Los fieles acostumbramos la oración al Espíritu Santo, tercera persona de la Santísima Trinidad, para que ilumine nuestro corazón, nos permita gozar siempre de su divino consuelo y nos fortalezca con sus dones para llevar una vida recta, agradable a Dios. Te compartimos varias oraciones para encomendarte diariamente a Su Poderosa intercesión.
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Orar al Espíritu Santo es vital en la vida del cristiano, ya que Él es nuestra guía divina. Con la oración al Espíritu Santo invocamos Su sabiduría para poder superar cualquier desafío, para tomar decisiones sabias y para experimentar Su consuelo en la adversidad.
El Espíritu Santo nos guía, consuela y fortalece en la vida diaria. Nos infunde sabiduría y fuerza para vivir como Cristo nos enseñó. El Espíritu Santo nos otorga Sus dones espirituales para crecer en santidad. Él es nuestro compañero en el camino, que nos transforma y nos sostiene en el peregrinar hacia la Patria prometida.
Orar al Espíritu Santo es sencillo. Puedes hacer oración de confesión, de alabanza, de súplica o de acción de gracias. Te compartimos cuatro formas prácticas para orar al Espíritu Santo:
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de Tu amor. Envía Señor Tu Espíritu y todo será creado.
Oh, Espíritu Santo, te entrego mi vida, te entrego mi alma. Ven a mi sueño para que pueda descansar en ti todo mi ser. Y pueda, el día de mañana, despertar con la alegría de saber que Tu presencia ha velado mi sueño. Amén.
¡Oh Espíritu Santo!, recibe la consagración perfecta y absoluta de todo mi ser. Dígnate ser, en adelante, en cada uno de los instantes de mi vida y en cada una de mis acciones: mi Director, mi Luz, mi Guía, mi Fuerza y el Amor de mi corazón. Yo me abandono sin reserva a Tu voluntad divina y quiero ser siempre dócil a tus santas inspiraciones. ¡Oh Espíritu Santo!, transfórmame con María y en María en otro Cristo Jesús, para gloria del Padre y salvación del mundo. Amén.
Oración tomada del Enchiridion Precum del Seminario Conciliar de México
Ven, Espíritu Santo,
y envía desde el cielo
un rayo de Tu luz.
Ven, Padre de los pobres;
ven, dador de las gracias;
ven, lumbre de los corazones.
Consolador óptimo,
dulce Huésped del alma,
dulce refrigerio.
Descanso en el trabajo,
en el ardor tranquilidad,
consuelo en el llanto.
¡Oh Luz santísima!,
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.
Sin Tu ayuda,
nada hay en el hombre,
nada que sea inocente.
Lava lo que está manchado,
riega lo que es árido,
cura lo que es enfermo.
Doblega lo que es rígido,
calienta lo que es frío,
dirige lo que está extraviado.
Concede a tus fieles
que en ti confían,
tus siete sagrados dones.
Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación dales el eterno gozo.
Ven, Espíritu Creador,
visita las mentes de los tuyos;
llena de gracia celestial
los corazones que Tú creaste.
Tú, llamado el Consolador,
Don del Dios Altísimo;
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú, con tus siete dones,
eres fuerza de la diestra de Dios.
Tú, el prometido por el Padre;
nos das las palabras precisas.
Da luz a nuestras mentes,
infunde amor a los corazones,
fortalece nuestros cuerpos dales vigor con Tu gracia.
Ahuyenta lejos al enemigo,
y danos la paz cuanto antes;
yendo Tú delante como guía libraremos todo mal.
Por Ti conozcamos al Padre,
conozcamos también al Hijo,
y en Ti, Espíritu de ambos,
creamos para siempre.
A Dios Padre sea la gloria,
y al Hijo que murió y resucitó,
con el Paráclito por los siglos eternos.
Amén.
(Secuencia de Pentecostés)
Oración tomada del Enchiridion Precum del Seminario Conciliar de México
Aquí estamos Espíritu Santo, aquí estamos, sí, abrumados por el peso de nuestros pecados, pero congregados particularmente en Tu nombre.
Ven a nosotros, quédate con nosotros y dígnate penetrar en nuestros corazones.
Enséñanos lo que tenemos que hacer, muéstranos qué dirección tomar y cuál ha de ser nuestro
objetivo, para que, con Tu ayuda, en todo podamos complacerte.
Sé Tú el único inspirador y autor de nuestras decisiones, Tú que eres el único que, con Dios Padre y su Hijo, posees el nombre glorioso.
No permitas que obremos contra la justicia, Tú que amas la equidad sobre todo.
Que la ignorancia no nos extravíe, que el favoritismo no nos doblegue, que no nos dejemos sobornar por favores, dádivas e influencias.
Que, antes bien, sea el don de Tu gracia el que nos una eficazmente a Ti, de manera que estemos identificados contigo y en nada nos desviemos de la verdad.
Y puesto que estamos reunidos en Tu nombre, que en todos los asuntos moderemos la justicia con la piedad. De este modo lograremos en esta vida una plena sintonía de nuestras decisiones con Tu voluntad, y en la otra alcanzaremos por nuestro leal servicio el premio eterno. Amén.
Nombre origintal: Aquí estamos, Espíritu Santo. Autor: San Isidro de Sevilla.
Oración tomada del Enchiridion Precum del Seminario Conciliar de México
Oh Espíritu Santo, Alma de mi alma, desde mi pequeñez y mi pobreza yo te adoro presente dentro de mí. Lléname como llenaste el alma de Jesús y de María, y concédeme la gracia de estar siempre unido a Tu adoración ininterrumpida de alabanza al Padre.
Interiorízame, ilumíname, guíame, fortaléceme, consuélame, sáname y utilízame como a ti te parezca. Infunde en mí Tus dones y Tus frutos y también, si ese es Tu deseo, tus carismas para el bien de mis hermanos.
Condúceme hacia la verdad completa, según la promesa de Jesús. Que con ella venga yo a saber en cada momento lo que debo hacer y decir, y cómo lo debo hacer y decir, desde la madurez y el discernimiento que Tú pones en mí, y el abandono total en la voluntad del Padre que Tú constantemente me inspiras.
Hazme humilde y sencillo, libre y puro, alegre y sereno aún en el dolor y la adversidad, ardiente de caridad para con Dios y para con mi prójimo y, sobre todo, forma en mí cada vez más perfecta, la imagen de Jesús para gloria del Padre y para trabajar como Él por la unión en el amor, en la verdad, y en la justicia de todos los hombres mis hermanos.
Mándame lo que quieres. Dispuesto estoy con Tu gracia a secundar todos tus deseos sobre mí y aceptar con gusto cuanto permitas que me suceda, mientras llega el momento en el que, no ciertamente por mis méritos, que no existen, sino sólo por Tu bondad infinita, me llames a gozar, sin velos ya, en el cielo, de la presencia divina del Padre y del Hijo y de la tuya, Espíritu Santo, por eternidad de eternidades. Amén.
Nombre original: Oh, Espíritu Santo, Alma de mi alma. Oración atribuida al Cardenal Mercier, Arzobispo de Malinas, Bélgica
Oración tomada del Enchiridion Precum del Seminario Conciliar de México
Ven Espíritu Santo, llena de nuevo mi vida con la abundancia de tus dones y con la delicia de tus frutos.
Haz que viva con el don de sabiduría mi vocación cristiana; que, aceptando mi historia pasada, sepa dar respuesta hoy a los signos de los tiempos.
Que con el don del entendimiento pueda comprender qué es lo que quieres de mí.
Que con el don de consejo sirva de puente mediador entre mis hermanos y ponga los medios más conducentes para santificarme, perseverar y salvarme.
Que el don de fortaleza me permita vencer los temores, y me haga fuerte ante las adversidades y en mis debilidades.
Que sepa, con el don de ciencia, ante cualquier circunstancia, dar la respuesta oportuna, y que pueda discernir claramente entre el bien y el mal.
Que con el don de piedad aprenda a ser agradecido a Dios, sea hombre de oración y misericordioso con el hermano.
Finalmente, que, con el don de temor de Dios, tenga el mayor respeto y veneración por Tu palabra, tus mandamientos, Tu Iglesia y por mi vocación. Amén.
Oración tomada del Enchiridion Precum del Seminario Conciliar de México
La Coronilla al Espíritu Santo, también llamado Rosario al Espíritu Santo, se reza para obtener los 7 dones espirituales, y se reza conmumente en la octava de Pentecostés.
¿Cómo se reza la Coronilla al Espíritu Santo?
Lléname, Santo Espíritu de Tu amor divino;
sé siempre la fuerza de mi vida espiritual;
que, acompañado de Tu presencia, pueda vivir
y transmitir la bondad de Tu amor y la dulzura de Tu paz. Amén.
Nombre original: Lléname, Santo Espíritu de Tu amor divino
Oración tomada del Enchiridion Precum del Seminario Conciliar de México
Espíritu del Señor,
ven sobre nosotros,
transforma nuestro corazón y apodérate de él.
Quema nuestros miedos,
disipa nuestras resistencias,
concédenos la capacidad de ser justos
con nosotros mismos y con los demás
para reconocer y aceptar en todo
las exigencias de la verdad.
No permitas que nos quedemos
prisioneros de la nostalgia o del lamento del pasado,
sino que sepamos abrirnos con fortaleza serena a las sorpresas de Dios.
Concédenos la fidelidad al presente humilde
en el que nos has puesto para redimir contigo y en Ti nuestro presente,
y hacer de él, el presente de la eternidad.
Haznos vigilantes, confiados y prudentes
para conseguir el mañana de la promesa con la fatiga de las obras
y la paciencia de los días de nuestra vida.
Santificador del tiempo, ayúdanos a hacer de nuestro camino
el lugar del adviento donde se asome ya ahora,
en los gestos del amor y en la rendición de la fe,
el alba del Reino prometido y esperado.
Amén. ¡Aleluya!
Título: Espíritu del Señor, Atribuida a Mons. Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto
Oración tomada del Enchiridion Precum del Seminario Conciliar de México
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,
Ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo.
Santísima Trinidad, que eres un solo Dios.
Divina Esencia, Dios verdadero y único,
Ten piedad de nosotros.
Espíritu de verdad y de sabiduría,
Espíritu de santidad y de justicia,
Espíritu de entendimiento y de consejo,
Espíritu de caridad y de gozo,
Espíritu de paz y de paciencia,
Espíritu de longanimidad,
Espíritu de mansedumbre,
Espíritu de benignidad y de bondad,
Amor substancial del Padre y del Hijo,
Amor y vida de las almas santas,
Fuego siempre ardiente de caridad,
Agua viva que apagas la sed de los corazones. De todo mal,
Líbranos Espíritu Santo.
De toda impureza de alma y cuerpo,
De toda gula y sensualidad,
De todo afecto a los bienes terrenos,
De todo afecto desordenado a las cosas y a las criaturas,
De toda hipocresía y fingimiento,
De toda imperfección y faltas deliberadas,
Del amor propio,
Del apego a la propia voluntad,
De la murmuración,
De la doblez con nuestro prójimo,
De nuestras pasiones y apetitos desordenados,
De no estar atentos a tus santas inspiraciones,
Del desprecio a las cosas sencillas,
De la glotonería y malicia,
De la pereza y del apego a la comodidad,
De querer buscar o desear algo que no seas Tú,
De todo pecado e imperfección y de todo mal.
Padre amantísimo, Perdónanos.
Divino Verbo,
Ten misericordia de nosotros.
Santo y Divino Espíritu,
No nos dejes hasta que alcancemos la vida bienaventurada.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Envíanos al Divino Consolador.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
Haz que crezcan en nosotros los frutos del Espíritu Santo.
Ven, ¡oh Espíritu Santo!, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
V. Envía, Señor Tu Espíritu y todo será creado.
R. Y se renovará la faz de la tierra.
Rey celeste
Rey celeste, Espíritu Consolador, Espíritu de Verdad, que estás presente en todas partes y lo llenas todo, tesoro de todo bien y fuente de la vida, ven, habita en nosotros, purifícanos y sálvanos, Tú que eres bueno. Amén.
Oración tomada del Enchiridion Precum del Seminario Conciliar de México
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