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COLUMNA

Cultura Bíblica

Evangelio del 1 de septiembre 2024: La interpretación adecuada de la ley

“¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?”

28 agosto, 2024

Lectura del santo Evangelio según San Marcos (7, 1-8. 14-15. 21-23)

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas).

 

Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?”.

Él les contestó: “Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: ‘Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos’. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres”.

Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: “Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro”.
Palabra del Señor

Jesús critica las observancias de los judíos ¿Estas observancias estaban escritas en el
libro de la Ley de Moisés?

Pero, Jesús no puede criticar lo que Dios mandó. Este domingo regresamos a la lectura continuada del evangelio de San Marcos. Una característica de este evangelio es la gran cantidad de controversias que sostuvo con las autoridades venidas de Judea y Jerusalén. Así es como inicia el texto de hoy. Los fariseos
acusan a Jesús y sus discípulos de trasgredir la Ley de Moisés. Debemos tener en cuenta que una cosa es lo que está escrito en un códice legal y otra la interpretación y las costumbres emanadas del cumplimiento de dichas normas. Jesús nunca quiso criticar o derogar la Ley de Moisés.

En el evangelio de San Mateo dice: “no crean que he venido a derogar la Ley y los profetas, no he venido a derogarlos sino a darles cumplimiento…” (Mt 5,17-19). La crítica de Jesús se centra en la interpretación que ha perdido el espíritu profundo de la Ley. Dios les dio los preceptos a su pueblo para que, por medio de su observancia, conservaran la Alianza pactada en el Sinaí. Pero Jesús acusa a sus oyentes de haber convertido el cumplimiento de la ley divina en una serie de preceptos humanos.

Un ejemplo de esto lo da cuando denunció esto: “Ay de ustedes escribas y fariseos hipócritas porque limpian el exterior del vaso y el plato, mientras por dentro están llenos de rapiña y desenfreno” (Mt 23,25-26). Con esto vemos que la interpretación adecuada de la ley no se contenta con el cumplimiento externo de ritos purificatorios, sino que es, ante todo, una manifestación de una interioridad coherente llena de honradez, justicia y bondad.

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