Sal de ahí
Nuestras acciones deberán de estar enfocadas en dar gloria a Dios, lejos de buscar el reconocimiento y aceptación de los demás.
Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas.
En los milagros de Jesús hay un común denominador: un llamado a la acción. Él, aun siendo Omnipotente, nos pide que pongamos de nuestra parte. Tal como lo leímos en el Evangelio del pasado domingo sobre la resurrección de Lázaro y el mandato contundente que nuestro Señor le hizo: “Lázaro sal de ahí”. Así también nos llama a cada uno de nosotros a creer, querer, ver, levantarnos, convertirnos y seguir nuestro camino hacia Él.
Él no necesita de nosotros, sin embargo, sí espera de nosotros, espera nuestra respuesta, para la cual nos dio el don del libre albedrío; como una gran muestra de amor pone en nuestras manos la elección para seguirle, amarle y cumplir su voluntad.
A cada uno de nosotros nos llama de forma distinta y en tiempos diversos. Cada año, la cuaresma es un llamado a todos los cristianos para que nos detengamos a observar nuestra vida, buscar la reconciliación con Dios y con nuestros hermanos para convertirnos por Cristo y en Cristo.
Para los cristianos, la Semana Santa no puede reducirse a un periodo vacacional, un par de días adicionales con lo que “hay que cumplir” visitando la iglesia. Desde el miércoles de ceniza recibimos un mensaje claro: “arrepiéntete y cree en el Evangelio”, pero… ¿qué connotación le damos?, ¿cómo nos sentimos al respecto?, ¿amenazados, atemorizados, presionados o verdaderamente motivamos a convertirnos y cambiar el rumbo de nuestra vida?
Lázaro fue un amigo muy amado de Jesús, pero nosotros también lo somos, por nosotros también se toma el tiempo para regresarnos a la vida, pero a una vida en gracia de Dios, pero como a Lázaro también nos exige: “sal de ahí”. ¿De dónde? se preguntarán, pues de nuestros pecados, de la falta de amor y misericordia hacia nuestro prójimo, de nuestro egoísmo y omisiones.
Es por eso que quiero compartir contigo 3 preguntas que pueden ayudarnos a profundizar en esta reflexión:
- ¿De dónde necesito salir?
No será necesariamente de un espacio físico, sino de un estado mental, emocional y espiritual. ¿Cuál ha sido mi relación con Dios y qué es lo que me impide estar en verdadera amistad con Él?
- ¿Qué podría hacer para salir de ahí?
¿Cuáles son mis hábitos espirituales y religiosos?, ¿realizo de forma periódica un examen de consciencia que me permita reconciliarme y mantenerme en gracia de Dios?, ¿qué lugar ocupa la oración, la meditación de la palabra de Dios y el estudio de mi religión en mi agenda de prioridades?, ¿doy testimonio de mi fe con mis acciones?
- ¿Cuál es mi verdadera intención?
Revisemos la rectitud de nuestras intenciones. ¿Para qué hago lo que hago?, ¿qué estoy buscando a partir de mis cambios?
Nuestras acciones deberán de estar enfocadas en dar gloria a Dios, lejos de buscar el reconocimiento y aceptación de los demás. Salir de ahí, significará también entrar en Él y, sobre todo, dejar qué Jesús entre en nuestra vida para darle un nuevo sentido, para vivir con la alegría y la paz que sólo su presencia puede brindarnos. ¡Salgamos de ahí!
Más articulos del autor: ¿Cómo crecer la fe ante las tentaciones?
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.