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COLUMNA

Ángelus Dominical

Un agradecimiento a quienes arrullan a tantos Jesuses Niños de hoy

Gracias por arropar con pañales de afecto que nunca serán desechados, por el cuidado, la educación que son mucho más que un pan pasajero.

25 diciembre, 2022
Un agradecimiento a quienes arrullan a tantos Jesuses Niños de hoy
P. Eduardo Lozano en Ángelus Dominical

“DUERME Y NO LLORES /Jesús del alma; /duerme y no llores, /mi dulce amor”; así repite el estribillo del villancico que seguramente has cantado en días como hoy, 25 de diciembre, arrullando la imagen del Niño Jesús, el mismo que es arropado cada vez que un corazón humano se preocupa –en serio- por la infancia…

“EN MÉXICO, LA CARIDAD es enteramente amplia, cristiana, se le imparte a toda aquella que la necesite, sin averiguar sus procedencias ni su estado civil y sin inquirir si llegar a la Maternidad a ocultar una falta o a remediar una miseria”: lo anterior es un párrafo escrito por Manuel Rivera Cambas, en 1982, en su libro México Pintoresco (tomo II, p. 277), y va seguido de lo que –lamentablemente- ya no es y a continuación transcribo…

“EN ALGUNAS CIUDADES europeas, las casas de maternidad están sostenidas por suscripciones privadas, sin que el Estado ni el municipio garanticen sus condiciones y su duración; aquí la intervención del municipio es sólida garantía de estabilidad y de acierto”; así continúa el comentario escrito hace más de siglo y medio, y las cosas hoy son todo lo opuesto: más bien parecería que el Estado y el municipio se empeñan en garantizar su desaparición…

PERO NO ES ÉSTE lugar de quejas y acusaciones, así que remediemos nuestro rumbo y digamos que –en aquel entonces- se daba la sucesión de gobiernos tan disímbolos como el de Juárez y Maximiliano, pero instituciones como la llamada “Casa de Maternidad” permanecían sin que en ellas afectara la ideología política o el gobierno en turno, de modo que aunque fueran liberales o conservadores, las instancias que funcionaban ¡se seguían manteniendo y seguían funcionando!…

MUY CERCA DE LA ALAMEDA central –aquí, en CdMx, pues en Puebla hubo otra muy bien puesta- estaba ubicada la tal casa que serviría –a la larga- como germen a lo que hoy es el Hospital Infantil de México, no sin antes sobrevivir a los vaivenes del porfiriato y la revolución; pero te suplico -amable lector- que estos datos no los des a conocer a gente que habla de transformaciones, pues corre el riesgo de desaparición precipitada…

“CIERRREN TUS OJOS /tranquilo sueño, ¡duerme, mi Dueño, /duerme, mi Amor!”, así continúa el villancico escrito por J.G. Treviño y mi pensamiento va a tantas instituciones públicas o privadas que atienden a tantos infantes –sus madres incluidas, por supuesto- cuando más lo necesitan: en los primeros años de vida…

LA MADRE SUPERIORA me invitó –luego de la Santa Misa- a visitar las amplias instalaciones recién estrenadas del hospicio que dirigía con tesón maternal (desde cuneros y salones de juego, comedor amplio y cocina reluciente, todo grande y bien hecho); me presumía con humildad y se ufanaba sin soberbia, pues aquellas obras estaban respaldadas por la caridad particular discreta y hasta apoyadas por gobernantes anónimos que facilitaban permisos y/o con recursos mejormente aprovechados que en campañicas y marchillas de cuarta…

ALEGRE Y CONVENCIDA, la reverenda pidió mi opinión (¿Cómo ve, padre?) y yo se la di como balde de agua fría: Ojalá todo esto no existiera (¡glup!), pues siempre sería mejor que cada familia tuviera la oportunidad de atender con suficiencia y dignidad a sus pequeños…

MUJER FUERTE Y FIRME, acostumbrada a retos y trabajos, no perdió la alegría ni la seguridad de lo que estaba haciendo: Tiene razón, padre, pero siempre estaremos lejos de ese gran ideal, y el nuestro –aunque pequeño y sencillo- es atender con la Providencia Divina ahí donde la acción humana no llega…

NO SOLO SON MONJAS las que emprenden acciones tan notables (en la lista hay sinfín de laicos), pero al serlo dan cuenta que los hábitos no son adorno y que su servicio las hace más grandes que los potentados, quienes presumiendo programas sociales de clientela solo manifiestan sus carencias radicales…

“YA MIS CANTARES /no te harán ruido, /ya mis cantares /van a callar”; así continúa el villancico y desde aquí vaya mi insignificante agradecimiento a quienes arrullan a tantos Jesuses Niños de hoy, arropándolos con pañales de afecto que nunca serán desechados, y dándoles cuidado y educación que son mucho más que un pan pasajero, también necesario; son ellos, quienes cuidan a la infancia desprotegida, los que concluyen el villancico cantando: “…mas mis amores /en el silencio, /siguen velando /¡no callarán!”…

 

*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.