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COLUMNA

Compromiso social de la fe

La nueva SCJN sin calidad moral

La nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación ni ha sido elegida por el pueblo de México ni tiene calidad moral para ser la garante de la legalidad en nuestro país

2 septiembre, 2025
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Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios. 

Durante los últimos 30 años México ha contado con una Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), constituida, salvo algunas excepciones, por ministros de la más alta calidad profesional y ética, destacando por su autonomía e imparcialidad en defensa de la Constitución y los derechos humanos.

Todo esto terminó de un plumazo por una indigna intervención del ex presidente López Obrador cancelando a la Suprema Corte mexicana por un remedo de la misma, fruto de una falsa elección popular.

En ningún país del mundo se llevan a cabo elecciones de los jueces porque no tienen la función de ser representantes populares sino de ser juzgadores de unos y otros frente a la Constitución. Su tarea es hacer valer la legalidad de los actos tanto de los gobernantes como de los ciudadanos frente a las leyes establecidas, allí radica la importancia de su autonomía y su preparación.

En la convocatoria para participar en esta farsa se pusieron criterios ridículos a los aspirantes como haber cursado los estudios de leyes con un mínimo de 8 y contar con una carta de aprobación de sus vecinos. No era importante la experiencia judicial, la honorabilidad autentica, la trayectoria profesional. Al final fueron colocados en las boletas solamente los afines al régimen que mal gobierna actualmente a nuestro país.

El colmo de esta pantomima de elección fue la intervención de funcionarios públicos con recursos de la Nación promoviendo los “acordeones” donde estaban los nombres de los candidatos a ministros de la Suprema Corte por los cuales debían votar los ciudadanos “acarreados” a las urnas. Una violación evidente y absurda a todas las leyes electorales que no vieron por ningún lado los desacreditados consejeros del INE, salvo cinco honrosas excepciones y los corruptos consejeros del Tribunal electoral, salvo dos excepciones.

Los ciudadanos no se prestaron a este insulto a la inteligencia de los mexicanos: con una participación que apenas superó el 10% del padrón electoral, añadiendo las irregularidades y votos nulos, quedó solo un 7% del total de los ciudadanos. Casi el 90% de los mexicanos no se presentaron a las urnas con lo que expresaron su total rechazo a este fraude. Solamente el cinismo de la señora presidente de México ha sido capaz de decir que “somos el país más democrático del mundo”.

La nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación ni ha sido elegida por el pueblo de México ni tiene calidad moral para ser la garante de la legalidad en nuestro país.

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*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.


Autor

Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.