¿Jesús rechazaba lo material?
Lo material forma parte del universo de necesidades del ser humano.
Lectura del Santo Evangelio (Lc 12, 13-21).
En aquel tiempo, dijo uno de entre la gente a Jesús: Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia. Él le respondió: “¡Hombre!, ¿Quién me ha constituido juez o repartidor entre ustedes? Y añadió: “Guárdense muy bien de toda codicia, porque las riquezas no garantizan la vida de un hombre, por muchas que tenga”.
Les dijo una parábola: “Los campos de cierto hombre rico dieron una abundante cosecha y pensaba para sus adentros: ‘¿Qué hare ahora, si no tengo donde almacenar todo el grano?’ Entonces se dijo: ‘Ya sé lo que voy a hacer. Demoleré mis graneros y edificaré otros más grandes; almacenaré allí todo mi trigo y mis bienes, y me diré: Ahora ya tienes abundantes bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebé y banquetea.’ Pero Dios le dijo: ‘¡Qué necio eres! Esta misma noche te reclamarán la vida. ¿Para quién será entonces todo lo que has preparado?’ Así es el que atesora riquezas para sí y no se enriquece en orden a Dios”.
Cultura Bíblica
¿Jesús rechazaba lo material?
A la luz de las enseñanzas de Jesús, este domingo nos preguntaremos si el Señor rechazaba todos los bienes materiales y valoraba sólo lo espiritual.
Para contestar a la pregunta que nos hemos planteado, primero es importante que veamos cómo consideraba el Antiguo Testamento los bienes materiales. En primer lugar todas, absolutamente todas las cosas son buenas, porque han salido de las manos de Dios (cfr. Gn 1,1-1,4 a). La oposición entre el bien y el mal no radica en optar por los bienes materiales, sino en desobedecer el mandato del creador (fcr. Gn 2,16b-17; 3,1-7). La degradación de la humanidad pecadora, no se observa en la línea de la ambición de bienes materiales, sino en la agresividad que mata a los hermanos (cfr. Gn 4,1-15.23-24).
Más adelante en la historia hace su aparición un mandamiento que sí supone diversos niveles de amor, se trata del mandamiento más importante: “amarás a Dios sobre todas las cosas” (Dt 6,5). Este mandato en primer lugar pretende evitar la idolatría, es decir, no adorar a otros dioses. En el Nuevo Testamento un maestro de la Ley comenta, en sintonía con lo que Jesús opinaba, que el segundo mandamiento es el amor al prójimo (Mc 12,29-34). Jesús, heredero de todo lo que había aprendido de su tradición judía, enseña a graduar ordenadamente el afecto. La máxima importancia la tiene el Reino de Dios y su justicia, eso es lo que el hombre debe buscar en primer lugar (Mt 6,33).
Las cosas materiales forman parte del universo de necesidades del ser humano y no tienen que ser menospreciadas, pero Jesús previene contra una valoración desproporcionada. “Dios sabe que tienen necesidad de comer, vestirse y de un techo” (Mt 6,25-32).
Con respecto al amor al prójimo, Jesús también le dio gran importancia, al grado de afirmar que “lo que hicieron al más pequeño de sus hermanos, a mí me lo hicieron” (Mt 25,40). La relación con los bienes materiales debe ser en orden al bien común. El mejor ejemplo lo tenemos en el episodio del joven rico (Mt 19,21-22), Jesús invita a este hombre a vender sus pertenencias y repartirlas entre los pobres, así tendría un tesoro en el cielo, por desgracia no fue obedecida su propuesta.
Por tanto, Jesús no opone el mundo material al mundo espiritual, esta oposición pertenece más bien al pensamiento griego. Jesús propone ordenar bien los afectos, no permitiendo que el corazón se apegue indebidamente a los bienes materiales, de tal forma que se oriente correctamente al amor de Dios y del prójimo.