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¿Vientos favorables para el patrimonio?

Ojalá que lo ocurrido en la iglesia de la Santa Vera Cruz sea ocasión para poder afirmar con el refrán popular que: no hay mal que por bien no venga.

11 septiembre, 2020
¿Vientos favorables para el patrimonio?
P. Armando Ruiz Castellanos

Con motivo del incendio (que al parecer fue provocado por algunos indigentes en la parroquia de la Santa Vera Cruz), un buen amigo periodista me pidió insistentemente que escribiera algunos artículos. Parecen haber tenido algún eco, que espero anuncie un viento, siquiera leve, que sea favorable y ayude al cuidado de nuestro patrimonio, y, por supuesto, también a la mejor atención de nuestros indigentes, lamentablemente en permanente riesgo.

Me alegra recordar ahora que a partir de la escuela de catequesis que mencioné en el primero de esos artículos, y de la labor social que hicieron algunos alumnos de la Universidad Panamericana, uno de ellos (Javier Garibay) se involucró tanto, que terminó haciendo una eficaz fundación para los niños de la calle.

Dije lo del viento favorable porque a las preguntas que hice cuestionando lo que habría ocurrido con las imágenes y documentos custodiados en esa iglesia, el padre Salvador Barba, Encargado de los Bienes Culturales de la diócesis, tuvo la gentileza de comunicarse conmigo para decirme que están resguardados por parte de las autoridades eclesiásticas. Lo celebro muy deveras. Y no sólo eso, sino también que me haya dicho que las autoridades civiles acelerarán las labores de conservación de ese venerable edificio.  Así, pues, parece haber vientos favorables.

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Hace años, siendo encargado de la Comisión de Arte Sacro de la Arquidiócesis, y conversando con las autoridades responsables del patrimonio construido del país en la sede de Conaculta de la calle de Arenal sobre nuestra Catedral Metropolitana, tuve oportunidad de manifestar que en cierta forma no me preocupaba la conservación sustancial de ese edificio porque nuestras autoridades no dejarían nunca que la Catedral se dañara gravemente.

Sin embargo, decía —y creo que conviene reiterarlo—, que el patrimonio que está en mayor peligro no es el de los grandes edificios que se encuentran a la vista de todos, ni los afectados por graves accidentes (el santuario de Nuestra Señora de Los Ángeles ya está siendo restaurado) sino el de las pequeños iglesias, particularmente en los centros históricos, porque su lejanía de los ojos de la opinión pública y la precariedad económica de su entorno hacen mucho más fácil que se pierdan.

Ojalá que este incidente, como en dimensiones universales la grave pandemia actual, sea ocasión para poder afirmar con el refrán popular que no hay mal que por bien no venga.

Pienso no obstante, que no hay que festinar indebidamente las patentes buenas intenciones de los involucrados, pues las dificultades de conservación de que hablo arriba reclaman por parte de todos un mayor esfuerzo y una mayor conciencia para destinar los recursos económicos y el tiempo e interés necesarios para cuidar el patrimonio —tangible e intangible—, que debemos transmitir a las generaciones que vienen detrás.

Bienvenidos los vientos favorables.

*El P. Armando Ruiz Castellanos es especialista en Arte Sacro y antiguo párroco de la iglesia de la Santa Veracruz.

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