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COLUMNA

Columna invitada

Tabasco nos da una nueva oportunidad

Las inundaciones en Tabasco son una oportunidad excepcional para demostrar que la humanidad puede ser más consciente y siempre caritativa.

17 noviembre, 2020

A finales de octubre de 2007, las lluvias provocadas por la tormenta tropical “Noel” en el mar Caribe, trajeron el desbordamiento de los ríos Grijalva y Usumacinta, así como el desfogue de las presas Peñitas y Malpaso, afectando principalmente las ciudades de Villahermosa en Tabasco y  Ostuacán, en Chiapas.

La inundación se controló hasta finales de ese año. El apoyo generoso y siempre presente de los mexicanos se hizo notar, especialmente cuando en las imágenes transmitidas por la televisión se podía ver que las familias vivían en sus azoteas, transportándose en lanchas y sin alimentos para sobrevivir.

Nadie puede poner en duda que la fuerza de la naturaleza es evidente en este fenómeno, pero también hay una doble responsabilidad por parte del ser humano; la contaminación ambiental, que se ve reflejada en el cambio climático, y la corrupción de autoridades que, de forma permanente, fueron usando recursos de prevención en la zona para otros fines personales o políticos.

Después de la tragedia del 2007, el gobierno federal y estatal emprendieron acciones para remediar el problema. Se hizo una reestructura del sistema hídrico y se establecieron programas de prevención y protección civil.

Hace unas semanas hemos sido testigos nuevamente de una inundación en la misma zona y con las mismas características; fuertes lluvias, desbordamiento de ríos y de la presa de Peñitas.

La respuesta inmediata de las autoridades locales ha sido responsabilizar a la autoridad federal, principalmente por el manejo de la Comisión Federal de Electricidad en la presa de Peñitas, así como de responsabilizar a las administraciones anteriores por parte de la actual autoridad federal.

¿Por qué se vuelve a caer en los mismos errores del pasado?, porque no existe una evaluación y revisión constante por parte de los gobiernos, no importando su origen partidista de las políticas públicas realizadas por las administraciones anteriores.

Algunos de los que llegan al poder tienen la mala práctica de rechazar de manera inmediata todo lo realizado por el antecesor en el puesto, pues no existe una generosidad, ni humildad de reconocer de que hay acciones administrativas que pudieron ser exitosas o que en muchos de los casos sólo hay que dar un puntual seguimiento, especialmente en la atención de lugares que pueden ser puntos de quiebre de posibles emergencias.

También existe la dinámica de administraciones que dejan sin información precisa a sus sucesores, como un acto de revanchismo, en especial cuando no son del mismo grupo o partido político. Y es que, aunque existan los mecanismos de entrega-recepción o la elaboración del llamado “libro blanco” que resume los trabajos realizados, no existe el conocimiento y a veces la cultura del dialogo generoso.

Es momento clave, hoy en estos tiempos de incertidumbre por la pandemia del Covid-19, reconocer que se está cambiando el estilo de vida de la población, que es necesario hacer un replanteamiento sobre el ejercicio del poder político, no sólo es papel de la autoridad, también lo es de la sociedad en su conjunto.

Precisamente el Papa Francisco en su última encíclica “Fratelli Tutti” en el numeral 77 nos recuerda: “Cada día se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva. No tenemos que esperar todo de los que nos gobiernan, sería infantil. Gozamos de un espacio de corresponsabilidad capaz de iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones. Seamos parte activa en la rehabilitación y el auxilio de las sociedades heridas”.

Sin duda, la generosidad del pueblo que de manera genuina acude a entregar víveres o a dar apoyo económico y moral, como es Cáritas,  es un aliento de esperanza. La práctica de la solidaridad es una marca que la humanidad no debe dejar de tomar en cuenta y que debe llevarse a cabo ante la amenaza del egoísmo insolente muy presente ante el abandono del prójimo y la cultura del aniquilamiento de la persona.

Nuevamente tenemos una oportunidad excepcional para demostrar que la humanidad puede ser más consciente y siempre caritativa. Pues ante la acumulación de adversidades nos quedan grandes retos que cumplir, Dios siempre estará ahí.

*El Mtro. Guillermo Torres Quiroz es Director de la Red de Comunicadores (REC) y analista político.

Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

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