Identidad sexual
Las únicas verdaderas identidades de una persona son masculino y femenino. Un hijo es un hombre o una mujer llamado a la plenitud de su ser.
Ordenado sacerdote para la Diócesis de Ciudad Juárez, México, el 8 de diciembre de 2000, tiene una licenciatura en Ciencias de la Comunicación (ITESM 1986). Estudió teología en Roma en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum y en el Instituto Juan Pablo II para Estudios del Matrimonio y la Familia. Actualmente es párroco de la Catedral de Ciudad Juárez, pertenece a los Caballeros de Colón y dirige el periódico www.presencia.digital
Hace unos días la primer ministro de Italia, Giorgia Meloni, tomó una decisión elogiable: prohibió a los ciudadanos la opción del tercer género en el documento de identidad nacional. Esto al progresismo le parece terrible porque hoy muchos están persuadidos de que son genéticamente homosexuales, y creen que la homosexualidad es la esencia misma de su ser.
A través del cine, la música, las redes sociales, las noticias, artículos, libros de texto escolares, entrevistas, series de TV y cualquier vehículo cultural, muchos jóvenes están totalmente convencidos de que la identidad homosexual y el comportamiento homosexual es una y la misma cosa. El tema de la homosexualidad da mucho para hablar, pero en este artículo sólo quiero dejar claro que tener atracción hacia el mismo sexo no forma parte de la identidad de la persona.
Desde 1989 existe un plan para homosexualizar a Estados Unidos y al mundo. Marshall Kirk, investigador en neuropsiquiatría, y Hunter Madsen, experto en marketing social, escribieron el libro “After the Ball: how America will conquer its fear and hatred of gays in the 90’s”. Desde entonces los medios, la industria del entretenimiento, la política, las universidades e instituciones religiosas han insistido en el mito de que se nace homosexual y que no se puede cambiar.
Muchas personas que tiene atracción al mismo sexo creen que así nacieron porque todas las instituciones lo dicen. Sin embargo esto no tiene ninguna evidencia científica. El origen de la homosexualidad no es biológico ni genético. En 2019 la revista Science publicó el estudio más grande que se ha hecho sobre el ADN y determinó que no existe un gen homosexual, sino que la conducta homosexual es causada por factores ambientales y culturales.
Los jóvenes que sienten atracción al mismo sexo creen que su identidad es ser homosexual: “esto es lo que siento y, por lo tanto, es lo que soy. Mi actividad homosexual es una extensión de mi identidad. Así nací y así he de vivir”. Esto es falso.
Ellos no han aprendido a diferenciar entre su ser, sus deseos y su comportamiento. Se nace hombre o mujer. Nuestros genes así lo revelan. Esa es nuestra identidad más profunda. Si una persona ha tenido un proceso normal de maduración psicosexual, llegará a alcanzar la heterosexualidad. Pero si la persona sufre heridas emocionales y tiene necesidades de amor no satisfechas, esto puede contribuir a que aparezcan deseos homosexuales. Estos deseos pueden afianzarse en la persona, pero también pueden variar con el tiempo o desaparecer por completo. La atracción al mismo sexo no es igual en todos los casos.
“El término género –decía en 2007 Francisco D’Agostino, presidente de la Asociación de Juristas Católicos de Italia, y miembro de la Pontificia Academia para la Vida– es una categoría que se utiliza desde los años 80 para separar la sexualidad biológica de la sexualidad psicológica, y así definir sexualidades intermedias, que el sujeto se atribuye a sí mismo. Esta separación es ideológica, ambigua y carece de fundamento científico. Se trata, –prosiguió–, de una definición que es anómala y problemática bajo el aspecto jurídico, en razón de su ambigüedad. Significaría reconocer identidades plurales y arbitrarias”.
Las consecuencias de promover las identidades intermedias, fuera de las categorías de hombre y mujer, es un desvarío que hoy se vive en Estados Unidos y Canadá, donde se está llegando a casos extremos: niños que se sienten gatos o perros y que se les tiene que tratar como tales dentro del salón de clase. Incluso hay padres de familia que, tras aceptar la nueva identidad de su hijos, solicitan al colegio la instalación de cajas de arena en los sanitarios para que su hijo tenga en dónde hacer sus necesidades. La esquizofrenia se cultiva cuando se abandonan las únicas identidades sexuales que da la naturaleza: hombres o mujeres, y se empieza a caminar en cualquier dirección.
Es absurdo que una persona piense que su identidad es ser gay, lesbiana, bisexual, intersexual o transexual, así como pedófilo, sadomasoquista, voyeurista, zoofílico y una larga lista de etcéteras. Las personas que así se identifican han anestesiado su conciencia o han sido víctimas del adoctrinamiento social. Tantas veces han escuchado el mito del “orgullo de ser lo que eres”, que lo dan por hecho, hasta el grado de considerar como enemigos a quienes no aceptan sus identidades.
Todo padre o madre de familia que tenga un hijo con atracción al mismo sexo: acérquese a él o ella. No lo rechace por su atracción. Ámelo como Dios lo ama, con sus virtudes y defectos. Esfuércese por crear un ambiente de amor entre él y su hijo. Es lo que más necesita. No acepte su “identidad” homosexual o transexual –o cualquier otra cosa– porque esta es errónea. Estaría cayendo en la mentira que repite el adoctrinamiento social. Las únicas verdaderas identidades de una persona son masculino y femenino. Un hijo es un hombre o una mujer llamado a la plenitud de su ser.
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