¿Por qué tanta violencia?

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COLUMNA

Granito de mostaza

¿Por qué tanta violencia?

"La identidad de hombres y mujeres, promotores de la paz y la justicia en la sociedad, se forja en la familia”

26 junio, 2025

HECHOS
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, ordenó bombardear instalaciones nucleares iraníes, alegando razones de seguridad para su país, para Israel y para la humanidad, sin la autorización obligatoria del Congreso. ¿Tendrá razón? Israel ha atacado también a Irán, al grupo terrorista Hamás y a otros enemigos. Su Primer Ministro aduce también razones de seguridad nacional. ¿Tendrá razón? En otros países, hay guerras internas y guerrillas, cada cual con sus propias razones. ¿Es para proteger la propia seguridad, o por ambiciones de poder y de dominio sobre otros? Es difícil hacer juicios sobre cada caso, pero lo cierto es que hay muchas muertes, destrucción y devastación de miles de personas que son inocentes y nada tienen que ver en esos conflictos. Esto actualiza a Caín, que mata a su propio hermano por la ambición de prevalecer.

Entre nosotros, están imparables los ataques de grupos armados de la delincuencia común y de la organizada, los asaltos a particulares para robarles, las manifestaciones violentas de grupos que destruyen todo a su paso, los bloqueos de calles y carreteras para protestar por diversos motivos, muchos de los cuales son fundados, pero que causan incontables daños a miles de personas ajenas al problema.

Pequeños negocios han tenido que proteger sus instalaciones con rejas y varios candados, o cerrar, porque no pueden pagar las cuotas que les exigen los extorsionadores. Varios ciudadanos han sentido la
necesidad de adquirir un arma para cualquier emergencia. Otros han solicitado asilo en diversos países. ¿Por qué tanta violencia?
En algunas familias hay pleitos entre esposos e incluso entre hermanos, para proteger lo que cada quien considera su derecho. En escuelas, en barrios o colonias, en centros de trabajo y entre pueblos vecinos, no siempre se vive con tranquilidad y paz. Hay temor de ser asaltados. No se puede salir con tranquilidad, sobre todo a horas nocturnas, por el temor de que alguien nos cause daño. Hay violencia por todas partes, si no física, sí verbal.

En los medios informativos, la nota roja se lleva buena parte de la información. ¿Por qué nos hemos degradado tanto?

Hay una violencia de la que casi no se informa, por miedo a denunciar, pero que es muy real. Grupos de la delincuencia organizada controlan muchos ámbitos de la sociedad; obligan a taxistas a llevar dinero, droga, u otras cosas, a donde se les ordena, sin saber lo que llevan y exponiéndoles a que la autoridad los detenga. Obligan a dueños de camiones de carga a llevar alimentos para ellos o para sus animales, sin costo alguno, sólo porque ellos lo ordenan, y ¡ay de aquel que no lo haga!

De estas y tantas otras violencias no sólo es responsable el gobierno. Este debe proteger a la ciudadanía, pero muchas veces están rebasados, no saben cómo proceder. Se dice que la pobreza y la falta de oportunidades son la causa de tanta violencia, pero no siempre es así. Es, sobre todo, la falta de educación en valores humanos desde la familia, desde la escuela y los medios de comunicación. La destrucción de las familias, el abandono de los hijos, el alcoholismo, los pleitos entre los padres, la contaminación de las pandillas, influyen demasiado en este deterioro social. En último caso, es la falta de una verdadera fe en Dios, que nos ama y nos enseña a amarnos y respetarnos unos a otros.

ILUMINACION
Los obispos mexicanos, en un mensaje dirigido a todo el pueblo, expresamos: “Nos dirigimos como pastores de la comunidad católica, al Pueblo de México, con profunda preocupación por la creciente violencia que sufre nuestro querido País y con una gran tristeza por la pérdida de miles de vidas inocentes que llenan de luto a familias enteras. El crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad, afectando las actividades productivas en las ciudades y en el campo, ejerciendo presión con extorsiones hacia quienes trabajan honestamente en los mercados, en las escuelas, en las pequeñas, medianas y grandes empresas; se han adueñado de las calles, de las colonias y de pueblos enteros, además de caminos, carreteras y autopistas y, lo más grave, han llegado a manifestarse con niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo.

Reconocemos que como Iglesia no hemos hecho lo suficiente en la evangelización de los pueblos y que es necesario redoblar esfuerzos. Queremos sumarnos a las miles de voces de los ciudadanos de buena voluntad que piden que se ponga un alto a esta situación. ¡Ya basta! No podemos ser indiferentes ni ajenos a lo que nos está afectando a todos.

Todos somos mexicanos, todos necesitamos vivir en paz y concordia. Es responsabilidad de los gobernantes aplicar la ley con justicia para erradicar la impunidad, respetando los derechos humanos, pero procurando la seguridad de los ciudadanos y la paz social.

Creemos que la paz es posible, que tiene que ser posible. En esta tarea todos los ciudadanos de buena voluntad podemos ser aliados” (23-VI-2022).


ACCIONES
Desde el año 2009, el episcopado mexicano emitió un documento titulado “Que en Cristo, nuestra paz, México tenga una vida digna”. Desde entonces, nos comprometimos a “potenciar el papel de la familia en la construcción de la paz. La familia, como comunidad educadora, fundamental e insustituible, es vehículo privilegiado para la transmisión de aquellos valores religiosos y culturales que ayudan a la persona a adquirir su propia identidad. “La identidad de hombres y mujeres, promotores de la paz y la justicia en la sociedad, se forja en la familia” (No. 196). Seamos constructores de paz desde nuestras familias.