Pentecostés 2021: ¡Ven Espíritu Santo y guíanos!
Déjate guiar por el Espíritu Santo, invócalo cada mañana, pide sus siete dones y conviértete en instrumento de su Amor.
Participa cada lunes a las 21:00 horas (tiempo del centro de México) en La Voz del Obispo en Facebook Live. Este lunes 24 de mayo podrás conversar con el autor de este texto, el Obispo Auxiliar, Mons. Héctor M. Pérez Villarreal.
La venida del Espíritu Santo significó la constitución del Nuevo Pueblo de Dios; la instauración de la Nueva Vida que Cristo había hecho brotar con su Muerte y Resurrección; y el inicio de la tarea misionera que llevaría a los primeros Apóstoles a expandir este nuevo Reino de Cristo por todo el mundo. El Espíritu Santo, fuerza, luz, sabiduría y amor de Dios se manifestó y “todo lo hizo nuevo”.
Esta experiencia no fue solo una experiencia pasajera, o la revelación de alguna verdad desconocida; por esta experiencia las vidas de los discípulos se vieron transformadas profundamente. Tan es así, que los mismos hombres temerosos que se escondían de los judíos, salen a las calles a proclamar la Buena Nueva; y el mismo Pedro que temeroso ante una anciana había negado al Señor, después lo proclama victorioso frente al mismo Sanedrín que lo amenazaba de muerte. ¿Qué sucedió en estos hombres? Fueron transformados por el Espíritu prometido por Jesús.
Al ver este testimonio los invito a preguntarse: ¿Cómo vivir hoy esta fiesta de Pentecostés? No se trata de querer vivir los mismos signos externos descritos por la Sagrada Escritura, pero sí es necesario renovarnos en nuestro compromiso por continuar construyendo ese Nuevo Pueblo de Dios que el Espíritu impulsó y los discípulos comenzaron a vivir hace dos mil años.
Celebrar esta fiesta es renovar nuestro compromiso por vivir la Nueva Vida en Cristo; y renovar nuestro esfuerzo por proclamar la Buena Nueva que Cristo puso en nuestras manos.
¿Qué hemos hecho con este regalo que Cristo nos envió? ¿Nos hemos dejado inspirar por el Espíritu? ¿Hemos permitido a Dios mover nuestro corazón? ¿O nos basta nuestra oración que tranquiliza nuestro corazón pero no lo mueve a cambiar?
Si aceptamos que nuestras familias son el núcleo de nuestra Iglesia; que cada familia es un reflejo de lo que es toda nuestra Iglesia; tendríamos que empezar por hacer un buen examen de conciencia en familia: ¿Cómo hemos dejado actuar al Espíritu Santo en nuestras relaciones, en nuestras actitudes hacia los hijos, los padres o los demás? ¿Nos hemos esforzado por hacer presente a Dios en nuestro hogar dedicándole un espacio para orar juntos? ¿Esta presencia de Dios se percibe en la manera en que vivimos?
Nuestra familia es el núcleo de la sociedad, por eso, al fortalecer nuestras relaciones en ella, fortalecemos el tejido social y mejoramos las relaciones entre todos.
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Debemos recordar que quien construye la Iglesia es el Espíritu Santo, pero sin nuestra cooperación su acción se ve debilitada. Por lo tanto, podríamos decir que nosotros somos “co-constructores” de este gran Reino que Cristo vino a hacer realidad. ¿Cómo vivimos nuestro compromiso con los más necesitados, con la predicación de la Palabra, con la instauración del Reino de Dios en nuestros ambientes?
Seamos constructores activos y efectivos de este gran proyecto de Dios que es su Reino; no seamos piedra de tropiezo para esta gran obra que Cristo sembró y el Espíritu Santo ha hecho crecer. La Iglesia y el Reino de Dios no pueden crecer sin nosotros. Esta semana te invito a dejarte guiar por el Espíritu Santo, invócalo cada mañana, pide sus siete dones y conviértete en instrumento de su Amor.
¡Ven Espíritu de Dios y guíanos!
Monseñor Héctor M. Pérez Villarreal es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.