¿Cuál es tu proyecto de vida? Una pregunta profunda y compleja. ¿Quién podría responderla sin titubeos? Pues un niño de 15 años tuvo la claridad y determinación de dicho proyecto desde muy temprana edad. Me refiero a Carlo Acutis, el “santo millennial”, beatificado en octubre del 2020 y de quien este mes se estrenó la película de su vida.
“Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”. Y vaya que su paso por este mundo nos deja un legado de santidad y renueva la mirada por mucho tiempo cansada y nublada por muchos de los acontecimientos que detractores de la Iglesia han tomado como estandarte para desmotivar y alejar a los creyentes de la práctica de la religión.
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La Cuaresma nos invita a arrepentirnos y a creer en el evangelio, a convertirnos y voltear nuestra mirada hacia Jesús en la Cruz, pero, sobre todo, a Jesús resucitado, nuestro Dios vivo y amoroso presente en la Eucaristía para darle verdadero sentido a nuestra vida y a nuestra muerte. Así lo vivió Carlo: el cielo como meta y la sagrada comunión como la autopista para llegar a Él.
Pensando en la vida de Carlo Acutis y algunas de sus invaluables frases, te presento 3 claves para vivir con mayor fervor la cuaresma.
La conversión podría parecer una misión imposible, una meta difícil de alcanzar debido a las múltiples recaídas en el pecado y a nuestra concupiscencia, es decir, la predisposición a los deseos no gratos a Dios. Sin embargo, Carlo nos plantea una idea sencilla y concreta: “mirar hacia arriba”, cambiar la perspectiva.
Mirar a Dios es creerle a Dios aceptando su voluntad, conocerle a través de los sacramentos, hablarle a través de la oración y escucharle por medio de su palabra. Sin embargo, es muy importante trabajar en nuestro examen de consciencia cotidiano para detectar cuáles son las vendas que nos nublan la mirada.
El sacramento de la confesión es un regalo que Jesús nos dio para descargar todo aquello que nos impide seguirle. Nos escucha con amor y nos perdona con su infinita misericordia, nos libera para seguir adelante y caminar hacia Él, esperándonos como el padre del hijo prodigo con los brazos abiertos e inmensa alegría por nuestro regreso y arrepentimiento.
Buscar la perfección en cada paso, que no es lo mismo que el perfeccionismo, vivir con la voluntad de mejorar en todos los aspectos de nuestra vida y de dejar atrás todas las ataduras que nos impiden acercarnos a Dios. Vencer las tentaciones, limpiar las impurezas y construir cada día esa autopista que, como a Carlo, nos llevará al cielo.
Dios ha sido muy claro con nosotros, a través de la palabra de su hijo Jesucristo y de los Evangelios nos ha dicho todo lo que nos tenía que decir, sólo falta que pongamos toda nuestra voluntad en seguirle y en cumplir sus mandamientos.
Uno de los mayores tesoros de nuestra Iglesia son sus santos, personas como tú y como yo que decidieron hacer caso del llamado a la conversión y a la entrega a la voluntad de Dios nuestro Señor. Ellos nos brindan con su vida un testimonio contundente de que Dios ha escrito para todos una historia única e irrepetible, sin embargo, como lo dijo Carlo, “nos dio también la libertad para escribir el final”. ¿Cómo te gustaría cerrar el último capítulo de tu existencia?
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