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Oraciones bellas y sencillas para transmitir la fe de generación en generación

Transmitir la fe a niños, adolescentes y jóvenes empieza por enseñarles las oraciones que los acerquen a Dios y los ayuden a profundizar en Su Reino.

16 octubre, 2024
Oraciones bellas y sencillas para transmitir la fe de generación en generación
Transmitir la fe a los niños a través de oraciones
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Ángel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares, ni de noche ni de día…”, así inicia una de las oraciones más bellas y sencillas con las que muchos fuimos introducidos de pequeños en la fe católica. Y es que orar es una práctica que podemos iniciar a cualquier edad, y que nos ayuda a profundizar en nuestra fe y a amar a Dios.

La primera infancia es una etapa conveniente para que los hijos aprendan a orar; además de que las resistencias a hacerlo son casi nulas, la oración los hace sentir seguridad en Alguien que es más fuerte que papá y mamá, en un Dios Todopoderoso que los ama infinitamente y que está al tanto de todo lo que ocurre en su vida para ayudarlos.

Paulatinamente, los hijos irán aprendiendo que la oración es un medio eficaz para comunicarse con Dios y cultivar con Él una relación más sana y personal, y que a través de ella le pueden expresar toda clase de necesidades, inquietudes, temores, anhelos y deseos; además de manifestarle su amor y agradecimiento por todo lo que les suceda en la vida.

Los católicos, además, solemos pedir en oración la intercesión de la Virgen y de los santos, a fin de que ellos pidan a Dios por nosotros, por el simple hecho de que están más íntimamente unidos a Cristo, y porque así se da una práctica de amor fraterno entre nosotros y los santos, que son nuestros hermanos en Cristo. Por esto, muchos que ahora somos adultos crecimos repitiendo oraciones sencillas como la siguiente.

1. Oración a san Jorge (para los niños)

San Jorge Bendito
amarra tus animalitos
con tus cordeles benditos,
para que no nos piquen ni a mí,
ni a mis hermanitos

Además de pedir en oración a los santos, también acostumbramos orara nuestro Ángel de la Guarda, ese ser espiritual que tiene la encomienda divina de guiarnos por el buen camino, pues es un servidor y mensajero de Dios.

2. Oración al Ángel de la Guarda

Ángel de mi guarda, mi dulce compañía,
no me desampares, ni de noche ni de día…
hasta que me entregues en los brazos
de Jesús, José y María.
Con tus alas me persigno y me abrazo de la cruz,
y en mi corazón me llevo al dulcísimo Jesús.
Con Dios me acuesto, con Dios me levanto,
con la Virgen María y el Espíritu Santo.
Amén.

Oración al Ángel de la Guarda o Ángel Custodio
El ángel de la guarda / Ilustración Desde la fe

También podemos comunicarnos con Dios repitiendo oraciones que nos enseñaron santos muy inspirados y entregados a Dios, como la Oración simple de san Francisco de Asís.

3. Oración simple de san Francisco de Asís

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz,
donde hay odio, que lleve yo Tu amor,
donde haya ofensa, que lleve yo el perdón,
donde haya discordia, que lleve yo la unión.
donde haya duda, que lleve yo la fe,
donde haya error, que lleve yo la verdad
donde haya desesperación, que lleve yo la alegría,
donde haya tinieblas, que lleve yo la luz.
Oh, Maestro, ayúdeme a nunca buscar ser consolado, sino consolar,
ser comprendido, sino comprender,
ser amado, sino yo amar.
Porque es dando, que se recibe;
perdonando, que se es perdonado;
muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

Asimismo, hay oraciones básicas que se desprenden de lo que enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, y que la mayoría de fieles nos sabemos de memoria. Éstas resumen en gran medida el plan salvífico de Dios, y nos llevan a la comprensión de que para ganar el Cielo contamos con la fuerza del Espíritu Santo, con el amor de Jesús y la Virgen María, y con el acompañamiento de los ángeles. Entres éstas, podemos encontrar las siguientes:

4. Padre nuestro

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

Te recomendamos: Padre nuestro: ¿por qué es la oración más poderosa?

5. Credo

Creo en Dios Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,
que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo;
nació de Santa María Virgen.
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato;
fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los infiernos;
al tercer día resucitó de entre los muertos.
Subió a los cielos; está sentado a la derecha de Dios Padre.
Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos.
Creo en el Espíritu Santo. La Santa Iglesia Católica;
la Comunión de los Santos. El perdón de los pecados.
La resurrección de la carne. La vida eterna.
Amén.

6. Ave María

Dios te salve, María,
llena eres de gracia,
el Señor es contigo;
bendita tú eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María,
Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.

7. Gloria

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
y por los siglos de los siglos.
Amén.

Los católicos también dirigimos nuestra oración al Espíritu Santo, ya que con su auxilio podemos salir triunfadores en la lucha espiritual que libramos contra las fuerzas del mal en la cotidianidad de nuestra vida. Al Él podemos pedirle agudeza para entender; facultad para aprender; sutileza para interpretar; gracia para hablar o aconsejar, y todo lo necesario para aprovechar sus dones en favor de nuestros hermanos. Aquí una bella oración al Espíritu Santo del Cardenal francés Jean Verdier (1864-1940)

8. Oración al Espíritu Santo

Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre y del Hijo,
Inspírame siempre lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia Santificación.
Espíritu Santo,
Dame agudeza
para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar,
y perfección al acabar.
Amén.



Autor

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.