Evangelio 4 de junio 2023: ¿El amor lo perdona todo?
Si Dios lo forzara a aceptar su amor, estaría siendo irrespetuoso de su propia obra.
Evangelio 4 de junio según san Juan (Jn. 3, 16-18)
“Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga la vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios”.
Evangelio 4 de junio del 2023: ¿El amor lo perdona todo?
Celebramos en este día el misterio de la Santísima Trinidad. Más allá de la explicación teórica de cómo creemos en un solo Dios en tres personas, el Evangelio nos lleva a la consideración de Dios trino y uno en perspectiva relacional. Dios Creador y Padre ama entrañablemente a la humanidad. Esto produce una iniciativa de salvación por medio del envío de su Hijo Jesucristo a este mundo.
La primera parte del texto que leemos hoy afirma la irrestricta misericordia de Dios: es un ofrecimiento de salvación para todos. Algo que supone el discurso de Jesús a Nicodemo es que el mundo no se encuentra en una relación de comunión plena con Dios; por tanto, si el Padre no amara entrañablemente a la humanidad, el destino de ésta, por causa del pecado, sería muerte, destrucción y perdición.
Ahora bien, para hablar de responsabilidad moral de una persona se suponen dos cualidades: la inteligencia y el libre albedrío. A nadie se le podría exigir responsabilidad si no entendiera la diferencia entre el bien y el mal.
Tampoco se le puede exigir responsabilidad si no puede decir sí o no. El amor que Dios tiene a cada individuo no destruye o vulnera esas dos características, ni siquiera una de ellas. Por ejemplo, una persona es capaz de entender que Dios le ama; si no fuera capaz de entenderlo, no sería responsable ante ese acto de amor.
Una persona es capaz de aceptar o no el amor que Dios le ofrece, si no pudiera rechazarlo no podría ejercer su libre albedrío. Cuando una persona ha realizado una acción y no es claro su valor moral, se hace un juicio, un discernimiento. Por eso es posible hablar de amor y juicio al mismo tiempo.
Porque el amor disculpa todo en el ser humano, pero éste tiene la capacidad de aceptar o rechazar ese amor. Si Dios lo forzara a aceptar su amor, estaría siendo irrespetuoso de su propia obra.
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Mons. Salvador Martínez es rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.
Correo electrónico: [email protected]
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