Lecturas de la Misa del 2 de junio 2024 y comentario al Evangelio
Cristo, que en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto al Dios vivo.
Estas son las Lecturas, el Salmo y el Evangelio de la Misa dominical del 2 de junio 2024. ¡Conócelas!
Lecturas y Evangelio del 2 de junio de 2024.
- Primera Lectura: del libro del Libro del Éxodo 24, 3-8.
- Salmo: Salmo 115, 12-13. 15 y 16bc. 17-18.
- Segunda Lectura: de la carta a los Hebreos 9, 11-15.
- Evangelio del día: Evangelio según San Marcos 14, 12-16. 22-26.
Primera Lectura
Lectura del libro del Libro del Éxodo 24, 3-8
En aquellos días, Moisés bajó y contó al pueblo todas las palabras del Señor y todos sus decretos; y el pueblo contestó con voz unánime:
“Cumpliremos todas las palabras que ha dicho el Señor”.
Moisés escribió todas las palabras del Señor. Se levantó temprano y edificó un altar en la falda del monte, y doce estelas, por las doce tribus de Israel. Y mandó a algunos jóvenes de los hijos de Israel ofrecer al Señor holocaustos e inmolar novillos como sacrificios de comunión. Tomó Moisés la mitad de la sangre y la puso en vasijas, y la otra mitad la derramó sobre el altar. Después, tomó el documento de la alianza y se lo leyó en alta voz al pueblo, el cual respondió:
“Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos”.
Entonces Moisés tomó la sangre y roció al pueblo, diciendo:
“Esta es la sangre de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras”.
Palabra de Dios.
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Salmo
Salmo 115, 12-13. 15 y 16bc. 17-18
R. Alzaré la copa de la salvación, invocando tu nombre, Señor.
¿Cómo pagaré al Señor
todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre. R.
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo, hijo de tu esclava
rompiste mis cadenas. R.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos,
en presencia de todo el pueblo. R.
Segunda lectura
Lectura de la carta a los Hebreos 9, 11-15.
Hermanos:
Cristo ha venido como sumo sacerdote de los bienes definitivos. Su “tienda” es más grande y más perfecta: no hecha por manos de hombre, es decir, no de este mundo creado.
No lleva sangre de machos cabríos, ni de becerros, sino la suya propia; y así ha entrado en el santuario una vez para siempre, consiguiendo la liberación eterna.
Si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de una becerra, santifican con su aspersión a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, ¡Cuánto más la sangre de Cristo!, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, para que demos culto al Dios vivo.
Por esa razón, es mediador de una alianza nueva: en ella ha habido una muerte que ha redimido de los pecados cometidos durante la primera alianza; y así los llamados pueden recibir la promesa de la herencia eterna.
Evangelio del día
Un sábado, Jesús iba caminando entre los sembrados, y sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le preguntaron: “¿Por qué hacen tus discípulos algo que no está permitido hacer en sábado?”. Él les respondió: “¿No han leído acaso lo que hizo David una vez que tuvo necesidad y padecían hambre él y sus compañeros? Entró en la casa de Dios, en tiempos del sumo sacerdote Abiatar, comió de los panes sagrados, que sólo podían comer los sacerdotes, y les dio también a sus compañeros”.
Luego añadió Jesús: “El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado. Y el Hijo del hombre también es dueño del sábado”. Entró Jesús en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”. Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?”.
Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.Entonces se salieron los fariseos y comenzaron a hacer planes con los del del partido de Herodes para matar a Jesús.
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Comentario al Evangelio: El sentido del sábado
Dos escenas que tienen en común el significado del sábado. Mandamiento supremo para los judíos el de respetarlo como día dedicado al Señor. No se trataba simplemente de una ley exterior, que mostrara la obediencia incondicional del hombre piadoso a Dios. Respuesta sí, la que se daba en la interpelación, pero como manifestación de la confianza que Dios merece en su revelación, que redunda en la gloria a Él y en el bien para el ser humano. Oportunidad de detener las inercias del activismo para recordar el valor central de la existencia: encontrarse con el buen Creador a quien todo debemos, descansar en Él y rendirle el culto espiritual.
El rigorismo se reconoce en la disposición de los fariseos. Atienden la ley, y en modo alguno quieren transgredirla. Pero el mismo Jesús les advierte que, en determinadas circunstancias, el bien del hombre podía implicar la audacia de lo que puede parecer una desobediencia. Pero muestra también la verdad que sustenta todo: “El sábado se hizo para el hombre”. Instalarse en un cumplimiento ciego puede indicar, de hecho, una injusticia o una torpeza.
Jesús, con todo, va aún más lejos. Manifiesta su propio misterio a propósito de esta discusión. “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”. Por encima de la tradición veterotestamentaria, Él está en persona abriendo horizontes nuevos a la manifestación divina. Él mismo puede enmendar lo que se ha comprendido respecto a Dios, porque se encuentra, como Hijo, en la fuente misma del don de Dios. Porque es Dios.
Su señorío queda ratificado a continuación, en la segunda escena. La del hombre con la mano tullida. En este caso, el ejemplo para mostrar su autoridad se encuentra presente. No es un recuerdo ni una simple argumentación. El hombre puesto en medio es el signo que todo lo explica. Y la pregunta es determinante: “¿Qué es lo que está permitido hacer el sábado, el bien o el mal?” El silencio de los interpelados muestra una dureza de corazón que entristece a Jesús. El hombre recibe la salud, confirmando la autoridad de Jesús y el sentido salvador de su presencia entre nosotros.
El sábado nos sigue interpelando. Dios quiere nuestra salvación. A su don le respondemos con amor y con piedad. Hemos de cuidar, sin embargo, que el escrúpulo de nuestra respuesta no termine por alejarnos de su sentido, alcanzando incluso, en nombre de la fe, actitudes de intransigencia y hasta de crueldad. El bien se ha de realizar siempre. Y con él se da gloria a Dios.
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