Columna invitada

Avances y desafíos de cara al nuevo gobierno

En el sector privado reconocemos que el progreso científico, los avances técnicos y el crecimiento económico, sólo tienen sentido si se acompañan de un progreso social, compartido y sustentable para todas las personas. A lo largo de los últimos años, en México logramos sentar bases sólidas para abrir mercados a la competencia nacional y global, lo que nos permitirá alcanzar un mayor desarrollo y bienestar para los mexicanos.

Las reformas estructurales impulsadas en los últimos años marcaron cambios positivos para nuestra economía. La apertura del mercado energético y de las telecomunicaciones, la mejora regulatoria, la negociación de nuevos acuerdos comerciales, y la continuidad de una política macroeconómica responsable han permitido elevar la competitividad del país y aumentar el potencial productivo de nuestra economía.

Pero así como ha habido logros, también han sido evidentes los desafíos que no hemos superado. El primero y más importante es, sin duda, la inseguridad y la violencia que han alcanzado niveles récord en el país. México no puede crecer económicamente si el clima de negocios está enrarecido por la delincuencia y la impunidad. Tenemos que establecer un pleno Estado de derecho en el país y garantizar que la ley se cumple en igualdad de condiciones para todos los mexicanos.

Sobre todo, es impostergable que se construya una verdadera igualdad de oportunidades para alcanzar un crecimiento económico incluyente y un desarrollo compartido por toda la sociedad. La desigualdad no sólo es un problema de justicia sino un factor que también inhibe el crecimiento económico para toda la sociedad en general.

Por eso, es indispensable que todos los sectores sociales trabajemos por mejorar las condiciones de bienestar del resto de los mexicanos.

El nuevo gobierno tiene el desafío de satisfacer estas expectativas tan elevadas de la sociedad, en un entorno fiscal muy restringido. Será necesario conciliar una mayor inversión y una red de bienestar social más amplia, con la necesidad de mantener la salud de las finanzas públicas. Sólo en un entorno de estabilidad económica, podemos elevar el bienestar, reducir la desigualdad y seguir construyendo un México más justo.

Las empresas tenemos que asumir la responsabilidad de ser más productivos y agregar mayor valor a nuestros productos a fin de tener condiciones para crear nuevos empleos y mejor remunerados. Los gobiernos, en todos sus órdenes, deben seguir trabajando para facilitar la actividad empresarial, mejorar la formación de nuestro capital humano y construir la infraestructura necesaria para que México sea más competitivo.

Para lograrlo, tenemos que asumir que la persona humana es principio y fin de cualquier actividad económica, social y política. La verdadera vocación empresarial, la que sentimos los millones de empresarios micro, pequeños, medianos y grandes de este país, no está enfocada en un interés exclusivamente patrimonial. Es mucho más que eso: tiene una clara dimensión social y trascendente, que implica crear valor, aprovechar responsablemente nuestros recursos naturales y generar beneficios para las personas, para las comunidades en las que vivimos y en las que educamos a nuestros hijos.

*Juan Pablo Castañón es empresario y presidente del Consejo Coordinador Empresarial, conocido como la “cúpula de cúpulas, pues está integrado por los organismos privados más importantes del país, como la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), la Confederación Nacional de Cámaras de Comercio (Concanaco) y la Confederación de Cámaras Industriales, entre otras. Castañón también ha sido presidente de Coparmex, así como consejero de Canaco y de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación.  

Esta columna forma parte de la edición 10 respuestas que México necesita donde también participan Norma RomeroMargarita ZavalaPedro KumamotoMartí BatresJavier SiciliaMario Romo, a Monseñor Felipe Arizmendi, el Padre Mario Ángel Flores, y el Cardenal Carlos Aguiar Retes.

Este texto pertenece a nuestra sección de Opinión, y no necesariamente representa el punto de vista de Desde la fe. 

Juan Pablo Castañón

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