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COLUMNA

Columna invitada

¿La conversión ecológica es obligada?

La contingencia sanitaria que vive la humanidad, le ha dado un respiro a la naturaleza.

22 abril, 2020

De cara a la situación mundial por la pandemia del coronavirus COVID-19 que nos ha afectado a todos y cada uno de los seres humanos, y más allá de las diferencias que como humanidad tenemos (culturalmente, socialmente, económicamente, religiosamente y étnicamente), existe un elemento -de entre muchos- que a todos nos une, es nuestra casa común: ¡el planeta!

 

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Todos hemos sido testigos de cómo los seres humanos se han resguardado en sus hogares y ello ha impactado favorablemente a nuestra casa común y al resto de los seres vivos que lo habitan: animales, plantas, mares y ríos, cielo, aire y tierra. Pareciera que la armonía y belleza de la Creación estipulada por Dios Creador ganarán partido y recuperarán su dignidad.

El resguardo de los seres humanos en sus hogares, ha impactado positivamente en la naturaleza. Foto Especial

El resguardo de los seres humanos en sus hogares, ha impactado positivamente en la naturaleza. Foto Especial

Es como si por un lado, en el marco de esta contingencia, toda la Creación participando del Misterio Pascual del Redentor, según su esencia y cada uno en sus dimensiones viviera esa “pascua”: los humanos siendo redimidos y la Creación siendo liberada de la contaminación que le provocamos; la Tierra en clave de ser su oportunidad para lograr la recreación, el renacer, el recobrar la belleza de su existencia.

Esto es impactante: cómo esta crisis humana sanitaria global, se vuelve oposicionalmente la prórroga para un planeta Tierra que arrebata con fineza y natural empatía su lugar y su tiempo, su orden y su armonía.

¿Que haremos cada uno de nosotros?

El Papa Francisco nos recuerda que “estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud (LS 53) . Es decir, a manifestar la “conversión ecológica” personal y comunitaria, que como una familia humana se expresa en una de sus formas en evitar el daño y favorecer la calidad de vida de todo lo creado.

A cada uno, nos corresponde entonces, en la libertad de los hijos de Dios, dar o no la respuesta ecológica de respeto y de valoración al regalo que desde el inicio de la Creación se nos ha otorgado.

Cuando sea superada esta contingencia sanitaria reflexionemos honestamente:

  • ¿Cuál es el tipo relación que tengo con Dios Creador, con cuanto Él ha creado, y dentro de todo ese proyecto, con el resto de los humanos y conmigo mismo?
  • ¿Estoy interesado en el cuidado y respeto de la casa común?, y ¿por qué?
  • ¿Con qué acciones individuales e institucionales podría dar respuesta al cuidado de la Madre Tierra?

*El autor es responsable de la Comisión de Ecología de la Arquidiócesis Primada de México.