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COLUMNA

Convicciones

Inicio del proyecto misional de los jesuitas en América

Al inicio de esta nueva tarea en la realidad del virreinato de Perú, las comunidades indígenas vivían en la férrea opresión de las estructuras de la corona

1 julio, 2024
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Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político. 

En 1568, la Compañía de Jesús llega al virreinato de Perú, por decisión de su entonces padre general, san Francisco de Borja. Al virreinato de la Nueva España arriba en 1572. La de Perú es la provincia jesuita más antigua de América.

Los jesuitas a su llegada fundan colegios y atienden iglesias, pero no desarrollan una actividad misional. En 1576, como resultado de un proceso de debate interno sobre la conveniencia de hacerse cargo de misiones entre los indígenas, y de la petición del virrey Toledo, el provincial José de Acosta decide asumir esta nueva tarea.

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Así se hacen cargo del pueblo de Juli en la “laguna de Chucuito”, habitado por pobladores lupacas, con el objeto de iniciar un proyecto misional, que contempla la evangelización y el desarrollo social de los indígenas y sus comunidades.

La Compañía de Jesús inicia aquí su extraordinario trabajo misional entre los diferentes pueblos indígenas de América, que continuará en forma ininterrumpida hasta su supresión de los territorios de la corona de España en 1767.

En la misión de Juli y seis pueblos vecinos se estructura las bases de la estrategia que después, con variantes, se aplicará en todo el Continente. Aquí, los jesuitas hablan de que trabajan con el “pueblo santo”.

Al inicio de esta nueva tarea en la realidad del virreinato de Perú, las comunidades indígenas vivían en la férrea opresión de las estructuras de la corona, de los funcionarios, de los terratenientes y mineros y también de miembros de la Iglesia.

El nuevo proyecto misional se propone cambiar ese estado de cosas, para construir una utópica comunidad cristiana, que proponía trabajar sobre una nueva escala de valores donde, entre otras cosas, no existiera la acumulación de riqueza.

En 1642, el marqués de Mancera escribe al rey: “Por las noticias que tengo de estas doctrinas …  puedo afirmar a VM que en la Relación que hace el P. Provincial… anduvo corto… porque el arte con que lo gobiernan, el inmenso trabajo que les cuesta, la puntualidad con que doctrinan a los indios, la piedad con que los curan y el valor con que los defienden de las molestias que suelen hacerles los españoles, es todo digno de grande admiración y que se atribuya a obra más que humana”.



El proyecto misional desde un inicio se enfrenta a la realidad estructural de la injusticia, y también a problemas políticos y culturales. Los propios jesuitas de la época son autocríticos de la realización de su proyecto.

Pronto se hizo evidente que los indígenas en el marco misional de los jesuitas estaban en mucho mejores condiciones que los otros. La utopía estaba lejos de hacerse realidad, pero guiaba un proyecto de transformación muy exitoso, que habrá de expandirse en toda América por dos siglos, y que tiene su origen en Juli y los seis pueblos vecinos.

En el origen del modelo misional de los jesuitas, que se construye en el virreinato del Perú, es fundamental el pensamiento del padre José de Acosta, un intelectual que piensa en términos antropológicos y etnológicos.

Como provincial, que conduce la acción, toma decisiones que dan forma al proyecto, cuenta con la gestión, a todas luces notable, del jesuita Diego de Torres Bollo, sostén de la misión de Juli y primer provincial en las reducciones de Paraguay.

En YouTube se puede ver el documental Peruviana: la provincia jesuita de Perú (1568- 1767) de Gabriel Raczko, donde se desarrolla con amplitud la experiencia de los jesuitas en Juli.

Más artículos del autor: El asesinato del jesuita Enrique Ruhen

*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la Fe.








Autor

Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político. 

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