¿La conversión ecológica es obligada?
La contingencia sanitaria que vive la humanidad, le ha dado un respiro a la naturaleza.
De cara a la situación mundial por la pandemia del coronavirus COVID-19 que nos ha afectado a todos y cada uno de los seres humanos, y más allá de las diferencias que como humanidad tenemos (culturalmente, socialmente, económicamente, religiosamente y étnicamente), existe un elemento -de entre muchos- que a todos nos une, es nuestra casa común: ¡el planeta!
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Todos hemos sido testigos de cómo los seres humanos se han resguardado en sus hogares y ello ha impactado favorablemente a nuestra casa común y al resto de los seres vivos que lo habitan: animales, plantas, mares y ríos, cielo, aire y tierra. Pareciera que la armonía y belleza de la Creación estipulada por Dios Creador ganarán partido y recuperarán su dignidad.
Es como si por un lado, en el marco de esta contingencia, toda la Creación participando del Misterio Pascual del Redentor, según su esencia y cada uno en sus dimensiones viviera esa “pascua”: los humanos siendo redimidos y la Creación siendo liberada de la contaminación que le provocamos; la Tierra en clave de ser su oportunidad para lograr la recreación, el renacer, el recobrar la belleza de su existencia.
Esto es impactante: cómo esta crisis humana sanitaria global, se vuelve oposicionalmente la prórroga para un planeta Tierra que arrebata con fineza y natural empatía su lugar y su tiempo, su orden y su armonía.
¿Que haremos cada uno de nosotros?
El Papa Francisco nos recuerda que “estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud (LS 53) . Es decir, a manifestar la “conversión ecológica” personal y comunitaria, que como una familia humana se expresa en una de sus formas en evitar el daño y favorecer la calidad de vida de todo lo creado.
A cada uno, nos corresponde entonces, en la libertad de los hijos de Dios, dar o no la respuesta ecológica de respeto y de valoración al regalo que desde el inicio de la Creación se nos ha otorgado.
Cuando sea superada esta contingencia sanitaria reflexionemos honestamente:
- ¿Cuál es el tipo relación que tengo con Dios Creador, con cuanto Él ha creado, y dentro de todo ese proyecto, con el resto de los humanos y conmigo mismo?
- ¿Estoy interesado en el cuidado y respeto de la casa común?, y ¿por qué?
- ¿Con qué acciones individuales e institucionales podría dar respuesta al cuidado de la Madre Tierra?
*El autor es responsable de la Comisión de Ecología de la Arquidiócesis Primada de México.