Este santo nació en Barcelona, España el 23 de diciembre de 1807; llegó a ser confesor y consejero de la reina Isabel II de España (2857-2869), no obstante, fue hijo de un sencillo hilandero, por lo que desde tierna edad aprendió este oficio al que le siguió su interés por la tipografía para imprimir buenos libros y folletos, lo que le sería muy útil años después.
Tras haber estudiado latinidad con vistas a ingresar al seminario de Vich, finalmente, decidió ser sacerdote y fue consagrado el 13 de junio de 1835 en Solsona, por el obispo Juan José de Tejeda y Sáenz, y lo destinaron a su parroquia natal donde permaneció durante dos años.
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En este tiempo descubrió que su vocación eran las misiones y fue Roma a donde llegó el 6 de octubre de 1839, pero no tuvo éxito en su pretensión de ofrecerse como misionero, por lo que regresó a Barcelona y lo destinaron a una pequeña parroquia rural en mayo de 1840.
A partir de 1844 comenzó a misionar y participó en más de 80 misiones populares, predicando en las plazas y calles, pero era constantemente atacado por los liberales y anticlericales. Con sus conocimientos de imprenta, comenzó a imprimir volantes, folletos y libros, y en los pueblos a donde llegaba, organizaba ejercicios espirituales y creaba agrupaciones apostólicas.
En la segunda guerra Carlista se consideró a Claret como un peligro por lo que le prohibieron que predicara. Regresó a Cataluña el 16 de julio de 1849, y al lado de cinco sacerdotes, fundó los Misioneros del Inmaculado Corazón de María, a quienes también se les conoce como Padres Claretianos que tienen amplia presencia en el mundo.
El 6 de agosto de 1849 fue nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba, y fue consagrado el 6 de octubre de 1850; llagó a su sede el 16 de febrero de 1851, y allí permaneció hasta marzo de 1857; luego fue a Madrid. En estos seis años que estuvo en Cuba recorrió tres veces su diócesis, donde confirmó a 300 mil personas, regularizó 30 mil matrimonios, pronunció 11 mil sermones y distribuyó un millón de folletos y 60 mil rosarios.
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Al llegar a España, el 26 de mayo de 1857, la Reina lo eligió como su confesor en sustitución del Arzobispo de Toledo, el Cardenal Bonel y Orbe quien había fallecido. Claret iba a palacio una vez por semana, y a partir de 1858 realizó viajes a distintas regiones de España acompañando a la Monarca, y estos viajes los aprovechaba para predicar a los pueblos por donde pasaban.
El 5 de agosto de 1859 fue nombrado presidente del Real Monasterio de El Escorial, donde logró darle un nuevo esplendor al monasterio.
Convocado para el Concilio Vaticano I, Claret llegó enfermo a Roma el 2 de abril de 1869, y poco después falleció el 24 de octubre de 1870. Fue beatificado por el Papa Pío XI el 25 de octubre de 1870 y canonizado el 7 de mayo de 1950, por Pío XII.