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COLUMNA

Cultura Bíblica

Evangelio 1 de octubre 2023: “Den más bien frutos dignos de conversión”

El anuncio de la Buena Nueva no siempre cae bien, no siempre es suave y cómoda.

29 septiembre, 2023

Evangelio del 1 de octubre según san Mateo (Mt 21, 28-32)

En aquel tiempo, Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’. Él le contestó: ‘Ya voy, señor’, pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Éste le respondió: ‘No quiero ir’, pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?” Ellos le respondieron: “El segundo”.

Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publicanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas, sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él”.

La parábola que leemos este día parece acusar a los judíos que lo escuchaban, por no haberle hecho caso a Juan Bautista. ¿Es esto correcto?

Dentro de la lectura continuada del Evangelio de san Mateo que hemos hecho a lo largo de todo este año, hemos llegado a la sección en la que Jesús desarrolló su ministerio en Jerusalén, justo antes de su Pasión, Muerte y Resurrección.

Una característica notoria de su ministerio en Jerusalén es precisamente la crítica por la incredulidad de los judíos. Después de su entrada mesiánica en Jerusalén (Mt 21,1-11), Jesús purificó el Templo (Mt 21,12- 17), y tuvo las consiguientes discusiones con las autoridades de Jerusalén (Mt 21,18-27).

Esta secuencia de sucesos nos pone sobre aviso a propósito del estilo de ministerio que el Señor realizó en Jerusalén. Por tanto, no resulta extraño que, con la parábola de los dos hijos, el Señor quiera establecer con claridad el criterio de bondad ante Dios, que no es determinado por las palabras, sino por los hechos.

Esto concuerda con el llamado que hizo desde el principio Juan Bautista cuando dijo: “¡Raza de víboras! ¿Quién les ha enseñado a huir de la ira inminente? Den más bien frutos dignos de conversión y no piensen que basta con decir en su interior ‘tenemos por padre a Abrahán’…” (Mt 3,7-9) Al hacer la interpretación de la parábola de los dos hijos, Nuestro Señor concluye que aquellos a quienes predicó Juan Bautista, con tanta claridad, al no convertirse de sus crímenes, se rehusaron a cumplir la voluntad de Dios nuestro Padre.

Los pecadores públicos y las prostitutas también escucharon dichos discursos del Bautista, y Jesús acredita que ellos sí se convirtieron de sus malas conductas. Para concluir, podemos ver, que no es
muy común la meditación de esta parte del Evangelio,
que algunos comentaristas suelen titular como “El juicio de Jerusalén”.

El anuncio de la Buena Nueva no siempre cae bien, no siempre es suave y cómoda. Por parte de Jesús, vemos una secuencia de acciones y de enseñanzas que ponen sobre aviso a los judíos acerca de la urgencia de convertirse.

Mons. Salvador Martínez Ávila es biblista y Rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.