Cómo tener fe en tiempos de violencia
La realidad social es confusa, pero el verdadero problema es encerrarnos en nosotros mismos.
No cabe duda; la vida es maravillosa. Sin embargo, no faltan las penas y los problemas. Y por si fuera poco, a veces en el horizonte vemos nubes que anuncian tormentas en casa, la escuela, el trabajo, la Iglesia, el país y el mundo. Frente a esto, podemos sentir sorpresa, enojo, confusión, tristeza y miedo, hasta terminar pensando que nada bueno se puede esperar; que no vale la pena luchar por algo mejor.
Pero, ¡cuidado! Esta resignación es muy peligrosa, ya que como dijo el Papa en Morelia: “nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino”; nos encierra en nosotros mismos convirtiéndonos en presa de las circunstancias e indiferentes con los demás.
Sin embargo, tarde o temprano surge la pregunta: ¿De verdad no es posible construir un futuro? Esta interrogante nos abre a Dios, creador de todas las cosas, que ha venido a nosotros en Jesús para ofrecernos un futuro sin límites y sin final.
Jesús se encarnó para, amando hasta dar la vida, liberarnos del pecado, comunicarnos su Espíritu y hacernos hijos de Dios, partícipes de su vida por siempre feliz, que consiste en amar ¡Ese es el futuro que nos ofrece: el triunfo definitivo del amor, que instaura para siempre la verdad, la justicia, el bien, el progreso y la vida!
Así nos llena de la esperanza que nos da fuerza para seguir adelante, con aquella actitud que nos propone san Agustín: “Siempre que padecemos alguna tribulación hemos de ver en ella un aviso y una corrección”.
Aprendamos del pasado y aprovechemos el presente para mejorar nuestra vida personal, familiar y social, y así construir el futuro, guiados por Aquél que ha dicho: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
*Monseñor Eugenio Lira Rugarcía es Obispo de Matamoros, en Tamaulipas, uno de los estados más violentos del país. Anteriormente fue Obispo Auxiliar de Puebla y Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano durante el periodo 2013-2016.