Francisco, vicario de las periferias

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COLUMNA

Historias ciudadanas

Francisco, vicario de las periferias

Sus encíclicas encierran el mensaje profundo de inclusión, la urgente necesidad de colocar la mirada en las y los descartados

24 abril, 2025
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Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX). 

“¿Quién ha llorado por estas personas?” Con esa pregunta, lanzada al mundo desde la isla de Lampedusa en julio de 2013, el Papa Francisco inauguró sus viajes apostólicos fuera de Roma y el tono profético de su pontificado.

Frente a las cruces en recuerdo de las y los migrantes ahogados en el Mediterráneo, el Obispo de Roma hizo una interpelación directa al corazón humano.

Ese momento, el Papa en oración frente al mar, condensa el núcleo de su legado: una Iglesia que llora por quienes sufren, acogedora de las y los marginados, capaz de romper con la indiferencia. El pontificado de Francisco fue una profunda relectura del Evangelio desde la periferia.

Jorge Mario Bergoglio mostró una actitud pastoral que trastocó la lógica tradicional del poder eclesiástico. Él mismo lo definió. El papado como servicio, el pontífice como acompañante en proximidad total con sus ovejas.

Colocó en el centro del mensaje cristiano a los pobres, a las personas en situación de migración, los ancianos olvidados, jóvenes excluidos, discapacitados, pueblos originarios, víctimas de violencia y guerra. Su último mensaje, el urbi et orbi con motivo del domingo pascual, desde San Pedro, fue una crítica contundente: “Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo”.

Sus encíclicas encierran el mensaje profundo de inclusión, la urgente necesidad de colocar la mirada en las y los descartados. En Laudato Si’ (2015) vincula el clamor de la tierra con el clamor de los pobres. No hay ecología sin justicia social. La casa común, dice, no puede sostenerse sobre el sufrimiento de los más vulnerables. Así, el Papa une causas sociales y ecológicas.

Dos años antes, en Evangelii Gaudium advierte que “la opción por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se hizo pobre por nosotros”. Una visión convergente en lo que llamó la “globalización de la indiferencia” y en la necesidad de una fraternidad abierta que no excluya a nadie por razones de origen, cultura o condición.

Esa teología de la periferia, no solo la geográfica sino la espiritual y social, estuvo presente en la obra del primer Papa jesuita y latino. Visitó las favelas de Río de Janeiro, abrazó a los desplazados en Bangui; en Iraq, en 2021, su presencia fue un mensaje poderoso de diálogo interreligioso y reparación hacia un pueblo devastado por la guerra.

Francisco nos enseñó que no basta con tolerar las diferencias en las personas, se trata de acogerles, mirarles sin prejuicios y darles un lugar real en nuestras comunidades, familias y estructuras. “La verdadera inclusión no es asimilación forzada ni uniformidad, sino reconocimiento de que cada uno tiene un valor único e irrepetible”.

Ahí está el legado de Francisco, el vicario de las periferias.


Autor

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).