Sembrar vientos
Los mensajes de muerte de “los adversarios” nada tienen de cristianos y sí, mucho, de odio.
Es conocido el refrán “Quien siembra vientos cosechará tormentas”. Lo digo por el reciente episodio del tercer COVID que pescó el presidente López Obrador. Exhibió, más allá de la incapacidad de comunicar bien de su equipo, la enorme inquina que se ha despertado en nuestro entorno.
Entiendo que AMLO sabe cómo manejar los hilos políticos para seguir en el candelero cinco años después de haber sido elegido. Sin embargo, también entiendo que su forma de manejar el poder no ha sido benéfica para la concordia. Desde los tiempos de la antigua Grecia el buen gobernante se define por ser capaz de conciliar los contrarios. Es el espíritu de la democracia. Y aquí es patente que ese “espíritu” está de vacaciones.
No es que quiera justificar lo injustificable. Los mensajes de muerte de “los adversarios” nada tienen de cristianos y sí, mucho, de odio. Pero hay quien detiene los vientos y hay quien los atiza. Y las tormentas suelen ser cambiantes: hoy soplan a favor, mañana inundan lo que no se quería ver bajo el agua.
Desde luego no todo se juega en la política. Pero la rebaja moral es patente en esos mensajes de odio que se entrecruzan en cualquier nota periodística y no digamos en las redes sociales. Parecemos marionetas peleando en dos bandos contrarios, movidos por titiriteros anónimos, en una lucha encarnizada para ver quién de las dos insulta con mayor virulencia. Lo que se anuncia para el 24 es el caos. ¿Habrá quien desee detenerlo o se trata del poder por el poder mismo?
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