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Barrios Unidos en Cristo

26 octubre, 2020
Hay ocasiones en que el avance del mal pareciera ser infrenable. Los graves problemas que actualmente vivimos despiertan sentimientos de impotencia y desesperanza, que terminan convirtiéndose en un mal más. Pero el corazón se llena de esperanza y gratitud cuando escuchas testimonios de vida de personas que sin mayor alarde van transformando su entorno trabajando día a día, persona por persona, mostrándoles un camino diferente, libre de violencia y con la mirada en un horizonte de paz. Conocí a Joel y Gonzalo en el panel de un curso “Construyendo la paz desde la Familia”; después de una serie de conferencias, ellos con su testimonio nos enseñaron que la paz sí es posible, y además nos compartieron el camino que construyeron para hacerlo. Se trata de Barrios Unidos en Cristo, una asociación que Joel fundó en Jalisco hace más de dos décadas y trabaja en los ambientes y zonas de alto riesgo, transformando la vida y el futuro de personas que viven situaciones críticas por adicciones, violencia o desintegración familiar. Te puede interesar: ¡México está sufriendo, pero está vivo! Partiendo de su propia historia de violencia intrafamiliar, pandillerismo y adicciones, Gonzalo, con una apariencia ruda y una mirada que transmite paz y alegría, nos relató su apostolado, que lejos de esperar, sale al encuentro del otro y lo busca por las noches y las madrugadas en las esquinas de los barrios peligrosos de Guadalajara para acogerlo y reconocerlo sin importar su aspecto, su pasado y su presente, porque Cristo lo ama y Barrios Unidos le ofrece un desarrollo humano integral. En una sociedad, como las que describe el Papa Francisco, está impregnada por la cultura del descarte que señala, margina y niega oportunidades, Barrios Unidos en Cristo, con un trabajo silencioso y persistente, lleva esperanza a las comunidades más necesitadas, sembrando la paz y transformando poco a poco los diferentes ambientes. El relato y vivencia de Joel nos hizo palpar cómo el coraje y la decisión de cambiar de una sola persona, puede transformar el destino de cada uno de los miembros de una familia y darle un nuevo sentido de vida en el que Cristo y el prójimo están siempre presentes. Erradicar la violencia de los hogares, de nuestro entorno y de la sociedad siempre será posible si llevamos a cada persona y a cada casa una opción de paz, de inclusión y de amor fraterno. En los difíciles momentos que estamos viviendo, testimonios como éste se convierten en un reto para entender el verdadero sentido de la misericordia que se transforma en acción y amor al prójimo. Gracias por compartirlo. *Consuelo Mendoza García es ex presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia  y presidenta de Alianza Iberoamericana de la Familia. ¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx  o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775 Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.

Hay ocasiones en que el avance del mal pareciera ser infrenable. Los graves problemas que actualmente vivimos despiertan sentimientos de impotencia y desesperanza, que terminan convirtiéndose en un mal más.

Pero el corazón se llena de esperanza y gratitud cuando escuchas testimonios de vida de personas que sin mayor alarde van transformando su entorno trabajando día a día, persona por persona, mostrándoles un camino diferente, libre de violencia y con la mirada en un horizonte de paz.

Conocí a Joel y Gonzalo en el panel de un curso “Construyendo la paz desde la Familia”; después de una serie de conferencias, ellos con su testimonio nos enseñaron que la paz sí es posible, y además nos compartieron el camino que construyeron para hacerlo.

Se trata de Barrios Unidos en Cristo, una asociación que Joel fundó en Jalisco hace más de dos décadas y trabaja en los ambientes y zonas de alto riesgo, transformando la vida y el futuro de personas que viven situaciones críticas por adicciones, violencia o desintegración familiar.

Te puede interesar: ¡México está sufriendo, pero está vivo!

Partiendo de su propia historia de violencia intrafamiliar, pandillerismo y adicciones, Gonzalo, con una apariencia ruda y una mirada que transmite paz y alegría, nos relató su apostolado, que lejos de esperar, sale al encuentro del otro y lo busca por las noches y las madrugadas en las esquinas de los barrios peligrosos de Guadalajara para acogerlo y reconocerlo sin importar su aspecto, su pasado y su presente, porque Cristo lo ama y Barrios Unidos le ofrece un desarrollo humano integral.

En una sociedad, como las que describe el Papa Francisco, está impregnada por la cultura del descarte que señala, margina y niega oportunidades, Barrios Unidos en Cristo, con un trabajo silencioso y persistente, lleva esperanza a las comunidades más necesitadas, sembrando la paz y transformando poco a poco los diferentes ambientes.



El relato y vivencia de Joel nos hizo palpar cómo el coraje y la decisión de cambiar de una sola persona, puede transformar el destino de cada uno de los miembros de una familia y darle un nuevo sentido de vida en el que Cristo y el prójimo están siempre presentes.

Erradicar la violencia de los hogares, de nuestro entorno y de la sociedad siempre será posible si llevamos a cada persona y a cada casa una opción de paz, de inclusión y de amor fraterno.

En los difíciles momentos que estamos viviendo, testimonios como éste se convierten en un reto para entender el verdadero sentido de la misericordia que se transforma en acción y amor al prójimo. Gracias por compartirlo.

*Consuelo Mendoza García es ex presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia  y presidenta de Alianza Iberoamericana de la Familia.

¿Ya conoces nuestra revista semanal? Al adquirir un ejemplar o suscribirte nos ayudas a continuar nuestra labor evangelizadora en este periodo de crisis. Visita revista.desdelafe.mx  o envía un WhatsApp al +52 55-7347-0775

Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.





Autor

Consuelo Mendoza es conferencista y la presidenta de la Alianza Iberoamericana de la Familia. Es la primera mujer que ha presidido la Unión Nacional de Padres de Familia, a nivel estatal en Jalisco (2001 – 2008) y después a nivel nacional (2009 – 2017). Estudió la licenciatura en Derecho en la UNAM, licenciatura en Ciencias de la Educación en el Instituto de Enlaces Educativos, maestría de Ciencias de la Educación en la Universidad de Santiago de Compostela España y maestría en Neurocognición y Aprendizaje en el Instituto de Enlaces Educativos. 

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