El proyecto del Papa y los nuevos cardenales
En términos políticos se podría decir que el Papa ha construido, con los nombramientos de los nueve consistorios, a un grupo dirigente, con nuevas ideas, capaces de impulsar la renovación teológica y pastoral que la Iglesia necesita
El pasado 4 de octubre, el mismo día que inició el sínodo en Roma, tuvo lugar el consistoria con el nombramiento de 21 nuevos cardenales, de ellos 18, por tener menos de 80 años, tendrán derecho a votar cuando tenga lugar el próximo conclave.
Este es el noveno consistorio citado por el Papa Francisco, que salvo en 2021, ha celebrado uno por año desde que fue elegido como sucesor de san Pedro, y podría ser el último de su pontificado.
Los vaticanólogos consideran que el nombramiento de estos cardenales sigue la línea de cambio que el papa impulsa desde su nombramiento hace ya 10 años. Se trata, dicen, de acelerar el proceso y evitar una posible regresión.
En esta ocasión el Papa, contrario a los anteriores consistorios que privilegió el nombramiento de cardenales de África y Asia, ahora ha optado por Europa y América. De los que tienen derecho a voto nueve son europeos y cuatro americanos.
Esto obedece, dicen los vaticanólogos, a que la modernización de la Iglesia, necesariamente pasa por la visión antropológica de Occidente y por eso mismo por Europa y América. Esta región es más sensible y abierta a temas que la Iglesia debe considerar desde una perspectiva más progresista.
Temas, entre otros, como el celibato de los sacerdotes; el papel de los laicos, hombres y mujeres, en la Iglesia; el acceso de estas al diaconado; la bendición de parejas LGTBIQ+ y dar la comunión a los divorciados vueltos a casar.
Si bien el crecimiento de fieles ocurre en África y en Asia, no en Europa y América, en esas regiones la Iglesia tiende a ser más conservadora. Es evidente que en las sociedades occidentales se camina con más rapidez y apertura a una nueva manera de entender a la persona desde una perspectiva de género.
El Papa quiere garantizar que en la Iglesia ya desde ahora, y en el momento de su partida, continúe un profundo proceso de cambio que exige la realidad de una nueva concepción antropológica del ser humano. La Iglesia no puede quedarse atrás en esta discusión.
Los vaticanólogos sostienen que la posibilidad de detener la caída de fieles en Europa y América pasa necesariamente por que la Iglesia asuma posiciones progresistas relacionadas con la realidad de esa nueva antropología ya presente en las sociedades occidentales más desarrolladas.
Y plantean que el Papa solo no pude modernizar a la Iglesia. Necesita hacerse acompañar de obispos y cardenales afines, para que desde sus propios espacios impulsen y den la batalla por el cambio.
La gran mayoría de los nuevos cardenales son progresistas, afines a la teología del papa y a su manera de ver los cambios que requiere la Iglesia. Son también hombres cercanos a él, con algunos ha trabajado ya antes con ellos.
En términos políticos se podría decir que el Papa ha construido, con los nombramientos de los nueve consistorios, a un grupo dirigente, con nuevas ideas, capaces de impulsar la renovación teológica y pastoral que la Iglesia necesita, para injertarse en el mundo de hoy.
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