vínculo y la calma, la misma que ayuda a disminuir la ansiedad, bajar el cortisol y recordarle al cerebro que no está solo. Por eso, cuando un niño se asusta o un adulto está estresado, un abrazo cálido tiene la capacidad de regular lo que estaba fuera de control.

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Un abrazo debería ser, más que nunca, un refugio para padres e hijos: un espacio seguro donde el cuerpo y el corazón bajan la guardia. Pero más allá de lo que ocurre en el cuerpo, un abrazo dentro de la familia tiene un significado emocional profundo. Es una manera de decir: “Aquí estás a salvo”, “Aquí eres amado tal como eres”, “Aquí puedes descansar”, “No estás solo. Aquí estoy para ti”.

Para los hijos, un abrazo es una confirmación de que sus figuras de referencia están disponibles emocionalmente. Para los padres, abrazar a sus hijos también es un recordatorio de lo esencial: que la relación es el centro y que antes de corregir, enseñar o dirigir, necesitamos conectar.

Abrazar es también un acto de reparación y reconexión emocional. Si bien no resuelve todos los problemas, crea el terreno seguro desde el cual sí podemos hablar, pedir perdón o sostener emociones difíciles después de un día pesado. Es un espacio donde todos en la familia, vuelven a sentirse vistos.

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Cuando un niño tiene un mal día, cuando un papá está agotado, cuando una mamá se siente rebasada, cuando los hermanos discuten… un abrazo puede marcar la diferencia entre sentirse solo o sentirse acompañado. Y eso cambia todo porque un abrazo nos devuelve a lo básico: nos necesitamos unos a otros.

No podemos olvidar que somos seres hechos para el contacto, para la ternura y para encontrar refugio en los brazos de quienes amamos. Por eso, un abrazo representa mucho más que la acción: es el símbolo más sencillo y más profundo del amor de una familia. ¿Cuándo fue la última vez que abrazaste a los que amas?

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Psic. Machy Guerrero

Psicóloga certificada en disciplina positiva en la familia. Diplomada en trauma complejo, parentalidad, apego y desarrollo de la infancia. Entrenada en terapia infanto-parental, microanálisis, video feedback y Modelo PARCUVE para intervención en trauma.​



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