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COLUMNA

Cultura Bíblica

¿Es verdad que son pocos los que se salvan?

Jesús llama al esfuerzo personal, la salvación no es una cuestión predeterminada para unos afortunados, no depende de actos o pases mágicos o de amuletos

22 agosto, 2025

Damos un paso más dentro del tiempo ordinario, en particular en la etapa de subida a Jerusalén. Recordemos que esta etapa, particularmente para el evangelista San Lucas, es una etapa de enseñanzas y anécdotas que fueron madurando la personalidad de sus discípulos para hacerla pasar de una mentalidad meramente mundana a una mentalidad de acuerdo al evangelio.

El primer tema abordado hoy surge de la pregunta: “¿Es verdad que son pocos los que se salvan?” Como en muchas otras ocasiones Jesús no responde a la literalidad de la pregunta, sino a una motivación desviada que puede estar contenida en la pregunta.

En este caso podría verse que en la pregunta hay una mentalidad conformista o mágica a cerca de la salvación. Jesús llama al esfuerzo personal, la salvación no es una cuestión predeterminada para unos afortunados, no depende de actos o pases mágicos o de amuletos. La salvación implica la realización de buenas obras.

Los obradores de maldad están excluidos del Reino por sus mismas obras. Esto da pie a la segunda enseñanza del día de hoy, la calidad de la vida no se mide por las situaciones externas o las formalidades. Jesús pone en boca de los excluidos del banquete del Reino, en su parábola: “Señor comimos y bebimos contigo y tú has enseñado en nuestras plazas” como si estas vivencias cualificaran el valor de las propias acciones. Pero Jesús corrige esta falsa interpretación de la relación con Dios. La respuesta del Señor será: “no los conozco… apártense de mí todos los que hacen el mal”.

La bondad o maldad de las obras no depende de la opinión general, sino del valor interno de lo que hacemos, por el beneficio o el perjuicio que estas reportan a nosotros o los demás.