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COLUMNA

Cultura Bíblica

Evangelio del 9 de junio del 2024: Cumplan la voluntad de Dios

Jesús aprovechó el momento de esa visita para ampliar el sentido de aquellos a quienes consideraba su familia

4 junio, 2024

Lectura del santo Evangelio según San Marcos 3, 20-35

En aquel tiempo volvió Jesús a casa y se juntó tanta gente, que no los dejaban ni comer.

Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque decían que no estaba en sus cabales.

Unos letrados de Jerusalén decían:

Tiene dentro a Belcebú y expulsa a los demonios con el poder del jefe de los demonios.

Él los invitó a acercarse y les puso estas comparaciones:

¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino en guerra civil, no puede subsistir; una familia dividida, no puede subsistir. Si Satanás se rebela contra sí mismo, para hacerse la guerra, no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa.

Creedme, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.

Se refería a los que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Llegaron su madre y sus hermanos, y desde fuera lo mandaron llamar.

La gente que tenía sentada alrededor le dijo:

Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.

Les contestó:

¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?

Y paseando la mirada por el corro, dijo:

Estos son mi madre y mis hermanos. El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.

Palabra de Dios.

¿Qué aprendemos del Evangelio del domingo 9 de junio 2024?

¿Por qué en el relato del día de hoy se dice que los familiares de Jesús pensaban que estaba loco y que las autoridades decían que estaba poseído  por un espíritu inmundo? ¿Hay alguna función simbólica de estas interpretaciones erróneas sobre Jesús?

Desde el domingo pasado estamos de regreso en la lectura continuada del evangelio de San Marcos. Específicamente estamos leyendo el ministerio de Nuestro Señor en Galilea. Esta etapa del ministerio de Nuestro Señor está caracterizada por la predicación y la realización de señales milagrosas para confirmar la validez de la predicación.

Jesús hacía curaciones milagrosas y también exorcismos e iba de pueblo en pueblo visitando las sinagogas. Desde el inicio del evangelio San Marcos, al igual que los otros evangelistas nos narra que cuando Jesús fue bautizado descendió sobre Él el Espíritu Santo (cfr. Mc 1,10; Mt 3,16; Lc 3,22).

Así mismo, se presentó Jesús en la sinagoga de Nazareth su pueblo natal como ungido por el Espíritu Santo (Lc 4,18-22) cumpliendo la profecía del profeta Isaías (Is 61,1-2). Así es que para la correcta comprensión de el pasaje que leemos hoy ya sabemos que Jesús actuaba bajo la inspiración del Espíritu Santo tanto en palabras como en obras ¿Por qué, entonces, estas dos interpretaciones fallidas, tanto de su familia que pensaban que estaba loco y la de las autoridades venidas de Jerusalén que decían que estaba poseído por un espíritu inmundo?

Se trata de dos interpretaciones muy distintas en las motivaciones de quienes las hacían. Los parientes de Jesús habían vivido con él toda la vida y nunca había cambiado de lugar de residencia así como había sido una persona dedicada a su trabajo.

El cambio de residencia sumado al cambio en su estilo de vida, motiva una búsqueda razonable de alguien a quien querían. Jesús aprovechó el momento de esa visita para ampliar el sentido de aquellos a quienes consideraba su familia, no solamente aquellos con quienes compartía su sangre sino todos aquellos que cumplieran la voluntad de Dios.

Por lo que corresponde a las autoridades, más bien notamos una intensión de desacreditar a Jesús haciendo afirmaciones temerarias. A estos el Señor les advierte que están cometiendo un pecado muy grave pues atribuyeron a Satanás lo que era obra del Espíritu de Dios.

Mons. Salvador Martínez Ávila es biblista y exrector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadal