Diálogo contra la violencia
En la construcción de la paz todas las estrategias tienen cabida, tanto aquellas provenientes de autoridades como las surgidas de la comunidad. Lejos de responder a una sola fórmula, el camino hacia la reconciliación exige un enfoque diverso, paciente y profundamente enraizado en el conocimiento del territorio.La Iglesia Católica, desde su experiencia comunitaria, se ha […]
Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).
En la construcción de la paz todas las estrategias tienen cabida, tanto aquellas provenientes de autoridades como las surgidas de la comunidad. Lejos de responder a una sola fórmula, el camino hacia la reconciliación exige un enfoque diverso, paciente y profundamente enraizado en el conocimiento del territorio.
La Iglesia Católica, desde su experiencia comunitaria, se ha convertido en un actor acompaña la esperanza y tiende puentes para salir al encuentro del otro, cualquiera que sea su historia, en una apuesta por procesos de escucha, mediación y reconstrucción del tejido social. Esta misión ha tomado formas distintas en las diócesis del país, según las realidades de cada región.
Por medio del trabajo pastoral propone una vía que no elude lo complejo: crear espacios donde sea posible reconstruir confianza y propiciar el reencuentro, incluso con quienes están en los márgenes de las actividades lícitas. Esta vocación de diálogo ha impulsado iniciativas orientadas a la justicia restaurativa, el fortalecimiento comunitario y, en ciertos contextos, la mediación con actores implicados en dinámicas violentas.
Una de estas experiencias es la formación de un grupo de 40 sacerdotes y 30 laicos de la Ciudad de México, Morelia y Guadalajara en el curso “Fortalecimiento de Capacidades de Negociación en Sacerdotes y Agentes”, organizado por la Comisión Episcopal para la Pastoral Social, el Centro Lindavista y el Instituto para la Paz.
Esta línea pastoral coexiste con otras que, en diferentes diócesis, se han consolidado como parte del compromiso eclesial por la paz. La Arquidiócesis de Acapulco, por ejemplo, ha implementado procesos comunitarios de resiliencia en colonias impactadas por el crimen organizado. La Diócesis de Saltillo ha impulsado un modelo de acompañamiento a migrantes que incluye formación en derechos humanos y prevención de violencias estructurales.
En la Ciudad de México, tanto Monseñor Efraín Hernández, Rector de la Basílica, como Monseñor Salvador González, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, han sido centrales en el impulso al programa Sí al Desarme Sí a la Paz. Así fue en el acompañamiento con la Presidenta Claudia Sheinbaum y la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, en el atrio de la Basílica de Guadalupe.
En la construcción de la paz, el diálogo con todos los actores es una gran oportunidad cuando se realiza desde la legitimidad de instituciones como la Iglesia, bajo una noción central: sin comunidad no hay seguridad.
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