La voz del Obispo

La necesidad, el valor y la dignidad del trabajo

Participa cada lunes a las 21:00 horas (tiempo del centro de México) en La Voz del Obispo en Facebook Live.  Este lunes 3 de mayo podrás conversar con el autor de este texto sobre las elecciones en México 2021, el Obispo Auxiliar, Mons. Luis Manuel Pérez Raygoza. 

 

Este sábado 1 de mayo hemos celebrado como Iglesia la memoria de san José obrero, invocando la protección de san José sobre todos los trabajadores del mundo, pero también recordando la importancia, necesidad, dignidad y sentido del trabajo en la vida, en el desarrollo de la persona humana y de la sociedad.

Al respecto, bien valdría la pena que personalmente releyéramos y reflexionáramos el capítulo sexto del Compendio de la doctrina social de la Iglesia, el cual aborda el tema del trabajo humano profundizando sobre los aspectos bíblicos acerca del mismo, el valor profético de la Rerum novarum, la dignidad del trabajo, el derecho al trabajo, los derechos de los trabajadores, la solidaridad entre los trabajadores y las nuevas realidades y retos en la vida laboral.

En dicho capítulo encontramos una magnífica síntesis de aquello que la Iglesia piensa y predica acerca del trabajo humano y la base doctrinal de sus búsquedas, iniciativas y luchas al respecto.

El trabajo es uno de los bienes y de los derechos fundamentales de la persona humana, pues no se reduce a un medio de sustentación, de adquisición de recursos y seguridad para el trabajador y su familia, sino que es también un instrumento para el desarrollo de las capacidades y potencialidades de las personas, una manera de responder al mandamiento de participar con Dios en la obra creadora, un modo de transformar la realidad para mejorarla, un medio concreto y específico para contribuir al bien común y para participar en la construcción de un mundo mejor para todos.

El desempleo y las lamentables condiciones laborales que viven un sinnúmero de personas son llagas sociales que pesan sobre nuestra vida nacional sin respuestas y soluciones satisfactorias hasta el momento. La pandemia de Covid-19 ha agudizado en los últimos meses esta crisis, pues como bien sabemos, el colapso de empresas, el cierre de negocios y comercios y múltiples factores, han ensanchado las filas de personas desempleadas, con todo lo que ello significa.

La crisis migratoria hacia Estados Unidos, agudizada de forma dramática en los últimos meses, tiene parte de sus raíces en la crisis laboral, y recientemente ha generado la tragedia de numerosas niñas y niños que intentan pasar solos a los Estados Unidos o pierden a sus padres en el camino.

Como discípulos de Jesús, como miembros de la Iglesia y ciudadanos responsables y comprometidos con el bien común, hemos de valorar el trabajo que tenemos, realizarlo de la mejor manera posible buscando con ello aportar nuestras mejores energías a la construcción de una Patria mejor, de un mejor presente y un futuro más prometedor para todos; hemos de cuidar nuestros trabajos y, si está en nuestras manos, generar fuentes de trabajo y tratar de mantenerlas, quizá con esfuerzos muy grandes en medio de la crisis sanitaria y económica que estamos viviendo; respetar el derecho de los trabajadores y no tolerar atropellos a esos derechos, recordando que la injusticia con el trabajador es uno de los pecados que “claman al cielo”.

Asimismo, al estar en el umbral de una jornada electoral sin precedentes en la historia de nuestro país, uno de los tantos puntos que hemos de considerar a la hora de discernir y emitir nuestro voto, es justamente, la propuesta de los contendientes en el ámbito laboral. En este sentido, invito a considerar la exhortación que aparece en el penúltimo párrafo de la Editorial de Desde la fe este domingo 2 de mayo:

Exhortamos así, a los fieles laicos, hoy y siempre, a que pidan discernimiento a Nuestro Señor, para separar las necesidades reales de los ofrecimientos fáciles, los derechos humanos de las ideologías, y busquen la mejor opción mas allá de la mercadotecnia y los ataques entre candidatos. Y exhortamos a los candidatos, a que pongan como su primer objetivo el Bien Común, antes que sus objetivos personales.

 

Mons. Luis Manuel Pérez Raygoza

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