Siete años de mentiras y corrupción

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COLUMNA

Fe y bien común

Siete años de mentiras y corrupción

La dignidad y valentía de muchos mexicanos como el asesinado Carlos Manzo nos hace ver que en México hay motivos para mantener la convicción de que podemos superar la corrupción y recuperar la democracia

15 diciembre, 2025
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Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios. 

El mal llamado gobierno de la cuarta transformación que comenzó en el sexenio pasado se ha caracterizado por tratar de engañar con una comunicación a base de mentiras multiplicadas diariamente en las falsas conferencias de prensa de todas las mañanas.

El sello de la casa es la mentira: Ya se acabó el robo del combustible, ya llegaron los medicamentos a los hospitales, ya está funcionando al 100% la refinería Dos Bocas, ya no hay masacres, ya disminuyó la pobreza, hemos construido cien universidades, no tiraremos ni un árbol para construir el tren maya. La misma actual presidente de México no se deja ganar en mentiras: vivimos en el país más democrático del mundo, la economía va bien y va a ir mejor, no hemos endeudado al país, seguimos recibiendo
inversión extrajera en cantidades nunca vistas.

Otra modalidad ha sido la implementación de “montajes” para crear cortinas de humo o distractores para que no se vean los problemas reales, podríamos señalar tres como botón de muestra: El primero, la llegada en un tren inexistente al AIFA por parte del presidente, la Jefa de gobierno y el Comandante del Ejército. El segundo, el vehículo atascado donde viajaban el presidente, la Secretaria de Seguridad Pública y el Comandante del Ejército a Acapulco después del huracán Otis, y el tercero el tocamiento indebido a la presidente de México junto a Palacio Nacional ante la vista de todo su equipo de seguridad. Esto sin mencionar el montaje de cada mañana con preguntas asignadas y respuestas preparadas.

La realidad es muy distinta, se ha denunciado de mil maneras: Han destruido la incipiente democracia mexicana regresándonos a los peores momentos del presidencialismo autoritario, han acabado con la división de poderes convirtiendo en un hazmerreír a la Suprema Corte de Justicia aderezada con “acordeones”, han dejado en ruinas el sistema de salud, han abandonado las carreteras y autopistas, el crimen organizado domina cada vez más territorios del país incluyendo la Ciudad de México, la corrupción gubernamental es la más escandalosa de nuestra historia de corrupción, con un cinismo nunca antes visto desde el ex presidente y sus secuaces hasta la actual impunidad promovida
abiertamente por la primer mandataria.

Ante las genuinas protestas de los ciudadanos en las marchas y manifestaciones por todo el país, no solo no escuchan sino que responden con un Zócalo lleno de acarreados para mostrar “que el pueblo los apoya”. Tratan de mostrar una fuerza inexistente manipulando a los beneficiados de los programas sociales.

La dignidad y valentía de muchos mexicanos como el asesinado Carlos Manzo nos hace ver que en México hay motivos para mantener la convicción de que podemos superar la corrupción y recuperar la democracia.


Autor

Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.