¿Cómo hacer una Novena para pedir la intercesión de un santo?

Leer más
COLUMNA

Granito de mostaza

Necesitamos jueces sabios

Esperamos que abogados, jueces, magistrados y ministros que trabajan en la impartición de justicia sean fieles a su vocación, sirviendo con equidad, verdad y amor

25 septiembre, 2025

HECHOS
En mi ministerio presbiteral y episcopal, en varias ocasiones he visitado pastoralmente diversas cárceles, tanto en el Estado de México como en Chiapas. Conversando con los internos, muchos de ellos podrían salir libres, pero no tienen un abogado ni dinero suficiente para pagar una fianza. Muchos otros están años y años sin ser sentenciados, algunos que sí son culpables, y otros inocentes. Hay muchas injusticias por la incompetencia de los jueces, por el rezago de tantos casos que se presentan, o por la corrupción imperante. Se han hecho esfuerzos por humanizar más los centros penitenciarios y dinamizar la impartición de justicia, pero falta mucho por hacer para que todo el proceso sea más justo y expedito.

En nuestra patria, hace poco, en un ejercicio muy cuestionado desde varios aspectos, fueron elegidos los nuevos jueces, magistrados y ministros. Aunque las altas autoridades federales digan que fue el pueblo quien los eligió, es innegable que fue una minoría la que participó en esas elecciones, muchos de ellos personas mayores de edad que fueron amenazadas de que les retirarían los apoyos sociales que reciben, si no iban a votar; algunos no sabían ni cómo proceder. Esos programas parecen más una inversión electorera, que un acto de justicia con las personas más vulnerables. Se ha celebrado en días pasados en Roma el Jubileo de los que trabajan en impartir justicia; se esperaban unos cinco mil, y participaron casi quince mil entre jueces, magistrados ministros de las Cortes de justicia, de muchos países del mundo, para reflexionar sobre su servicio. Son católicos que desean vivir su fe en la impartición de justicia, dejándose guiar por la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia. Dios quiere justicia, como camino para que haya paz; donde no hay justicia, no hay paz.

ILUMINACION
En la correspondiente audiencia jubilar, el Papa León XIV, entre otras cosas, les dijo: “La justicia es indispensable tanto para el desarrollo ordenado de la sociedad como virtud cardinal que inspira y orienta la conciencia de cada hombre y mujer. La justicia, en efecto, está llamada a cumplir una función superior en la convivencia humana, que no puede reducirse a la simple aplicación de la ley o al trabajo de los jueces, ni limitarse a los aspectos procedimentales. La tradición nos enseña que la justicia es, ante todo, una virtud; es decir, una disposición firme y estable que orienta nuestra conducta según la razón y la fe. La virtud de la justicia, en particular, consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido.

En esta perspectiva, para el creyente, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común, objetivo que garantiza un orden en defensa del débil, de aquel que pide justicia porque es víctima de opresión, exclusión o indiferencia. Como sabemos, la justicia se hace concreta cuando se orienta hacia los demás, cuando a cada uno se le da lo que le corresponde, hasta alcanzar la igualdad en la dignidad y en las oportunidades entre los seres humanos. Somos conscientes, sin embargo, de que la igualdad real no es la meramente formal ante la ley. Esta igualdad, aunque indispensable para el correcto ejercicio de la justicia, no elimina el hecho de que existen crecientes discriminaciones cuyo primer efecto es precisamente la falta de acceso a la justicia. La verdadera igualdad, en cambio, es la posibilidad de que todos puedan realizar sus aspiraciones y ver garantizados los derechos inherentes a su dignidad, respaldados por un sistema de valores comunes y compartidos, capaces de inspirar normas y leyes que sostengan el funcionamiento de las instituciones.

Hoy, lo que interpela a los operadores de justicia es precisamente la búsqueda o la recuperación de los valores olvidados en la convivencia, su cuidado y su respeto. Se trata de un proceso necesario, frente a la expansión de conductas y estrategias que muestran desprecio por la vida humana desde su inicio, que niegan derechos fundamentales para la existencia personal y no respetan la conciencia de la que nacen las libertades.

Precisamente mediante los valores que están en la base de la vida social, la justicia asume su papel central en la convivencia de las personas y de las comunidades humanas. Tender hacia la justicia requiere amarla como una realidad a la que sólo se llega si se unen la atención constante, el desinterés radical y un discernimiento perseverante. Quien ejerce la justicia se pone al servicio de las personas, del pueblo y del estado, con plena y constante dedicación. La grandeza de la justicia no disminuye cuando se aplica en lo pequeño, sino que siempre resalta cuando se ejerce con fidelidad al derecho y respeto a la persona, en cualquier parte del mundo.

Donde no hay justicia no hay Estado. La justicia es la virtud que da a cada uno lo suyo. Dar siempre lo mejor en el ejercicio de la justicia al servicio del pueblo, con la mirada puesta en Dios, para respetar plenamente la justicia, el derecho y la dignidad de las personas” (20-IX- 2025).

ACCIONES
Esperamos que abogados, jueces, magistrados y ministros que trabajan en la impartición de justicia sean fieles a su vocación, sirviendo con equidad, verdad y amor, guiados no sólo por las leyes humanas, sino también por su fe cristiana, por un amor misericordioso hacia los demás, inocentes o culpables.